En 2012, el Municipio porteño amplió la poligonal urbana hasta la comuna de Daular, sitio donde se proyecta construir el nuevo aeropuerto en los próximos años. Pero el crecimiento de la ciudad hacia el oeste empezó varias décadas atrás, alrededor de los años setenta del siglo pasado, a raíz de la construcción de la urbanización Puerto Azul; a esta se han sumado, con el paso del tiempo, otras ciudadelas cerradas que se han localizado al norte y sur de la vía, a manera de fragmentos autónomos, dibujando un territorio desestructurado, cuya organización depende, exclusivamente, de esta arteria vial. La inexistencia de espacios públicos es notoria, minimizando la necesaria cohesión social, la vida comunitaria —si existe— se desarrolla en el interior de los conjuntos.
Con el propósito de evaluar el impacto del crecimiento citadino sobre el sector referido, así como el efecto que tendría la futura construcción del aeropuerto, se efectuó la investigación denominada Análisis del Modelo de Crecimiento de la Ciudad de Guayaquil hacia el Oeste, en un ámbito de 177,28 Km2 correspondiente a la zona de planificación Chongón, según denominación otorgada por la Municipalidad de Guayaquil. La realización del trabajo duró un año: empezó en febrero de 2017 y concluyó el pasado enero. En la elaboración de la investigación me correspondió dirigir el equipo de trabajo que contó con los valiosos aportes de la arquitecta Gaudy Orejuela, egresada de la UCSG, el ingeniero Juan Carlos Pindo y la Ingeniera Ivonne Villamagua, además, de estudiantes de la carrera de arquitectura.
El estudio de la morfología y dinámica de ocupación del territorio de la zona de planificación Chongón permitió conocer el modelo que singulariza el proceso de crecimiento de la urbe porteña. Esta ambiciosa pretensión requirió de la revisión de una gran cantidad de información proveniente de fuentes oficiales y del relevamiento en sitio. Al mismo tiempo, se generó una importante base de datos y su representación en mapas temáticos, mediante el uso de herramientas de análisis de los Sistemas de Información Geográfica; esta información ha servido para alimentar al Observatorio Urbano y Territorial de la UCSG, grupo de investigación que coordino actualmente.
Desde la perspectiva ambiental, el crecimiento hacia el oeste tropieza con áreas protegidas como la Reserva Faunística Los Manglares del Salado y el bosque Cerro Blanco situado en la Cordillera Chongón-Colonche. Aproximadamente, el 45% del territorio analizado incluye ecosistemas de gran importancia, sometidos a una degradación inminente; la flora y fauna se ve afectada no solo por la ocupación con fines urbanos, sino también por la operación legal, a cielo abierto, de las canteras ubicadas en las laderas de la cadena montañosa.
De las canteras —explotadas desde hace unos 50 años— se extrae material pétreo para la construcción y, a medida que se incrementan los proyectos habitacionales, se acorta la distancia entre las minas y los conjuntos. La actividad genera molestias en los habitantes, tanto por la contaminación como por el ruido, a pesar de la existencia de la Ordenanza promulgada por el Municipio que establece un mínimo de 300 metros de separación. Para proteger y mantener este remanente de bosque seco tropical es necesario crear un área de amortiguamiento que ayude a delimitarlo, lo cual evitaría las afectaciones sobre el ambiente por causa de la actividad urbanística y la extracción de material pétreo.
El territorio se debate entre dos realidades: urbana y rural, acentuado por la propiedad del suelo —las comunas— originando conflictos entre diferentes actores sociales y gubernamentales. Para ofrecer una idea de la problemática, es importante mencionar los reclamos realizados por algunos moradores acerca de la restitución de lo que consideran tierras ancestrales de propiedad comunal. Ocupaciones aisladas y ventas sometidas a procesos informales van demandando servicios inexistentes. La población de San Pedro de Chongón sale de su vida apacible y es sobrepasada por la apetencia inmobiliaria, desarrolla sus propias dinámicas, se expande, ocupa su periferia, se colmatan progresivamente sus vacíos y se dinamizan los usos de suelo.
Si bien la medición de la dispersión incluye distintas variables, en esta investigación se optó por el análisis morfológico, incluyendo dimensiones como continuidad/discontinuidad, densidad, compacidad y concentración de edificaciones. Con respecto a la primera dimensión, se determinó la discontinuidad y fragmentación con grandes vacíos intersticiales. El tramo más cercano a Guayaquil luce, a primera vista, con menor número de espacios vacíos; sin embargo, está conformado por fragmentos autónomos desvinculados entre sí.
La densidad neta, en promedio, es de 52 hab/ha lo cual se corresponde con la cifra obtenida en diversas ciudades ―grandes y medianas―, que afrontan actualmente un crecimiento extensivo. Los valores de compacidad son bastante menores al sugerido (5 m), debido a la preeminencia de viviendas unifamiliares. En cuanto a la concentración urbana, se obtuvieron valores inferiores al 33%, porcentaje recomendado según la metodología utilizada.
El modelo territorial propuesto en los planes ratifica la tendencia en la ocupación del suelo, bajas densidades, multiplicación de las ciudadelas cerradas, inexistencia de espacios públicos y localización puntual de equipamientos. Se obvian, igualmente, consideraciones especiales con relación a los ecosistemas existentes, aspecto que ha podido visualizarse en la comparación entre el índice de sensibilidad aplicado a la situación actual y al contenido del Plan de Ordenamiento Territorial.
Tal situación demanda la inclusión de estudios del paisaje como tema relevante en el diagnóstico y propuesta para este sector de expansión de la ciudad, asumiéndolo como eje para futuros planes urbanos y territoriales del cantón Guayaquil. Revisar la proporción de áreas urbanizables; éstas deben ser cuidadosamente estudiadas, en función de las necesidades de la población, una vez se hayan colmado los espacios de la ciudad.
De igual manera, establecer estudios particulares acerca del capital natural y sus características, capacidad de carga del territorio, considerando aspectos tan sensibles como la fragmentación de los ecosistemas y la vulnerabilidad. Establecer un monitoreo permanente de la situación mediante el uso de indicadores asociados al fenómeno de dispersión territorial. Se impone una revisión de mejores alternativas que permitan formular un modelo territorial adecuado a las profundas transformaciones del territorio.
A partir de esta investigación, quedan pendientes nuevos estudios que podrían complementar los resultados, por ejemplo, localización de empleos, movilidad de los habitantes, cuantificación de los costes sociales y económicos de la dispersión. Urge la revisión de los Planes de Manejo de las áreas naturales protegidas y bosques protectores en cuanto al establecimiento de las zonas de amortiguamiento. Además, proponer medidas de reparación para los sectores de Cerro Blanco que han sido afectados por la extracción de material pétreo. Presentar un plan de medidas de mitigación y de compensación sobre el ambiente, por causa de la incursión del proyecto del nuevo aeropuerto.
Vía a La Costa.Fuente: Canal de Televisión UCSG, 2017.
Muestra de mapas generados en el proyecto de investigación.
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