Icono del sitio Dialoguemos

Gobierno de año y medio

Tiempo de lectura: 3 minutos

 

Esa es la realidad, con la que arranca -con gobierno de menos de año y medio- el futuro de país para los próximos años y que, los candidatos de las elecciones 2023, deben tomar en cuenta si son sinceros y responsables con un pueblo ávido de acciones reales que, como necesidad urgente, ayuden a solucionar los grandes problemas nacionales que se podrían resumir en seis campos: pobreza, inseguridad, corrupción, desempleo, desconfianza, y desinstitucionalización.

Este supuesto de planificación se debe considerar para una acción gubernamental futura sin demagogia, ya que, el Presidente que se elija -como consecuencia de una muerte cruzada atrasada y apresurada-, tendrá casi nada de tiempo para gobernar.

Pues, solo por citar un ejemplo -pensando en el equipo de ministros que convocará-, la curva de aprendizaje de un ministro, generalmente, es de alrededor de 6 meses, por lo que el tiempo calendario restante viene a ser de solo un año que, de acuerdo a la legislación vigente, se verá contaminado por la preparación a las elecciones de 2025 -que están a la vuelta de la esquina-; lo cual hace, otra vez, que los actores políticos centren su atención -desde el año preelectoral 2024- en cómo ganar -a como dé lugar-, las elecciones para un período, de a de veras, de cuatro años; complicando, así, la disponibilidad de tiempo para una buena gestión.

Por lo tanto, si son buenos estrategas -de acuerdo al manual de buenas prácticas administrativas– deberán hacer un ejercicio de priorización para, de entre todas las propuestas románticas que establecieron -en muchos casos, irresponsablemente, para solo ganar votos-, escojan -no les queda otra opción, si quieren pasar a la historia como gobernantes que valiente e inteligentemente se jugaron por el Ecuador- aquellas tres que sean factibles lograrlas en un año y medio que, por las circunstancias señaladas, incluso es mucho menor.

Es decir, el gran enemigo del nuevo gobierno -probablemente a instalarse en noviembre de 2023- es el factor tiempo; razón por la cual, desde hoy, deberían -los que tienen mayores probabilidades de llegar a Carondelet- empezar a priorizar los campos de acción estratégica con verdaderos equipos técnicos -no solo políticos- que aterricen las propuestas no únicamente en el qué hacer, sino también en el cómo, cuándo y con quién hacer, más, por supuesto, con el cuánto costarán.

Además de la reducción del tiempo para gobernar, hay que sumar -por eso, la situación es más compleja de lo que se pinta-, como supuesto contextualizador de partida, el hecho que se va a gobernar para una población que todavía -por los resquebrajamientos profundos ocasionados al tejido productivo y social del país- no se termina de recuperar totalmente del golpe duro pandémico.

También, hay que considerar que, como parte del nuevo período gubernamental de año y medio reducido, si el fenómeno del Niño golpea –Dios quiera que no– con niveles de fuerza mayor, habrá que destinar, por un lado, sendos recursos financieros y no financieros para enfrentar las duras consecuencias en el crecimiento económico -que de por sí, sin todavía este fenómeno natural, no se termina de activar realmente desde antes y peor con la complicación pandémica-.

Y, por otro, habrá que, nuevamente, orientar esfuerzos -al estilo de la pandemia- para las mayores necesidades sanitarias y, por supuesto -pensando en el mediano plazo-, la reconstrucción de la infraestructura afectada involucrará ubicar grandes cantidades de dinero que, lamentablemente, por la emergencia detendrán otras prioridades nacionales.

Como se puede apreciar la realidad que se le viene al país, en los próximos 18 meses no es fácil. De ahí, la sinceridad, pragmatismo y proactividad -puesta en acción desde este momento- es fundamental sea practicada por quien se elija como Presidente y , así, se pueda convertir en ese verdadero líder que saque adelante a una nación que, siendo realistas, no está bien y que, por ende, requiere que, quien la gobierne, sea esa persona que, con honestidad, trabajo, visión de futuro y mucha valentía, sea capaz de enfrentar a adversarios nacionales y extranjeros que, lamentablemente, desde diferentes frentes -legales e ilegales- están queriendo torpedear el logro de días mejores para un Ecuador que, desde la riqueza de sus potencialidades, tiene de todo para salir adelante; eso sí con un buen líder que, junto al pueblo, piense por todos los 18 millones y más de ecuatorianos que, en su mayoría, somos BUENAS GENTES y VALIENTES.

De ahí, la importancia del voto razonado que, con información, escoja la mejor opción para, en medio de una situación compleja, el Ecuador, como un verdadero equipo -en donde todos somos corresponsables de lo que se haga o deje de hacer- salga adelante en pro de ese país que ¡SÍ es POSIBLE que sea MEJOR!

¡Está en nuestras manos!

Salir de la versión móvil