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Más allá del fraude

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Durante la era chavista, Venezuela ha experimentado una serie de procesos electorales cuestionados por acusaciones de fraude, apoyadas por la complicidad de actores políticos cercanos al oficialismo y el Consejo Nacional Electoral. Estas acusaciones han debilitado la credibilidad en la democracia y transparencia en el voto como máxima expresión popular. La elección del 28 de julio no fue la excepción; las evidentes irregularidades en el proceso electoral provocaron una serie reacciones por parte de la oposición y una parte de la comunidad internacional exigiendo la presentación de las actas que validen la elección, sin hasta el momento conseguir avances significativos.

El gobierno de Nicolás Maduro ha desplegado una agresiva estrategia de comunicación estatal, legal y de represión contra las manifestaciones, lo que ha logrado inhibir a la oposición venezolana arrinconándola con detenciones arbitrarias y una arremetida sin precedente a los actores políticos clave, bajo el argumento de defender una versión distorsionada de la realidad y la verdad.

La falacia del espantapájaros es evidente en este contexto. El chavismo, ha tergiversado las denuncias de fraude por parte de sus adversarios políticos, reduciéndolas a simples quejas infundadas de una oposición y actores relevantes internacionalmente que, según ellos, se niegan a aceptar la derrota. Al simplificar y caricaturizar a sus detractores, la dictadura evita abordar las legítimas preocupaciones y exigencias, desviando la atención e impidiendo la llegada al poder de quienes en las urnas se hicieron con la preferencia del electorado.

La crisis venezolana no es un caso aislado, sino más bien una tendencia sobre el estado de la salud del sistema democrático y sus principios más básicos. El régimen dictatorial, demuestra la erosión de la democracia y el ascenso de los autoritarismos a nivel mundial. En Latinoamérica, la diferencia con las dictaduras del siglo XX es que hoy no hay militares, sino civiles elegidos (o no), que luego se perpetúan en el poder llevando a cabo seudo elecciones para mantener la categoría de democracia. Actualmente, ya no se usan ni armas ni militares sino caudillos que asumen la presidencia. Son electo-dictaduras civiles.

 

Texto original de Hora 32

https://hora32.com.ec/mas-alla-del-fraude/

 

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