Las campañas que actualmente se emprenden para hacer comprender a la sociedad las consecuencias del cambio climático podrían estar produciendo un efecto contrario al deseado. De acuerdo a la investigación realizada por Iñiguez-Gallardo entre el 2013 y 2017 con muestras de agricultores y público en general al sur del Ecuador y académicos conservacionistas en 36 países, existe una tendencia de acción de escape al problema del cambio climático.
Para llegar a estas conclusiones, la investigadora primero indagó sobre cómo la gente comprende al cambio climático, concluyendo que esto es un proceso que se construye socialmente. Pero, ¿cómo la comprensión del cambio climático se construye socialmente?
En el campo y en la ciudad existen una serie de factores que intervienen en esta comprensión que comienzan con el desarrollo de conocimiento científico. Tal conocimiento, antes de ser diseminado a través de los medios convencionales de información, sufre una mala interpretación que puede o no ser intencionada llegando en muchos casos a proporciones dramáticas y sensacionalistas. Dicha información se comparte por interacción con otros miembros de las sociedades que al combinarse con experiencias personales con el tiempo atmosférico moldean una percepción que derivará en lo que se comprende por cambio climático.
Sintetizando, la investigación indica que la gente comprende al cambio climático como un fenómeno causado en su mayoría por la contaminación y deforestación con efectos severos en la salud humana, vegetal y animal. Dicha información es precisamente aquella que se disemina y comparte en las diferentes esferas sociales no sólo en el sur del Ecuador sino a nivel mundial. Encontrándose descripciones similares del cambio climático alrededor del mundo. Lastimosamente tal información es incorrecta en su mayoría. Siendo los principales causantes no naturales del calentamiento global, la quema de combustibles fósiles; y, sus principales efectos el aumento de la temperatura, derretimiento de casquetes polares y aumento del nivel del mar.
No obstante, la información que pulula en las principales fuentes de información es aquella como la que describen los participantes, adicionando en muchos casos problemas sociales como migraciones, hambruna, etc. Tal información ha sido encontrada como un desmotivante para enganchar a la gente con el cambio climático, quienes al escuchar este tipo de información se desinteresan y en ciertos casos se tornan escépticos al respecto. A pesar de estas advertencias, la tendencia mundial ha sido el seguir difundiendo dicha información dramática y sensacionalista para generar conciencia y preocupación en la gente.
En este contexto, es necesario preguntar, ¿cómo las personas se sienten respecto al cambio climático? Lo que se encontró fue que los individuos se sienten en su mayoría impotentes, preocupados o avergonzados. La intensidad de dichas emociones varía de acuerdo al perfil demográfico sintiéndose los académicos conservacionistas más impotentes y el público en general más preocupado. Las implicaciones de tales emociones derivan su tendencia de acción que es el escape o la evasión del problema. En algunos casos porque el cambio climático es aprehendido como algo “demasiado grande para poder actuar individualmente” o como algo que tendrá “efectos desastrosos de los cuales todos somos culpables”.
Estos resultados llevaron a preguntar si ¿la impotencia de acción frente al cambio climático tendría relación con las estrategias difundidas? Las primeras estrategias utilizadas, desde la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, han tenido por objetivo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que causan el calentamiento global. Una acción que requiere el involucramiento a nivel de naciones y que soslaya la participación individual. La verdad es que toda esta campaña no ha logrado reducir las emisiones a tal punto que se habla de un fracaso, Como alternativa a estas acciones surgieron las estrategias de adaptación. No obstante, tal parece ser que algunos individuos prefieren la mitigación sobre la adaptación. Este es el caso de los académicos conservacionistas, mientras que los agricultores no sólo prefieren las medidas de adaptación, sino que ya se están adaptando a los cambios en patrones de lluvia y temperatura.
Una explicación a esta diferencia parece tener relación con los medios de vida de la gente, pues la subsistencia de los académicos no depende directamente de las condiciones climáticas, mientras que los agricultores necesitan adaptarse a cualquier situación que amenace sus medios de vida. Los agricultores tienen procesos de adaptación que no dependen necesariamente de un conocimiento o preocupación sobre el cambio climático sino de su supervivencia.
En este sentido, la investigación hace énfasis en la necesidad de la academia de trabajar con la sociedad para mejorar las estrategias de adaptación, pues cree que no todas las estrategias implementadas pueden ser viables en el tiempo. Por lo tanto, es muy crítica en que, sino darle alternativas para incentivar la adaptación a un mundo cambiante, no solo en clima sino en todo aspecto de la vida. Además culmina indicando que el enfoque mundial para abordar el cambio global, es la resiliencia.
-Para llegar a la resiliencia, se necesita un estado mental de adaptación-.
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