Ecuador, al descubrir petróleo en la década de 1970, cayó en la trampa del espejismo de la riqueza fácil. Los ecuatorianos creímos que los problemas económicos estaban resueltos y que el Estado, aparentemente millonario, se encargaría de todo. La dictadura militar de la época llegó a subsidiar los combustibles, práctica que cuesta hoy miles de millones anuales a las finanzas públicas y nos hace temblar el presupuesto general del Estado si el precio del petróleo baja.
Poco después, Ecuador adoptó el modelo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que promovía la sustitución de importaciones para proteger la industria nacional. Este modelo, lejos de impulsar el desarrollo, castigó al consumidor con productos de precios elevados y mala calidad. Cierta industria nacional nunca despegó y, hasta hoy, sigue sin aprender a competir, dependiendo de medidas proteccionistas como salvaguardias, cupos, aranceles elevados y reglamentos técnicos para bloquear los productos importados, creando monopolios y oligopolios.
Este enfoque proteccionista ha limitado la variedad de productos disponibles para los consumidores, quienes, hasta hace poco de las firmas de acuerdos comerciales, nos vimos obligados a elegir entre opciones limitadas y de calidad cuestionable. Además, la política de comercio exterior, desde esa época hasta ahora, ha desincentivado la inversión extranjera, creando un entorno hostil para los capitales que podrían generar empleo y traer la tecnología necesaria para el progreso del país.
La gestión exclusiva del petróleo por parte del Estado ha demostrado ser ineficiente. La falta de competencia y la corrupción han plagado el sector, impidiendo que los beneficios del oro negro lleguen a la población.
Es imperativo que Ecuador siga el ejemplo de países que han superado la pobreza abriendo su comercio, eliminando monopolios y facilitando la inversión extranjera. Solo así podrá Ecuador liberarse de las cadenas del proteccionismo y avanzar hacia un futuro de prosperidad y bienestar para todos sus habitantes.
Texto publicado en Expreso