Los lastres socioculturales que persisten en torno a la construcción con bambú se reducen con la aparición de buenos ejemplos en arquitectura. Así podemos dejar atrás antiguas asociaciones del material con su mal uso en asentamientos informales y empezar a destacar sus propiedades estructurales y estéticas, además de todas las ventajas que supone su bajo coste y rápida producción en nuestro país, así como su ligereza, flexibilidad y prefabricación en su construcción.
Por ello, por nada pudiéramos decir que el bambú o la caña guadua son materiales no estéticos. Para mí es todo lo contrario. Yo considero que los materiales, tanto los naturales como los sintéticos, tienen que mostrarse tal y como son, pues no podemos camuflar la realidad de la arquitectura. Con la caña no ocurre eso: se muestra tal cual y allí está su belleza.
No obstante, como en todo, hay que tratar al material. Y no porque la capacidad de autoconstrucción sea casi innata en el ser humano podemos obviar procedimientos que nos permitan superar la informalidad, se debe capacitar a quien construye, por ello el papel del arquitecto en la Arquitectura es tan importante y necesario.
En esa línea hay ejemplos buena arquitectura, hechos con bambú, que han sido premiados. En la Bienal de Arquitectura de Quito, de 2014, nuestro compañero Enrique Mora fue galardonado por Casa Convento con el premio nacional e internacional de Arquitectura. La biblioteca de la Universidad Católica Santiago de Guayaquil, desarrollada por Jorge Morán y Robinson Vega, también ha sido premiada. Y así hay cada vez más ejemplos con iniciativa de investigación y de adecuadas aplicaciones del bambú tales como el Cabañón en Las Tunas, Ayampe, proyecto de Mi Arquisariato (Juan Carlos Bamba, Ignacio de Teresa y Alejandro González ), o ejemplos como la Casa ECO en Durán, desarrollados por mi persona (como profesor), mis estudiante de Diseño 6 de la Facultad de Arquitectura y Diseño, y la comunidad de 5 de Junio.
La educación tiene que ver profundamente en cómo repercute en el imaginario colectivo el uso del bambú. No podemos olvidar que este material es nuestro, propio de la historia constructiva del país. De hecho, la caña es quizá el material que mejor representa la arquitectura costeña ecuatoriana.
En este sentido, la Universidad Católica Santiago de Guayaquil cuenta con un fab-lab: una fábrica-laboratorio especializado en materiales naturales, en el caso de la guadua para emplearla como elemento lineal estructural, pero también procesada como tablero, en torno a lo cual contamos con varias patentes.
Actualmente hay varios proyectos de investigación, entre ellos la construcción de un refugio en la Antártida para las investigaciones de Ecuador. Yo soy el director. Partimos del uso de la guadua y sumamos otras fibras naturales cuya procedencia está en los desechos de la agroindustria, como la fibra del arroz o del coco, la tusa, la fibra del raquis de banano.
Debido al momento que vive el país y por la demanda que llega tras los cambios culturales, se debiera pensar en la industrialización de los procesos en torno al bambú. En este sentido, de entrada, debiéramos potenciar las escuelas artesanales de construcción con este material, aquellas que están en Manabí, Santo Domingo de los Tsáchilas, parte de Pichincha y de todas las zonas de cultivo. El sentido común de los artesanos con respecto al uso de este material más la incidencia de la academia trabajando conjuntamente con la comunidad deberán irradiar de alternativas sistemáticas, flexibles y adaptables a las necesidades de cada familia de nuestro país.
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