El fin de semana estuve en la feria del libro, con mi familia. Disfrutamos de cada uno de los espacios de exposición y venta de sus catálogos, de las ofertas y de los encuentros con los escritores, de los que destaco tres actividades.
La primera, el microtaller que el escritor Santiago Páez ofreció acerca de cómo escribir a partir de los odios. Parecería que promueve la escritura agresiva, combatiente y combativa para vengarse de aquellos que nos han hecho daño, pero no. Todo lo contrario, para poder sanar esos odios y generar reivindicaciones y no venganzas, pues así es como escribió su novela ‘Las terribles chichas Puma’, a partir de una reivindicación familiar.
Como es un gran docente, estableció un método muy sencillo y práctico que detonó entre los participantes varias historias de justicia poética y ayudó a comprender situaciones personales. Nada como escribir para comprenderse a uno mismo.
La segunda fue la presentación del libro ‘El gesto capturado’ del colega Iván Rodrigo-Mendizábal, sobre la caricatura y la sátira en el periodismo ecuatoriano, que fue matizado con la presencia de uno de los influencers y creadores de contenido más populares en la ciudad: Matías Dávila, quien participó como espontáneo para aportar al debate de lo que es la ironía y el humor en los medios de comunicación. Vale indicar que ningún académico estuvo presente, lo cual fue el mejor indicativo porque el tema interesó a la gente y no a los estudiosos de la comunicación.
Pero el tercer hecho es el mejor, fui con mi familia: mis hijas, mi esposa y mi suegra, quienes disfrutaron de las puestas en exhibición de los mangas, de los libros ilustrados, incluso no se aburrieron tanto, durante las charlas en las que participé. Querían comprarse toda la feria y llevarse algo de cada expositor.
Lo malo, el ruido que bien pudo ser controlado en las salas de conferencias, en donde los sistemas de audio fallaban, no amplificaban y solo se escuchaba lo que decían por fuera. Quizá parece algo tangencial, pero el ruido es insoportable en la feria, lo que demuestra desorganización y errores de producción; la experiencia de una feria es estética y de bienestar, pues los libros son eso.
Dense la vuelta allá. Siempre estar entre libros da solaz, pero esto no es un logro municipal, sino de quienes hacen los libros. No de las autoridades, sino de los ciudadanos.
Texto publicado en La Hora
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