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Más allá de la subida del IVA, hay que ver, también, las malas prácticas acumuladas en la gestión fiscal

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Ya Albert Einstein, en su momento, resaltó: “Si se siguen haciendo las cosas de la misma forma como se hacían antes, los resultados van a seguir siendo los mismos”; lo cual, llevado al tema de la gestión fiscal a la ecuatoriana, nos dice que debemos evolucionar si queremos que las cosas cambien, caso contrario, con la sola mentalidad y acción de corto plazo que ha prevalecido por años, seguiremos en Ecuador pasando de susto en susto hasta tener los recursos que ayuden a cuadrar las cuentas fiscales de cortísimo plazo y, claro, como no se topa lo estructural, el país seguirá en un círculo negativo basado en el ejercicio del abre y tapa huecos que, como muchas veces se ha resaltado, en algún momento ya no funcionará poniendo, incluso, en riesgo a la dolarización que, por 24 años, ha demostrado que es un modelo monetario que, a pesar de las restricciones, corta las manos a los gobiernos populistas que, con tal de quedar bien con el electorado, tratan de buscar dinero de donde sea incluso, cuando tienen moneda propia, con emisiones inorgánica que, al final, pasan factura a la inflación y, con ello, al empobrecimiento de los hogares de menos ingresos.

Entonces, bajo este escenario, es importante resaltar -como aprendizaje para la mejora estructural de la gestión fiscal- algunas malas prácticas que, por su permanencia durante años, hace que el dinero en las arcas fiscales siempre falte y, así, el déficit fiscal se vuelve crónico con todas las consecuencias que, a lo largo del tiempo, se ha vivido en el Ecuador.

A continuación vamos a resaltar doce malas prácticas que, muchas veces, se las ha evidenciado; pero poco se hecho por combatirlas:

Entonces, como se puede ver, con esas malas prácticas expuestas -que, por supuesto, faltaría espacio para seguir enumerándolas- hay oportunidades para emprender en verdaderos cambios estructurales de la gestión fiscal, yendo más allá de la búsqueda, solo, de más ingresos para sanear el déficit fiscal crónico.

En definitiva, es necesario tomar el toro por los cuernos y, así, solamente, por citar una de las posibles acciones de mejora -como sucedió cuando, a pretexto de la inseguridad y violencia desatada en el país, se declararon terroristas a ciertos grupos-, en lo económico -a aquellos funcionarios públicos y empresarios privados que se presten para robar el dinero del pueblo y complicar las finanzas públicas- también habría que declararles una especie de “terroristas económicos” y, con ello, caerles con todo el peso de la ley.

En resumen: ¡Sí los sagrados recursos públicos serían usados de forma eficiente y no se los robarían, más bien sobrarían!

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