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¿Cómo educar sin gritos ni castigos?

Tiempo de lectura: 8 minutos

 

El tema de la violencia infantil es un problema preocupante que se extiende en todo el país. Un estudio reciente revela que uno de cada cuatro padres recurre a castigos físicos con sus hijos, y que esta práctica aún es considerada como una parte del crecimiento personal de los niños.

¿Cómo se puede abordar la normalización de la violencia infantil en los hogares ecuatorianos y promover la crianza y disciplina positiva?

Considero importante aclarar que la violencia infantil no se puede abordar desde la normalización en los hogares ecuatorianos, debe abordarse como un problema social presente en todo el mundo que afecta el desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes a quienes la Convención sobre los derechos de los niños y el Art. 44 de la Constitución en nuestro país garantiza mediante entornos que satisfagan, entre otras necesidades, las afectiva-emocionales, como es el caso de la familia.

Satisfacción de sus necesidades sociales, afectivo-emocionales

La Asamblea General de la ONU el 25 de septiembre del 2015 resolvió “Estamos resueltos … a constituir sociedades pacíficas, justas e inclusivas, a proteger los derechos humanos y promover la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y las niñas…”. En consecuencia, todos los países debieron tomar acciones, instituir políticas e implementar normas internas eficientes para la erradicación del maltrato infantil. En el Ecuador para cumplir el compromiso asumido se implementó el Plan Nacional de Erradicación de la Violencia de Género, hacia la Niñez, Adolescencia y Mujeres; la coordinación y ejecución de este plan corresponde desde el año 2017 al Ministerio de Justicia, Derechos Humanos y Cultos. Adicionalmente, en el Código de la Niñez y Adolescencia se implementó el Sistema Nacional Descentralizado de Protección integral a la Niñez y Adolescencia con el firme “… propósito de garantizar la protección integral de la niñez y adolescencia; define medidas, procedimientos; sanciones y recursos, en todos los ámbitos, para asegurar la vigencia, ejercicio, exigibilidad y restitución de los derechos de los niños, niñas y adolescentes …”. Disponiendo a todos los organismos, entidades y servicios, públicos y privados el deber de coordinar y articular de forma conjunta las decisiones, acciones, políticas, programas y planes. Sin embargo, los índices estadísticos evidencian que la violencia hacia los niños y en la familia es un fenómeno que sigue incrementándose, esto es un indicador que el plan y el sistema de protección son ineficientes, ni siquiera han detenido el aumento de la violencia.

Debemos preguntarnos ¿Quiénes tienen el deber de reformular o cambiar el plan? ¿Quiénes están incumpliendo el deber de denunciar los casos de violencia si existe un Sistema de Protección Integral? La respuesta es todos los actores, el Estado con todas sus instituciones del ejecutivo, legislativo y judicial). La sociedad que está integrada por todas las instituciones privadas con y sin fines de lucro, los entornos donde interactúa el niño(a) y adolescente en especial su comunidad. Y finalmente, la familia que es el lugar donde vive el menor con sus padres y parientes.

La violencia infantil está inmersa en su gran mayoría en la violencia intrafamiliar, por lo tanto, el maltrato es también contra la mujer, los ancianos y demás integrantes indefensos por su condición; según información del año 2022 en un medio de comunicación esta violencia en el 80 % se perpetra en los hogares, se reportaron 630 casos de maltrato infantil y 1.420 casos de violencia intrafamiliar, la mayoría de las denuncias corresponden a Quito y Guayaquil, faltan los casos no reportados por el miedo o amenazas a las víctimas, a veces incluso para evitar inconvenientes en la familia, en la comunidad o institución educativa.

