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Subsidios y el efecto de dejar todo para el último

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En tiempos de ajuste al precio de los combustibles, vale la pena recordar la frase de los abuelos y abuelas “todo dejan para el último” para resaltar que, la improvisación y los apuros aplicados a lo que hacemos, llevan a que se cometan errores, se generen rechazos o, simplemente, no se alcancen los impactos esperados.

Para el caso ecuatoriano, efectivamente, la frase cae como anillo al dedo ya que, desde hace años -no es de ahora-, se viene hablando de la focalización de los subsidios a los combustibles como medio para ir pasando, como diría Jonathan Morduch, de un subsidios creados al vaivén de los tiempos e intereses políticos a unos “subsidios inteligentes”, es decir a subsidios que se creen para un propósito determinado, no sean generalizados, sino, más bien, focalizados para llegar a los que realmente necesitan y, por supuesto, no deben ser eternos, deben tener una temporalidad de vigencia para evitar distorsiones que tienden a aparecer cuando se eternizan.

En los momentos actuales, lamentablemente, debido a los apuros presionados por los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) el país vuelve al escenario de plantear la eliminación de subsidios sin una herramienta bien estudiada. Han pasado, sin irnos más lejos, dos años -desde lo ocurrido en junio de 2022-, en donde, incluso se hicieron mesas de diálogo entre el gobierno y diversos sectores sociales sobre varios temas; siendo uno de ellos la creación de una herramienta para focalizar subsidios a los combustibles, la cual, luego de ese período de espera, fue hablada, hablada y hablada pero, en la práctica, nada de tenerla lista de forma integrada como se decidió en la mesas de 2022.

De ahí, vuelve a emerger el riesgo de que se reactive un escenario de protestas y paralizaciones debido a la ausencia del modelo técnico debidamente estudiado pro focalización de subsidios a los combustibles que, por su efectividad y existencia previa, evitaría entrar a una compleja atmósfera de cálculos poco exactos y supuestos apurados de referencia para subsidiar que a lo único que conducen es a la creación de un escenario de intranquilidad e incertidumbre socioeconómica. Por ejemplo, en declaraciones públicas en un medio de comunicación, Napoleón Cabrera -dirigente de la transportación nacional- resaltaba la preocupación porque no hay buenos datos para saber exactamente a cuáles transportistas se va a entregar la compensación para evitar la subida de pasajes; pues, cada institución pública involucrada, según el mismo Cabrera, tiene su base de datos que, al compararlas, tienen diferencias. Otro dirigente, Jorge Calderón, al escucharle, también mostraba inconformidad y diferencias con las cantidades de galones de combustibles que van a ser la base para el cálculo de la compensación mensual.

Entonces, antes de proponer e implantar esta medida de forma definitiva, hay que tener las herramientas bien preparadas desde lo económico, social, político, tecnológico y de comunicación para, primero, con un ejercicio potente de concienciación colectiva ir construyendo el camino correcto para optimizar los recursos que se destinan para subsidios a los combustibles que, por su historia, en Ecuador no han sido inteligentes y, por ello, hay que corregirlos pero, eso sí, con el debido tiempo y preparación técnica para evitar que la implementación de la medida se vuelva “económicamente inflacionaria” y “políticamente de alto descontento”.

En ese ejercicio de concienciación la buena comunicación con ejemplos pedagógicos sobre los impactos de la medida evitará la protesta de la población y también comportamientos que podrían activar una espiral inflacionaria indebida. Es clave, también comunicar qué se va a hacer con los recursos que ahorraría la medida; se ha dicho todavía de forma muy general -de acuerdo a Ana Avilés (Viceministra de Economía)-, que se van a destinar a ámbitos de prioridad nacional -siendo lo social uno de ellos-; pero para que el proceso de concienciación sea más efectivo, la explicación de los sectores a ser atendidos debería ser más exacta para que, así, la población apoye gracias a que siente que esos recursos adicionales van a ser usados de forma eficiente y ética.

Otro aspecto que se debe aclarar, luego de la primera subida de alrededor de 25 centavos a las gasolinas Extra y Ecopaís, es el mecanismo a usar para el ajuste futuro del precio de esos combustibles; ya que, si no queda claro y bien diseñado pensando en diferentes escenarios, será el gran pretexto para que, por cada subida de las gasolinas, suban los precios de otros productos debido al efecto sicológico de inestabilidad que genere esa situación más que por motivos económicos verdaderos.

En definitiva, esa es la realidad ecuatoriana: “dejar las cosas para el último” que lleva al país al mismo escenario -vigente desde hace años- de intentar ajustar los precios de los combustibles sin una propuesta técnica bien estudiada de focalización de subsidios. Hay que esperar que, por el bien del país, la medida -necesaria para optimizar los recursos que se destinan a los subsidios para las gasolinas- antes de entrar en vigencia sea más estudiada con la participación de los diversos actores;  ya que, a ningún ecuatoriano, le va a gustar que otra vez el país se paralice con el añadido -porque la historia reciente lo ha demostrado- de protestas violentas que, por la situación de inseguridad que se vive, se podrían potenciar y, así, complicar la tranquilidad y paz nacional que ya, de por sí, están resquebrajadas.

¡Estamos todavía a tiempo!

 

 

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