El Día Internacional de la Mujer nos recuerda la lucha que se ha llevado a cabo a través de la historia para alcanzar nuestra participación en los diferentes ámbitos de la sociedad, a su vez, el acceso a la igualdad de derechos y oportunidades de desarrollo integral. Si bien los logros alcanzados son significativos en el ámbito laboral, educativo y social, todavía hay muchas barreras que deben caer, pues existen prejuicios aún en las mismas mujeres y en el inconsciente colectivo de la población, lo cual se refleja por ejemplo en la brecha salarial, el techo de cristal y los estereotipos que llevan a la mujer en muchos casos, a sentirse relegada, marginada o poco valorada por sus características y capacidades propias.
Ante ello, es importante diferenciar la igualdad de derechos y oportunidades versus las características propias como mujeres, lo cual va más allá de lo físico. Nuestro desempeño no debe ir enfocado en alcanzar la igualdad con los hombres, peor competir con ellos, pues lo más relevante es aceptar las diferencias que poseemos como mujeres, que nos hace ser únicas con roles específicos y diversos.
Los estudios corroboran que las mujeres poseemos habilidades del pensamiento más dominantes y generalizadas en la mayoría de mujeres, tales como: creatividad; perspicacia o intuición; visión global ante sucesos; comunicación afectiva, así como una carga emotiva que nos lleva a ser más sensibles hacia situaciones y personas, favoreciendo la empatía; expresión de sentimientos; sensibilidad; reflexión para la toma de decisiones. Esto ha llevado a que las mujeres tengamos una multiplicidad de roles a desempeñar, como madres, hermanas, esposas, hijas, trabajadoras, pero más allá de los roles, son las funciones con las que nos comprometemos, sobre todo aquellas acciones que están relacionadas con el cuidado de otros, que hace alusión a lo que se denomina el “espíritu maternal”.
Te animo mujer a que aceptes que somos creación especial, que nace en el corazón de Dios, para ser el equilibrio en un mundo cada vez más convulsionado, pues estadísticamente las mujeres son aquellas más sensibles a las prácticas espirituales; a la protección de la familia; a la integridad en la práctica de valores. Poseemos la gran oportunidad de ser de bendición para muchas de las personas que están a nuestro alrededor y ser agentes de cambios. Para ello, es muy importante que aprendamos primero a amarnos y aceptarnos, a cuidar de nuestro propio bienestar, no rebasar las barreras de nuestras fuerzas y compromisos asumidos, dejar de lado la culpa frente al descanso, el ocio y la distracción, asumir nuestros errores y limitaciones, es importante tener claro que no lo podemos hacer todo, cuidarnos de no caer en patrones de complacencia ni dependencia. Atrevámonos a cuidar de nosotras, amarnos y valorarnos, para así poder seguir siendo de bendición y referente para quienes están a nuestro alrededor en un trabajo compartido con los otros.