En cuanto a las materias o asignaturas del currículo, considerarlas en tres tipos: las del tronco común, que deberían ser las cuatro áreas básicas del conocimiento: lenguaje (hablado y escrito), ciencias exactas (matemáticas, dentro de la cual estaría un área financiera, física, química), ciencias sociales (historia, geografía, filosofía, problemas filosóficos, cívica y lógica y ética, principios humanos, constitucionales y ciudadanos), y ciencias naturales (biología, botánica, zoología, etc.).
Otro grupo serían materias transversales para todos, entre las que podrían estar: pensamiento crítico y razonamiento lógico, numérico y abstracto; investigación; manejo de tecnología y computación; ética y uso de la inteligencia artificial; idioma extranjero, educación física y estética; ética, moral, valores humanos; urbanidad y buenas costumbres; prevención de riesgos y todo tipo de violencia; autonomía laboral con iniciativa, emprendimiento.
Por último, las materias optativas, que no excedan de dos, que construyan la oferta de institución educativa según su modelo o principios constitutivos, o alineados al interés del Ministerio si son fiscales. Ahí pongan lo relativo a la cosmovisión andina, en las instituciones que lo deseen, así como religión en las instituciones que también lo pidan.
Todos estos grupos y materias, consideradas de acuerdo al año o curso del nivel de estudio, horas asignadas y el grado etario del estudiante. Esto no es nuevo, sí necesario.
Algo de mucha importancia es devolver a las instituciones el respeto, orden y disciplina, con los códigos de convivencia, con normas de conducta de vestimenta, lenguaje y límites de accionar. El joven aprende por modelaje de lo que observa en el entorno, que ejerce influencia social múltiple.
Hay que revisar el contenido de las asignaturas del currículo de acuerdo a la realidad de las profesiones y la teoría de las inteligencias múltiples. ¿De qué les sirve aprender todos los casos de factoreo, trigonometría y demás ciencias duras, a quienes quieren ser artistas, pintores, escritores o médicos? Seamos más realistas y prácticos.
Texto publicado en Diario Expreso