A nivel internacional se registra una leve recuperación en el precio de crudo, actualmente está cotizándose alrededor de USD 48 por barril, este cambio en el precio en los últimos ocho o 10 días corresponde -en parte- a la conflictividad que existe en Venezuela, dada la convulsión política de ese país que pone nervioso a los mercados y conlleva a que se afecte el precio. Hasta la semana del 13 de agosto se estuvo cotizando por debajo de los USD 42.
Al tener un crudo de USD 48 significa que el precio en Ecuador, debido al castigo, fluctúa cercano a los USD 35, justamente el precio fijado en la Proforma Presupuestaria aprobada el año pasado, eso significa que este valor sigue persistiendo y afectando al financiamiento del Estado porque cada dólar por debajo del precio referencial fijado significa que el país no recibe entre USD 60 millones o USD 70 millones en ingresos.
En ese sentido, es importante una estabilización de las cuentas fiscales. Hay que tener presente que el incremento del precio del petróleo dado en la última semana, previamente el crudo estuvo entre USD 40 y USD 42 el barril, si a eso se le resta el castigo el barril estuvo en unos USD 30, lo que le estaba generando un incremento en el déficit público. Esta coyuntura propia de la volatilidad de un commoditie, como es el crudo ecuatoriano, ayudaría a compensar la pérdida generada en semanas atrás por la caída del precio. Por eso no se podría hablar de una ganancia.
Eso afecta seriamente al país y además mantiene la incertidumbre para acreedores y para las agencias que valoran el riesgo país, que emiten una percepción negativa sobre la posibilidad de que Ecuador redima sus pagos posteriormente. De ahí se desprende, entre otros índices, el informe de los medios como The Economist que nos ubica entre las siete peores economías del mundo.
A su vez, esto va atado a los resultados que han tenido las principales variables económicas, por ejemplo el desempleo se ha incrementado en el último semestre, el nivel de endeudamiento del país está creciendo a un ritmo muy importante. Hace unas tres semanas se emitió deuda a una tasa del 10,75% que es muy alta, justamente por el riesgo país y la percepción de no redimir los pagos en su momento. Las exportaciones se contrajeron el 21,5%, USD 1.753 millones, menos en relación a 2015, mientras que las importaciones bajaron 35,3% en los primeros cinco meses. Los precios presentan en la última medición un comportamiento deflacionario, esta reducción en los precios, probablemente se deba a la limitada salida del stock que tienen acumuladas las empresas.
El gobierno con el dinero que está recibiendo del crudo debe estabilizar las cuentas. Es claro que se está privilegiando pagos con el exterior, especialmente a los acreedores y generando retrasos con los proveedores locales. Se privilegian estos pagos con los acreedores porque necesita liquidez y esa liquidez ya no la puede extraer de la economía interna, entonces tiene que buscar recursos de afuera. Ahí se explica el cumplimiento en sus pagos en el exterior que resulta importante para el país porque así se garantiza más recursos en un futuro. La economía ecuatoriana ya no da más para extraer recursos, ya está con altas cargas impositivas y una contracción importante del consumo. El gobierno con el IESS (Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social) ya tiene casi USD 12.000 millones en deuda interna a través de los bonos; es decir, ya no puede extraer recursos de los distintos agentes económicos locales.
El cambio de la matriz productiva quedó en el discurso
Este gobierno habló mucho del cambio de la matriz productiva, incluso la misma Senplades (Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo) indicaba que el cambio de la matriz productiva iba a tener un costo cercano a los USD 250.000 millones en los próximos 20 años, los recursos actualmente que está percibiendo el gobierno no alcanzan para financiar las obras o todo lo que requiere dicho cambio de la matriz productiva. En nueve años se habló del tema y no hay resultados tan concretos como se esperaba. Ahora con esta reducción importante de los ingresos que ha existido en los últimos dos años afecta a todo este proceso de cambio porque se requiere inversión en infraestructura; en muchos aspectos no se puede desarrollar y eso se evidencia en los atrasos a pagos de proveedores, y por ende se retrasará los procesos para implementar el cambio en la matriz.
Los cálculos demuestran que lo recibido en estos nueve años por riqueza petrolera es lo equivalente a los 31 años anteriores a este gobierno; entonces la masa de recursos recibida entre USD 180.000 a USD 200.000 millones no se refleja en un gasto tan eficiente en el momento de analizar las cuentas.
Ahora se debe pensar en hacer una reestructuración importante de los gastos, ser mucho más eficiente, tratar de enfocarnos en las instituciones que tienen que prevalecer porque el Estado está demasiado grande y no va a ser posible mantenerlo; eso va a ser un problema para el siguiente gobierno, por lo observado el actual no va a querer cambiar de modelo y no podemos esperar un año más. Es evidente que el modelo económico que se ha implantado en estos años ya no es soportable, entonces, es importante que en ese sentido el gobierno tome conciencia y cambie la hoja de ruta, pero no se ve capaz de hacerlo, lamentablemente hay que esperar un año más y hay que ver si el Ecuador puede esperar ese tiempo.
Sin embargo, si se piensa en la reestructuración del Estado, esta va a tener un costo social, debido a la pérdida de puestos de trabajo, por lo que debe pensarse en planes de reinserción laboral de esos burócratas en el sector privado, según las competencias y las habilidades de los trabajadores. Hay que ver además si en el sector privado están en condiciones de receptarlos, pero es ineludible el costo social.
Asimismo, debe existir más coherencia entre el discurso político y el discurso técnico, hay muchos ejemplos que demuestran esa carencia, obviamente hay partidarios de que el gobierno siga siendo el eje central de la economía, pero el modelo no da más, hay que dar un espacio al sector privado. Pero, ¿qué pasa con el sector privado? Las empresas y el empresariado no han sido bien tratados en estos nueve años porque se generó mucha desconfianza; ahora como hay una crisis ahí sí se apunta al sector privado. Pero no es cuestión de llenarnos sólo de palabras y decir: “vengan a invertir, hay un nuevo Código de la Producción, etc”… Se tiene que hablar con hechos y por eso hablo de la coherencia entre el discurso político y el discurso técnico.
Un ejemplo muy sencillo: hace un par de meses cuando el ministro de Comercio Exterior, Juan Carlos Cassinelli, que está buscando los acuerdos con la UE, decía las bondades de este tratado y hablaba de los beneficios que traería esta firma las empresas y al país en general; esa misma semana, en Londres, el canciller, Guillaume Long, dijo lo contrario de los acuerdos comerciales. Entonces ese tipo de situaciones son las que generan esas señales negativas. Por una lado se dice que es conveniente y otro Ministro dice que no.
Este tipo de situaciones ahuyentan la inversión y la posibilidad de generar nuevos negocios con otros bloques económicos. Esa es la coherencia que se necesita entre los discursos técnicos y políticos, cuando esa coherencia se vea plasmada en hechos se podría atraer la inversión privada. Además es necesario pensar en una disminución de impuestos, la forma como están concebidos no tienen un sentido redistributivo sino más bien de retener recursos y eso afecta a la liquidez de las empresas. Es importante que se revise la estructura de los impuestos. No es que se puede recaudar más al tener una tasa impositiva más alta; de hecho se puede recaudar más si se tiene una base de contribuyentes mayor, haciendo que la gente consuma más, es equivocado pensar que más carga tributaria genera más ingresos. En los momentos actuales de recesión no es posible tener una carga impositiva más alta, hay que aligerar esa carga, no solo en las empresas sino en los consumidores.
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