Autor: Mariuxi Montenegro. Magíster en Comunicación Digital por la Universidad Casa Grande. Licenciada en Gestión Gráfica Publicitaria por la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Coordinadora del portal web de la M. I. Municipalidad de Guayaquil. Ferviente creyente de que está en nuestras manos cambiar el país en el que vivimos.
Remitido por Juan de Althaus
Según la Real Academia Española (s. f.), el término “avispado” es un adjetivo coloquial que significa “vivo, listo o sagaz” (párr. 1). Dicho criollamente, el avispado es aquel que “aprovecha” las oportunidades que la vida le da o, por lo menos, esa es la definición de quienes defienden esta forma de pensar, porque, aunque cueste creer, muchas personas se inclinan hacia este pensamiento.
En su día a día, usted se expone a ser considerado como tonto o de mente corta si no aprovecha una situación en donde pueda ganar dinero extra, bienes o algo que mejore su estado actual. Aquí también aplica el aprovecharse de la desgracia ajena para obtener beneficios. ¿Le suena familiar el tema de reventa de medicinas a precios inflados? Ejemplo de ello es que, en tiempos pandémicos, se subía al precio normal hasta un 300 % más. Sería un tonto si usted no aprovecha la demanda de un producto, ¿verdad? El objetivo es ganar, no importa a qué costo.
Por otro lado, también, puede recibir el calificativo de bobo si actúa amablemente o gentil en su lugar de empleo, con sus compañeros o su círculo social. Es normal encontrar colegas de trabajo que dicen cosas como: “Mira, ahí está Rosales, el ‘bobo’; siempre anda saludando a todo el mundo, se deja ver la cara de todos”. Este tipo de conversación es normal escucharla. Estoy segura que usted que está leyendo este artículo esbozó una pequeña sonrisa al darse cuenta de esto.
Además, si usted toma ventaja de información confidencial, si chantajea a una persona, si acelera cuando se pone la luz amarilla del semáforo, si se cuela para entrar primero al ascensor a pesar de que hay una fila previa, usted se ha ganado la mayor insignia, la medalla de oro guayaca, es usted un “BACÁN”. En lenguaje popular: “Este man es avispado, así es como se debe hacer las cosas”. Le darían mil palmaditas en la espalda.
Podrá decirme que no hay problema con estas pequeñeces, porque no lastiman ni perjudican a otras personas; también podrá preguntarme qué de malo hacen estos individuos por tratar de ganar ventaja. Sin embargo, sí existe algo que es preocupante y muy grave de esta cultura de “bacanes”, y es que poco a poco la sociedad va perdiendo la vergüenza y las pequeñas faltas se convierten en grandes faltas. Las personas empezarán a actuar peor y se valdrán de tantas frases que hemos escuchado más de una vez: “Hay que aprovechar el momento”; “igual todos lo hacían”; “yo también lo necesito”; “el que parte se lleva la mejor parte”.
Ahora, es su decisión ser un espectador o convertirse en alguien de acción. Está en sus manos empezar a desterrar estas frases, dejar de celebrar conductas inmorales e incorrectas, eliminar los pequeños actos de corrupción que cometemos sin darnos cuenta que están mal: pasarse la luz amarilla del semáforo, pedir comisión para presentar una licitación a una empresa, aceptar regalos por hacer tu trabajo de todos los días, colarse en la fila de espera, coger el dinero del vuelto, copiar en los exámenes, pagar para que alguien realice sus deberes o hasta su tesis de grado; así como las tan famosas mentiras blancas… Podría seguir enumerando miles de ejemplos, pero creo que la idea es clara.
Mi objetivo con este escrito es concientizar a usted, a todos, porque la realidad es que todos somos parte del cambio. No podemos ir por la vida quejándonos de la situación actual del país y solo echar la culpa a otros; cruzarnos de brazos y seguir cometiendo estos pequeños actos de corrupción que creemos que son justificables, puesto que “no afectan de gran manera”.
Le propongo dejar de apoyar conductas incorrectas, eliminemos del país la cultura del sabido y del bacán, la que tanto daño nos ha hecho como sociedad por tantas décadas, la que ha hecho que el país no avance; porque la corrupción no es solo robar mediante contratos millonarios al Estado, sino que nace en las cosas más pequeñas que —con el tiempo— se hacen más grandes.
El que atraca un banco, empezó robando un chicle en la tienda, cogiendo el dinero de la cartera de su mamá sin permiso. Es cuestión de que cada integrante de nuestra sociedad tome la decisión personal de no cometer estos pequeños actos de corrupción. Así, nuestro país se llenará de personas íntegras que no permitirán ni admitirán la corrupción en ningún nivel, formándose el nuevo Ecuador que necesitamos y que tanto ansiamos. El poder del cambio está en nuestras manos.
Referencias
Real Academia Española. (s. f.). Avispado. https://bityl.co/9DqJ