En ocasión del CIICS 2022, entrevistamos a la Sara Victoria Andrade, doctora en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, y directora de CINDE en Colombia. La conversación se centró en su conferencia del CIICS, “Más allá del desarrollo humano: Expansión de la capacidad de agencia como fin último de la educación”.
¿Cuál es la idea central de su conferencia?
Posicionar una visión alternativa del desarrollo humano y su relación con la educación como único camino posible. No se trata de una perspectiva evolutiva de maduración, sino de fortalecer el despliegue de la capacidad de agencia de las personas para poder actuar en el mundo y construir la vida, de acuerdo con los sueños colectivos generacionales en los que ellos participan.
¿A qué se refiere con la capacidad de agencia del sujeto?
A los desafíos que debe enfrentar, desplegando todo su potencial afectivo; es decir, la forma en que aprende a conocerse y la manera en que reconoce al otro como diferente, mientras que desarrolla relaciones y sienta las bases para un comportamiento plural y equitativo. Si eso no se trabaja desde la temprana edad, los niños nunca incorporarán la pluralidad y equidad; ellos tienen que aprender a compartir sentidos, afectos, no a repetir información. También deben potenciarse ética, moral y políticamente para tomar posiciones de cuidado frente al otro, de hospitalidad, acogida.
El ser humano no debe usar la naturaleza y destruirla para extraer sus bienes a favor del mercado de consumo. Este puede aprender a entenderse, a tener memoria de dónde venimos, quiénes somos, quién es nuestra familia, cuál es mi cultura y mi territorio; pero también memoria del presente, quién soy yo en la actualidad, cómo me posiciono frente a la vida y el futuro en términos de utopía, de sueños compartidos por el bien común.
¿Y de qué forma podemos reconocernos y determinar cómo es cada uno?
Eso es fundamental. Debo saber quién soy, de dónde vengo y hacia dónde voy. Debo aceptarme como ese ser que soy en el mundo y quererme así, apreciar mi piel, mi cuerpo, mi cultura, mis maneras de estar en el mundo; no buscar ser lo que la publicidad me pide que sea. El autoreconocimiento es súper importante para tener un pensamiento propio, capacidad reflexiva y actuar con otros sin competir.
Pero también uno puede interrogarse sobre lo que le desagrada de uno mismo, es decir, comportamientos que repito y que no deseo seguir haciéndolos…
El reconocimiento tiene que ver con esa capacidad humana de saber dónde están mis potencias, para así desplegarlas; y también dónde están mis límites para transformarlos. Creo que el autoconocimiento es reconocerse uno en todas sus dimensiones y en todas las maneras de ser en el mundo.
Eso significaría también interrogarse sobre uno mismo, en tanto que el sujeto puede cambiar progresivamente sus ideas, perspectivas, su manera de ser…
Totalmente, porque los sujetos somos históricos; es decir, en cuanto a la conciencia del devenir, no somos, estamos siendo. No somos un estado final, sino un proceso. Nos vamos configurando como tal, y yo creo que eso es muy importante a la hora de relacionárselo con los niños y las niñas.
Uno no está determinado a ser lo mismo que otros o lo que esperan de mí, sino que la historia la configuro yo a partir de mis potencias, límites, fortalezas y fragilidades humanas; pero desde ahí puedo decidir la vida que quiero. Y creo que, en general, eso no nos enseñan en la educación, más bien nos educan para ser homogéneos, a obedecer.
Me parece interesante orientar la educación hacia lo que el estudiante quiere hacer de su vida, en particular.
Exacto, y en la educación se observa continuamente metas homogéneas, se busca que todos aprendan lo mismo. Ese tipo de formación se cuestiona, porque la educación tiene que desplegar la propia subjetividad en las múltiples condiciones identitarias que poseemos. No debe basarse en lo que el profesor y los papás quieren, sino en lo que ese ser humano puede querer, descubrir y construir poco a poco.
Eso implica un cambio en políticas públicas, quizás de generaciones…
Sí, y de transformación del sistema de formación de maestros. En mi país estamos asesorando al Ministerio de Educación al respecto. Debe tomarse en serio el cuestionamiento de las demandas internacionales de parametrización, homogenización de los estándares que los niños deben lograr; pues se está perdiendo la oportunidad de formar ciudadanos con pertinencia social.
La educación sigue amarrada a un modelo disciplinar. Llegas a un colegio y te encuentras con las clases de biología, matemáticas, historia, etc., y el mundo no es así, está profundamente articulado. Hoy existen pedagogías alternativas que posibilitan a todas luces la articulación de maneras muy bonitas e interesantes. En la actualidad, el Ministerio de Educación de Colombia se lo está preguntando y me parece maravilloso.
¿Podría ilustrarnos la propuesta con un ejemplo?
Por ejemplo, todo el trabajo por proyectos en una institución educativa, no por asignatura, rompe radicalmente el modelo disciplinar; lo convierte en uno transdisciplinar, considerando los intereses del niño en determinados contextos. No tienen clases, sino que elaboran proyectos y los profesores articulan diferentes saberes y miradas. El niño va configurando estos conocimientos según su interés, pero no los clasifica en disciplinas. Esto es algo maravilloso en ellos.
¿El niño toma lo que le resulta útil para su proyecto?, ¿no se le impone?
Son proyectos que no tienen que ser personales. En general, de las experiencias que conozco, son proyectos colectivos consensuados con los niños.
Es decir, por ejemplo, si el niño necesita matemáticas, para elaborar el proyecto se les provee y se les ayuda a mejorar en ese ámbito…
Claro, totalmente. Por ejemplo, en una comunidad educativa en Bogotá, es impresionante cómo los niños de un grupo ejecutaron durante todo el año pasado (2021) una investigación sobre los planetas. Tú no alcanzas a imaginar las maravillas y el aprendizaje de estos muchachitos en torno a la evolución del universo, a la conformación de los planetas; para lo cual usaron conocimientos geológicos, culturales, espaciales, matemáticos… mucho más que otros niños de cualquier otra edad, o de su misma edad en otro contexto.
Uno de los grupos de niños de cinco años desarrolló su proyecto en torno a los bichos que están debajo de la tierra, y no te imaginas la maravilla de cosas que hacen, lo que investigan. Con eso aprenden a producir cuentos, a leer, matemáticas, experimentación; hacen arte. Incluyen todos los saberes que se articulan alrededor, y estos muchachitos disfrutan, arman, hacen y se forman un montón. Mira que ahí se rompe todo el modelo disciplinar.
Es que estamos locos en la educación. Totalmente metidos en una parametrización absurda, mientras que los procesos de formación de los niños van por otra parte.
Entonces, lo que ellos no encuentran en la escuela, lo buscan en Internet y en los videojuegos.
Pues sí, y allí está mejor explicado, más actualizado, con más ayudas didácticas. Por eso los niños hoy saben más que los maestros. Esa es la realidad de la vida y los modelos tradicionales de educación tienen un concepto evolutivo, por etapas. Existen las etapas de Piaget, las de Kohlberg, Freud, Edison. Pero con esta otra mirada, los niños son profundamente múltiples, diversos, tienen miradas maravillosas sobre el mundo.
Es cómo ellos construyen su propio deseo, es el motor para ubicarse en el mundo y ampliarlo.
Efectivamente.
PUBLICADO EN VENTANALES 21