Masaya, que ahora está en los ojos del mundo, está ubicada a 27 kilómetros de Managua; es conocida como la Ciudad de las Flores, donde se conmemora año a año el Repliegue, una marcha para recordar la masacre de la Guardia somocista contra los civiles y sandinistas en 1978.
Desde 1980, 38 años después, esta sería la primera vez que el Frente Sandinista de Liberación Nacional no hace el recorrido de 27 kilómetros desde Managua hasta Masaya, encabezado por Daniel Ortega, para celebrar el Repliegue, la fiesta fundamental del sandinismo, su estrategia clave para derrocar a Anastasio Somoza, el último miembro de la dinastía Somocista. El dictador por tradición. Fue presidente de Nicaragua de 1967 a 1972 y de 1974 a 1979. Fue asesinado el 17 de septiembre de 1980 en Paraguay, en el exilio.
Cuatro años después del triunfo de la revolución sandinista, ante la presión internacional, Nicaragua celebró sus primeras elecciones, pero con el boicot de los partidos de la oposición. Daniel Ortega, en medio de las constantes denuncias de fraude, obtuvo el 67% de los votos y el Frente Sandinista fue el partido mayoritario en el Parlamento con 61 escaños de un total de 96.
El nuevo gobierno fue impulsado por fuerzas socialdemócratas, socialistas, marxistas-leninistas y de la Teología de la Liberación con un programa que prometía introducir reformas socioeconómicas y políticas del Estado, sobre todo una reforma agraria que incluía el reparto equitativo de la tierra.
Con esas elecciones José Daniel Ortega Saavedra puso sostenerse en el poder desde 1979 hasta las elecciones de 1990, período en el cual hubo una cruenta guerra civil con la intervención de la Contra, una oposición organizada por Estados Unidos. Ese año, el Frente Sandinista perdió en las urnas frente a la Unión Nacional Opositora, presidida por Violeta Chamorro.
Con Hugo Chávez en el mapa político latinoamericano, Ortega pudo retomar el poder en 2007 en el que se ha mantenido con un halo de démocrata, pese a las denuncias de múltiples fraudes electorales. Pronto se convirtió, en Centroamérica, en el principal aliado político y económico de Chávez primero y Nicolás Maduro después. Según el Banco Central nicaragüense, en el primer semestre de 2016 la ayuda venezolana en préstamos petroleros, pese a su crisis interna que un sector político ecuatoriano considera un invento, fue de 172,1 millones de dólares, en el mismo espacio en 2017 alcanzó los 63,5 millones.
Ortega y Rosario Murillo, su esposa y vicepresidenta, acosados por las protestas, ahora gobiernan con mano dura en un mundo de esoterismo y sectarismo neopentecostal. A cuestas llevan más de trescientos muertos y más de dos mi detenidos en tres meses, desde el 18 de abril. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Oficina del Alto Comisionado de ONU para Derechos Humanos han responsabilizado a ese gobierno de asesinatos, ejecuciones extrajudiciales, tortura y detenciones arbitrarias.
Ortega ahora luce solo. En la celebración del Repliegue ya no pudo hacer el recorrido de 27 kilómetros de Managua a Masaya como todos los 19 de julio, desde 1980. Llegó a la tarima acompañado solo por los cancilleres de Cuba y Venezuela, este último, que anda por el mundo denunciando una supuesta intervención en su país, ofreció a Ortega a los militares venezolanos para acompañar la represión.
Solo y acompañado también por el representante del papa Francisco, el nuncio Waldemar Sommertag, que escuchó el ataque de Ortega contra los obispos que no están de su lado.
El 19 de julio Masaya declaró a su ciudad territorio libre del dictador, de Ortega, el dictador, pese a que sus fuerzas paramilitares intentaron barrer la ciudad con sus fusiles AK-47.
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