La promoción de una crianza y disciplina positiva debe implementarse desde el Sistema Nacional Descentralizado de Protección integral a la Niñez y Adolescencia con la articulación estrecha entre el Ministerio de Educación y el Ministerio de Inclusión Económica Social, con programas de formación a padres desde la educación inicial hasta culminar la escuela. Recuerdo, hace catorce años en la institución educativa privada donde estudiaron mis hijos se implementó la escuela para padres, programa permanente que buscó eliminar el castigo físico y emocional, basada en una formación positiva aprovechando la inteligencia emocional de nuestros hijos; algunos padres cambiamos la forma de corregir a nuestros hijos sin ocasionar daños irreparables a su integridad física, sicológica y emocional.

Tratándose de adolescentes esta formación debe ser orientada a ellos como futuros padres a partir de la educación sexual y planificación familiar (responsabilidad de tener una pareja e hijos), explicando los deberes y derechos entre padres e hijos; se los estaría concientizando en el trato respetuoso, afectivo y pacífico en el hogar, así como las sanciones o acciones legales a las que estarían expuestos en caso de violencia o maltrato a sus hijos o miembros de la familia.

En los casos donde existe una mayor dificultad es cuando ya existe violencia como mecanismo de disciplina, se evidencia afectación física, sicológica y/o emocional; esta atención requiere de programas de intervención familiar y atención sicológica, orientados a solucionar los problemas de cada familia. En este escenario el rol del DECE es fundamental en las instituciones educativas, como responsable de la atención integral a los estudiantes y dar apoyo sicológico, sicoeducativo, emocional y social. Debe fortalecerse este departamento con expertos que brinden atención prioritaria, comprometidos en su función y sobretodo el deber jurídico de reportar los casos de violencia de sus estudiantes ocasionados en los hogares o en la misma institución a los funcionarios y organismos de protección integral (administrativos y judiciales).

Este primer paso es esencial, el círculo de violencia en las familias no se supera de forma rápida y tampoco existe una fórmula aplicable a todos los casos; por lo expuesto, los programas de prevención de violencia intrafamiliar e infantil son indispensables, deben direccionarse a los padres, adolescentes y miembros del núcleo familiar; los programas para tratar a familias que sufren violencia deben aplicarse a cada caso concreto; y, debe existir capacitación permanente de los empleados, docentes y funcionarios de las instituciones educativas  respecto del trato que deben recibir los niños y adolescentes, el marco jurídico aplicable en estos casos que implica el deber de denunciar, las acciones que deben implementar, las medidas de protección y las sanciones aplicables. El objetivo de estos programas es generar conciencia, cambiar el trato, prevenir la amenaza, reparar el daño ocasionado y restablecer los derechos violentados a los niños(as) y adolescentes que son víctimas de maltratos o violencia en los diferentes entornos en que interactúan.

¿Cuáles son las barreras y obstáculos que se deben superar y cuáles son las estrategias más efectivas para lograr este objetivo?

Las barreras y obstáculos que se deben superar a mi criterio son:

Las estrategias van a depender de cada entorno en el que se quiera interactuar, el más difícil considero que es el familiar, más si la violencia forma parte del trato habitual entre los miembros de la familia, o se aplica disciplina rígida (castigos físicos) para corregir la intervención de los organismos de protección debe ser inmediata con el fin de sacar del lugar a la víctima. Algunas estrategias las abordé al sugerir cómo promover la crianza y disciplina positiva. Finalmente debe entenderse que reconocer la autoridad de los padres no implica la sumisión de los hijos, sino la obediencia siempre que lo dispuesto sea para el bienestar de ellos; considero que la falta de conciliación entre la autoridad de los padres, la obediencia de los hijos y el respeto de sus derechos genera esta disrupción en el trato afectuoso, considerado y tolerante a la vez.

¿Qué tipo de padre eres?

