El deterioro del gobierno nicaragüense ha sido acelerado en los últimos meses por varias causas. La primera es la necedad de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo de querer permanecer en el poder por mucho más tiempo de lo que es aceptable en cualquier democracia del mundo.
Pero siempre hay un detonante o una mecha para que en ese proceso de deterioro se den las circunstancias para la agitación social y en este caso fueron las reformas a la Seguridad Social que aumentaba sustancialmente las contribuciones patronales y laborales, ponía un impuesto a las pensiones de los actuales jubilados y disminuía las pensiones futuras. Los beneficios que el pueblo de Nicaragua consideró que se los estaba arrebatando.
El otro factor que contribuye a poner en jaque al gobierno de Ortega es que quienes lideran las protestas son los jóvenes, como ocurrió en Venezuela. Son los estudiantes nicaragüenses los que llevan el estandarte del descontento ciudadano para decir basta a un gobierno que no solamente ha permanecido tanto tiempo en el poder, sino que también les ha quitado o les ha arrebatado la libertad y limitado las oportunidades que requieren las nuevas generaciones para salir adelante.
Son los jóvenes los que han puesto los muertos, un número muy significativo pese a que difieren las cifras entregadas por algunas ONG, sobre todo las que trabajan en materia de Derechos Humanos, y el movimiento estudiantil, además de las cifras reconocidas por el gobierno.
El gobierno de Ortega en vano ha tratado de minimizar el número de víctimas de las protestas al tratar de culpar a los estudiantes a los que ha llamado sanguinarios; sobre todo las vicepresidenta Murillo que llegó a tildar de vampiros que reclaman sangre a los manifestantes. Esos calificativos exacerbaron mucho a los estudiantes que ahora solo reclaman la renuncia de Ortega.
El llamado a la iglesia nicaragüense para que sea mediadora por parte de algunos sectores y también del propio gobierno fue un intento de hallar una salida a la crisis, pero el hartazgo ha llegado a niveles insostenibles. La gente, la oposición y el movimiento estudiantil no aceptarán otra cosa que el fin del régimen de Ortega. La posición firme es que el gobierno se vaya definitivamente.
El diálogo, entonces, tiene una condición fundamental, pero no será fácil que Ortega deje el poder, pese a haber perdido el apoyo de una parte de las Fuerzas Armadas.
El Ejército ha dicho que no quiere involucrarse más en la represión a las protestas de los estudiantes y movimientos sociales. Esos factores van debilitando al otrora hombre fuerte de Nicaragua que ha estado en el poder desde 2007.
Con el paso de los días a Ortega le va a resultar más difícil mantenerse en el poder, porque para eso tendría que declararse de frente dictador, convertir a su gobierno en una dictadura feroz, pero en estos momentos difícilmente tendrá la capacidad de hacerlo por la pérdida de apoyo en amplios sectores de la población y al interior mismo de las Fuerzas Armadas.
#MultimediaLP: Más de 50 muertos, centenares de heridos y decenas de desaparecidos. Estos son los hechos que que marcado el último mes de resistencia ciudadana en #Nicaragua https://t.co/c5uoH5VOaX
— La Prensa Nicaragua (@laprensa) 18 de mayo de 2018
No hay a la vista otra posible salida a la crisis que la renuncia de Ortega, porque con la experiencia de Venezuela será difícil que el gobierno busque la mediación de otros países. Mediar en una crisis política y económica sobre todo en los países de América Latina no es fácil; parece que esta parte del continente no es propicia para que terceros puedan ayudar a concretar procesos de paz como en otros lugares del mundo.
Los países de América Latina sí han salido de dictaduras con procesos democráticos, pero desarrollados al interior de los países por la presión popular. Las dictaduras en la región han llegado a su fin por varias causas o una combinación de factores internos. Eso es lo que toda la región espera suceda en Nicaragua y Venezuela.
Por lo pronto, uno de los grandes aliados de Daniel Ortega, el sector empresarial, ha marcado distancias, luego de aceptar, aunque no a viva voz, que hubo una especie de componenda con el gobierno para mantener ciertas prebendas. Una componenda por la que hoy están pagando las consecuencias.
Los países de Centroamérica son muy vinculados no solo por sus líderes, sino por los negocios, las empresas, la producción y hasta por las familias, son países pequeños con economías parecidas. Son países que además sufrieron el fenómeno de la guerrilla en los años setenta y ochenta. Y tienen una dirigencia empresarial muy particular.
Pero ya los propios estudiantes han dicho que los empresarios abandonaron a Ortega y no hay razón para suponer lo contrario, porque no tienen otra alternativa, no tendrían la cara para mantener su alianza con el gobierno. Los empresarios tendrán que aceptar la nueva realidad y ponerse del lado de la oposición, después tendrán que darse las investigaciones sobre quiénes recibieron favores políticos.
El caso de Nicaragua es un reflejo de la ley del péndulo en la región que marca el fin de gobiernos de tipo totalitario, cuyo mejor ejemplo está en Cuba con los hermanos Castro.
Amo la euforia de los nicaragüenses cuando tiran uno de los "árboles de la vida" que impuso la vicepresidenta. #NicaraguaLibre pic.twitter.com/W7fNKCfOQI
— lyalandgraveh???? (@LyAleLandgrave) 21 de mayo de 2018
(@_JosueGaray) "Yo solo estaba apoyando a los chavalos…de repente fue que sentí el impacto.(Ahorita) no puedo ver porque ando muchos mareos", dice este joven al salir del hospital Bautista, donde fue llevado tras recibir un balinazo en la ceja … pic.twitter.com/Cy51YbrSjq
— ???????? Reportes Nicas! (@ReporteNi) 29 de mayo de 2018
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