Los osos andinos, nativos de los Andes tropicales, se distribuyen a lo largo de intrincados corredores montañosos que complican el flujo genético debido a la topografía y la urbanización. Son importantes dispersores de semillas y tienen un rol ecológico importante para la conservación de ecosistemas como páramos y bosques montanos. Están clasificados globalmente como vulnerables, con poblaciones decrecientes.
El artículo titulado “Evidence of population genetic structure in Ecuadorian Andean Bears”, publicado en Scientific Reports de Nature, explora la variación genética de los osos andinos en Ecuador. Esta investigación aporta datos clave sobre la conectividad entre poblaciones y ofrece orientaciones valiosas para dirigir los esfuerzos de conservación hacia los grupos más amenazados. Rodrigo Cisneros, miembro del Laboratorio de Ecología Tropical y Servicios Ecosistémicos (EcosSslab) de la UTPL, formó parte del equipo de investigadores.
Se recolectaron muestras en tres ubicaciones distintas en Ecuador. Desde la provincia de Loja, las muestras provienen del recién designado corredor de conectividad Sangay-Podocarpus. En la provincia de Zamora Chinchipe, se tomó muestras en la Cordillera del Cóndor. Finalmente, en el Distrito Metropolitano de Quito, las muestras se obtuvieron del hotspot de biodiversidad Tumbes-Chocó-Magdalena, una zona que alberga la Reserva de la Biósfera Chocó Andino de Pichincha, designada por la UNESCO como el Corredor del Oso Andino.
La situación histórica, actual y futura de los osos andinos en Ecuador, basada en estudios genéticos, revela una imagen compleja afectada tanto por factores históricos naturales como por intervenciones humanas recientes. La diversidad de haplotipos y nucleótidos en las poblaciones es generalmente baja, lo que sugiere una limitada variabilidad genética y potencialmente una mayor vulnerabilidad a amenazas ambientales y enfermedades.
La presencia de valores de Fu’s FS, que se emplean en genética para identificar si una población ha sufrido eventos de expansión o contracción, sugiere la posibilidad de cuellos de botella en varias localidades del país, como Loja. Esto podría indicar reducciones históricas en el tamaño de la población o aislamiento debido a la fragmentación del hábitat.
El manejo del flujo genético debe ser cuidadosamente considerado para preservar la salud y la viabilidad a largo plazo de las especies, como el oso andino. No obstante, es fundamental reconocer que las intervenciones para aumentar o mantener el flujo genético deben estar informadas por un profundo entendimiento de la historia natural de la especie y los impactos antropogénicos en sus hábitats.
La historia evolutiva puede revelar patrones de aislamiento y conectividad que son cruciales para mantener la integridad genética. Cualquier esfuerzo de conservación debería priorizar la restauración y el mantenimiento de corredores naturales que reflejen los flujos genéticos históricos, en lugar de imponer nuevas dinámicas que podrían no ser adecuadas.
La disminución del flujo genético puede elevar la vulnerabilidad a mutaciones y otros desafíos genéticos; sin embargo, cualquier medida para aumentar este flujo debe ser aplicada con cautela, tomando en cuenta tanto las condiciones ecológicas presentes como el legado evolutivo de las poblaciones involucradas.
Es prioritario mantener la conectividad interna entre los cinco principales núcleos poblacionales que han sido considerados en el Plan de Acción para la Conservación del Oso Andino en Ecuador.
Referencia
Cueva, D.F., Zug, R., Pozo, M.J. et al. (2024) Evidence of population genetic structure in Ecuadorian Andean bears. Sci Rep. 14 (2834)