Al ser madre de tres hijos varones, consideré con mi cónyuge que la mejor formación es la conservadora, es decir, a partir del reconocimiento de la autoridad de los padres, la obediencia de los hijos basada en su bienestar, el trato respetuoso y afectivo entre todos, la comunicación efectiva para resolver los inconvenientes, la confianza y cooperación mutua en el hogar. Esta formación también trascendió a lo físico, como, la vestimenta adecuada según el lugar o el momento, corte de cabello, respeto a su imagen y su cuerpo. No ha sido fácil mantener esta formación en nuestros hijos, la sociedad actual con las tendencias de moda y falsos estereotipos confunden a los niños(a) y/o adolescentes haciendo que se revelen contra las decisiones de sus padres, los argumentos que esgrimen se basan en la libertad de actuar y expresarse sin tomar en cuenta los límites en este ejercicio.

La formación de los hijos(as) es una tarea compleja, porque los hijos tienen diferente temperamento y no responden de forma positiva ante el mismo estilo de formación, de tal forma, se debe prestar atención y realizar los ajustes que se requieran para no afectar su desarrollo.  He pasado varias crisis de formación de mis hijos, una de las más difíciles de enfrentar fue la espiritual cuando uno de ellos dijo que no creía en Dios, se pudo superar después de unos cuatro meses de contrariedades al interno del hogar. Con esto, quiero reafirmar que no existe un modelo perfecto para formar a nuestros hijos (as) sino estilos propios que se adaptan según el temperamento y la etapa de vida en que se encuentren.

¿Cuál es la importancia de tomar medidas para prevenir y erradicar la violencia infantil en el Ecuador?

Las medidas de prevención de violencia son fundamentales para disminuir el incremento de la violencia de los niños (as) y adolescentes, los funcionarios de los organismos que deben dar protección no le dan la debida importancia al riesgo o amenaza, incluso expresan que al no haber ocurrido el hecho no cabe denunciar y tomar medidas. Esta forma de pensar del funcionario se atribuye al considerar estos tratos como normales o culturalmente aceptados en el medio social, pasa desapercibida hasta que estalla en maltrato o violencia que incluso ponen en riesgo la integridad física, sexual, sicológica, emocional y la vida de la víctima.

Comparto un caso en el que se me pidió asesoría gratuita, una madre me consulta que debe hacer porque su hija le comentó que su papá la estaba observando por un orificio del baño mientras se duchaba. Yo le dije que debía acudir al Juzgado de la Niñez y Adolescencia del domicilio a denunciar el hecho para que le pongan medidas de protección a favor de su hija. Acudió al Juzgado y la funcionaria le dijo que al no existir ninguna acción del padre que haya dejado evidencia en el cuerpo de la niña no se podía denunciar. A esto me refiero, cómo una funcionaria puede afirmar que no procede la denuncia, acaso quería que el padre abuse sexualmente para denunciarlo; me preocupa el perfil de los funcionarios judiciales, policiales y fiscales; falta una constante capacitación o formación en administración de justicia especializada en materia de niñez y adolescencia que garantice la protección de sus derechos, así desempeñarían sus funciones de forma proba, idónea, rápida, eficaz y oportuna.

Corresponde al Consejo de la Judicatura, la Policía Nacional, el Ministerio de Educación, el Ministerio de Inclusión Económica y Social y a las Juntas Cantonales especialmente, aplicar el protocolo de protección integral ante las amenazas, riesgos o peligros a los que están expuestos los niños (as) y adolescentes. La vigilancia de los funcionarios del deber jurídico de denunciar y actuar, solicitar o aplicar las medidas de protección constituye una tarea permanente. De igual forma, debe implementarse el control de sus actuaciones ante los casos denunciados y aplicar las sanciones administrativas, penales y civiles cuando su omisión haya ocasionado perjuicios o daños en la víctima.

¿Qué iniciativas podemos impulsar para proteger a los niños y niñas de la violencia en el hogar?

 Las siete estrategias son las siguientes: implementación y vigilancia del cumplimiento de las leyes; normas y valores; seguridad en el entorno; padres, madres y cuidadores reciben apoyo; ingresos y fortalecimiento económico; respuesta de los servicios de atención y apoyo; y educación y aptitudes para la vida.

 

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