Hace poco, México sufrió los estragos de dos potentes terremotos. El primero de ellos ocurrió
el 8 de septiembre de 2017 a las 04:49:21 (UTC), la magnitud del evento fue de 8,1Mw y su
epicentro se situó a 137km al suroeste de Tonalá, Chiapas. Días más tarde, el 19 de
septiembre de 2017 a las 18:14:38 (UTC) en el límite entre los estados de Puebla y Morelos
se registró un nuevo evento sísmico, ahora con magnitud 7,1Mw con distancia focal de 51km
(Servicio Geológico de los Estados Unidos, USGS) (Ver Fig.1). El corto tiempo de ocurrencia
entre ambos eventos naturales, así como la gran cantidad de pérdidas humanas y
económicas han impactado al mundo, cuya población espera acciones efectivas de las
entidades competentes.
FIGURE 1. LOCALIZACIÓN DE LOS TERREMOTOS DE CHIAPAS Y PUEBLA, 8 Y 19 DE SEPTIEMBRE.
Para entender la razón por la cual se produjeron estos eventos es necesario hacer una breve
descripción de la geodinámica local. La República Mexicana es uno de los países con mayor
actividad símica en el mundo, la cual se debe principalmente a la interacción de cinco placas
tectónicas: la placa Norteamericana, la de Cocos, la del Pacífico, la de Rivera y la del Caribe,
así como a fallas locales que producen sismos corticales. A este antecedente geodinámico hay
que sumarle que la ciudad de México se encuentra asentada sobre una serie de sedimentos
blandos que incluyen litologías con altos contenidos de materia orgánica, cuyo
comportamiento elástico permite la amplificación de las ondas liberadas en los sismos,
provocando la aparición de efectos sísmicos locales.
Por otro lado, es importante destacar que los eventos registrados se corresponden a un gran
historial sísmico del país, entre los que destacan, el del 7 de abril de 1845, de magnitud 8Mw
con epicentro en Acapulco, afectando principalmente a la ciudad de México y sus
alrededores. El 19 de septiembre de 1985 – exactamente 32 años antes del evento de Puebla
y Morelos – a las 07:19:47, hora local, se registró un evento con magnitud 8.1Mw. El
epicentro se localizó en el Océano Pacífico mexicano, en la costa del estado de Michoacán, a
una profundidad de 15 kilómetros bajo la corteza terrestre. A pesar de que el epicentro se
localizó a más de 400km de la ciudad de México el temblor duró más de 3 minutos, debido
principalmente al suelo inestable de la ciudad. El terremoto de Colima-Jalisco del 9 de
octubre de 1995 tuvo una magnitud de 8,0 Mw. Este evento sísmico estuvo acompañado de
tsunami con olas de hasta 5.5m. El sismo se pudo sentir en la ciudad de México y en algunas
ciudades del sur de E.E. U.U.
Los eventos antes mencionados son los más relevantes de los últimos años, no siendo los
únicos, ya que desde 1955 hasta la fecha se han producido al menos 20 eventos sísmicos
mayores a 7Mw, tal como se muestra en la Fig. 2.
La proximidad en la fecha de ocurrencia, y que el segundo, de magnitud 7,1Mw, siga a uno de
8,2Mw, ha llevado a que la sociedad tienda a relacionar a los eventos como efectos
desencadenantes, sin embargo, no guardan relación a pesar de que ambos se hayan generado
en la misma placa – cocos -. La distancia entre eventos es grande como para estar
directamente vinculados, simplemente coincidió que la falla que ocasionó el terremoto de
Puebla estaba cerca de liberar de energía.
Con al menos 430 personas fallecidas (Secretaria de Protección Civil de México) y pérdidas
económicas estimadas en más del 1% del PIB de México (USGS), los diagnósticos postterremoto
revelan severos daños e incluso colapso de estructuras civiles debido a la
deficiente prevención sísmica, falta de control en obra, falta de aplicación de los
requerimientos normativos locales, entre otros.
México al igual que el Ecuador deben tomar conciencia que se encuentran ubicados en una
zona altamente sísmica y, por ello, las entidades gubernamentales, tomadores de decisiones,
e institutos de educación superior deben ser parte activa del cambio, cuyo trabajo en conjunto
permita la reducción de riesgos y la resiliencia a los desastres naturales.
La Universidad Técnica Particular de Loja, a través del Grupo de Investigación de Ingeniería
Sísmica y Sismología de la UTPL (GRISS-UTPL), está contribuyendo a formar una cultura
sísmica acorde a nuestra ubicación geográfica. En la actualidad, esta casa de estudios genera
reportes frecuentemente, con el fin que la sociedad se informe acerca de la naturaleza de estos
eventos, del riesgo local y regional y qué se puede hacer para reducir la vulnerabilidad de las
edificaciones.
Los eventos naturales son un problema para la humanidad, es por esto que el objetivo colectivo
debe ser aumentar la resiliencia de las ciudades para que puedan resistir y recuperarse
rápidamente de los sucesos catastróficos.
Información relacionada: http://www.ingenieriasismica.utpl.edu.ec/?q=blog-tecnico
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