Aunque Alba es la ópera prima de Ana Cristina, el guión fue el trabajo de titulación para obtener la licenciatura en Cine y Video de la Universidad San Francisco de Quito de su directora, Ana Cristina Barragán, en el año 2011. Pero en realidad Alba comienza a concretarse mucho antes, en las aulas de la universidad, cuando Ana Cristina era todavía estudiante. Ana Cristina había hecho algunos cortos de clase, entre ellos Domingo Violeta y Despierta, y de una u otra manera, todos ellos han ido alimentando lo que hoy es el premiado largometraje Alba. En Despierta, por ejemplo, Ana Cristina explora de una forma muy poética, y con un marcado estilo visual, las emociones y sentimientos de una adolescente al pasar por su primera menstruación; y esa misma experiencia vuelve a contarse en Alba. En Domingo Violeta, por su parte, se exploran los conflictos de dos niñas menores de edad, ambas hermanas, al enfrentar los desafíos de la enfermedad de su madre. Igualmente, la enfermedad de la madre es un aspecto narrativo crucial en la historia de Alba.
El talento propio de Ana Cristina Barragán como cineasta se ha nutrido poco a poco a lo largo de su paso por la carrera de Cine y Video de la Universidad San Francisco de Quito. La obra de Ana Cristina demuestra una forma muy particular —yo diría que autoral— de contar historias que dan cuenta de la subjetividad de mujeres adolescentes jóvenes, lo cual, aunque sea difícil de creer, es bastante inusual en el cine contemporáneo, no solo en Ecuador sino en el mundo. Es por estas razones, entre muchas otras más, sin duda, que la película que hoy vemos en cartelera ha ganado tantos premios y menciones de honor en numerosos festivales de cine tanto locales como internacionales, así como numerosos premios de pre-producción, producción, post-producción y distribución. No es de extrañar que Alba haya obtenido un premio de distribución en la última convocatoria del Consejo Nacional de Cine. De hecho, tres proyectos de egresados de la carrera de Cine del Colegio de Comunicación y Artes Contemporáneas de la Universidad San Francisco de Quito han sido reconocidos en esta última convocatoria del CNCine.
En cuanto a la película de Agujero Negro, es el segundo largometraje de Diego Araujo, quien también fue alumno de la Universidad San Francisco y ahora es uno de nuestros profesores. Su primera película, Feriado, que fue la primera película ecuatoriana en ser seleccionada para el Festival de Cine de Berlin, también fue el fruto de un persistente trabajo que tomó varios años, más de cinco. Agujero negro es una película que empezó como un proyecto un poco más ambicioso, pero Diego Araujo ha trabajado para desarrollar formas de producción y financiación de largometrajes que estén acordes a las realidades económicas y sociales de un país como el nuestro.
Agujero negro fue producida, en parte, con recursos y equipos facilitados por la misma universidad. Procesos de pre-producción y casting, por ejemplo, se hicieron en el campus. En el crew para el rodaje participaron profesores, estudiantes, y graduados. Algunas escenas fueron rodadas dentro de la universidad o en sus alrededores. Parte del equipo para el rodaje también proviene de la Universidad. De forma directa o indirecta, la Universidad San Francisco de Quito ha contribuido a promover el cine en el Ecuador a través de producciones como Alba y Agujero Negro.
Si se escribiera la historia del cine ecuatoriano, especialmente del cine ecuatoriano de las últimas dos décadas, la Universidad San Francisco de Quito el Colegio de Comunicación y Artes Contemporáneas (COCOA) deberán ser parte indiscutible de esa historia. Sebastián Cordero y Tania Hermida, dos de los más reconocidos directores actuales, fueron profesores de la universidad. Cineastas en ejercicio, como Armando Salazar, Arturo Yépez, Felipe Terán, Hanne-Lovise Skartveit y Diego Araujo son profesores actuales. Y por nuestras aulas han pasado cineastas como Iván Mora, Juan Carlos Donoso, Juliana Khalifé, Anahí Hoeneisen, Daniel Andrade, Javier Andrade, Mateo Herrera, Gabriela Calvache, Alfredo León, y Joe Houlberg, por nombrar solo algunos.
La Universidad San Francisco de Quito se caracteriza por ser un centro de estudios superiores enmarcado en la filosofía de las Artes Liberales, es decir, optamos por ofrecer a los estudiantes perspectivas amplias sobre el conocimiento, la realidad y la sociedad en que vivimos, además de ofrecer una formación sólida en las carreras que ofertamos. Nuestros estudiantes de Cine, por ejemplo, tienen que tomar materias de lenguaje, ciencias, humanidades, ciencias sociales, emprendimiento, administración de empresas, economía o inglés, además de tomar materias propias del Colegio de Comunicación y Artes Contemporáneas y de la carrera de Cine. En las materias de carrera, ponemos mucho cuidado en que, al final de su formación, nuestros estudiantes hayan adquirido bases sólidas en los fundamentos, historias, teorías y metodologías de investigación, así como en las materias que garantizan el ejercicio práctico de la realización audiovisual a nivel de pre-producción, producción y post-producción.
Además, lo que la Universidad San Francisco de Quito intenta proporcionar a sus estudiantes es una actitud emprendedora y autónoma hacia la producción audiovisual. Todos nuestros estudiantes del COCOA, ya sean de arte, animación, comunicación, diseño, cine, multimedios, publicidad, periodismo, o producción de televisión, tienen que aprobar asignaturas de producción y análisis de imágenes fotográficas, de herramientas de diseño digital, de investigación cualitativa e investigación en artes, y todos tienen que aprobar un taller en el que resuelven algún problema específico de su entorno a través de procesos comunicacionales. Tratamos de formar ciudadanos para el mundo, productores audiovisuales emprendedores que puedan desenvolverse de forma exitosa dentro de sus carreras en un contexto local o internacional. Y es por eso que de aquí han salido profesionales como Diego Araujo o Ana Cristina Barragán, que tienen formación de artes liberales y pueden proponer obras que recorran festivales de forma exitosa, como Feriado o Alba.
Hay una camada de jóvenes cineastas, que está emergiendo de nuestra universidad y de otras universidades y centros de formación audiovisual en el país, y que pueden hacer mucho por el cine ecuatoriano. Y si a eso se le suma el apoyo del Estado, entonces se abre un panorama muy esperanzador. En ningún país de América Latina existe cine sin algún tipo de apoyo estatal significativo. Si existe cine en México, si existe cine en Argentina, si existe cine en Colombia, si existe cine en Brasil, es porque los realizadores de estos países tienen el apoyo del Estado. De ahí que el Estado ecuatoriano hace muy bien en apoyar las iniciativas de jóvenes cineastas con los Premios del Consejo Nacional de Cine.
Películas como Alba, que ha ganado reconocimientos en tantos festivales, demuestran que hay esperanza en el cine ecuatoriano. En los jóvenes de estas nuevas generaciones existe la ilusión de contar historias a través de imágenes en movimiento. Pero es importante también tener en cuenta los cambios en el consumo de productos audiovisuales de nuestra sociedad mediatizada de las últimas décadas. Debemos ofrecer otro tipo de alternativas a las salas de cine. Es importante comenzar a explotar las potencialidades de contar historias audiovisuales en otros medios o en otros formatos, como Internet o la televisión por cable. Aunque por un lado la asistencia a las salas de cine en el mundo está disminuyendo, por otro lado se han multiplicado las formas de consumir cine en otros formatos. Y la Universidad San Francisco también apuesta por estas nuevas formas de producir cine.
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