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La culpa no es de la vaca

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He recibido una invitación para el 15 de marzo de 2022 a las 16:00 y protestar frente al edificio de la Asamblea Nacional por la muy llamada Amnistía. Y me pregunto ¿Por qué se va a intentar protestar ahora?, ¿por qué no antes? No me hace click esta iniciativa, porque es muy tardía.

Ecuador es un país muy diverso, megadiverso y hacemos gala de ello para vender nuestros activos tangibles e intangibles ambientales y turísticos, pero también somos diversos los ciudadanos, todos. Los de a pie y los de bus, los de bicicletas y los de motos, los de auto y los de aviones. Todos estamos de alguna forma inmersos en los problemas político, sociales y económicos. Creo que ahí está la razón o causa primordial de nuestros problemas, ser diversos, pero intolerables.

Acabamos de ser testigos de una manifestación por el día de la mujer y del vandalismo. Pues ellas pintarrajearon las paredes de la ciudad otra vez. Qué horror, siempre se pegan contra la ciudad, so pretexto de la libertad de expresión, ellas arremetieron sin medida y dejaron una huella de su diversidad en las paredes de Quito. NO puede ser, ¿hasta cuándo?

Hace algunos años, los partidos políticos existentes eran debidamente estructurados y con institucionalidad e ideología definida y a pesar de ello la democracia siempre pendía de un hilo. Los políticos de turno tocaban las puertas de los cuarteles para cambiar, pues en buen romance, se cansaban del de turno.

Otros largos años de gobiernos militares no fueron suficientes para que la madurez política germinara en las almas de todos los ecuatorianos y que esa diversidad se convirtiera en un plus para la sociedad y su bienestar.

Luego vinieron los nuevos políticos a partir de los 80s y se han sucedido muchos presidentes. Unos más malos que otros, que el “pueblo” los botó so pretexto de alguna causa fundamentada o no, pero que esos políticos de siempre se encargaron de armar el desbarajuste con componendas y privilegios. Así desaparecieron los partidos políticos y nacieron los movimientos. Demostramos que fuimos pa tras, no pa delante, sino pa tras. En pleno siglo XXI retrocedimos políticamente y echamos a la basura la megadiversidad.

¿Cuál es el elemento común de estos eventos, que la historia los tienen bien enmarcados? El Votante, no el pueblo. El pueblo somos todos. El votante y la megadiversidad de los ecuatorianos y su intolerancia. Unos quieren pan y otros quieren vino, unos quieren comer y otros quieren chupar, unos quieren salud y otros farra, unos quieren formalidad y otros informalidad, unos quieren educación y otros emprendimientos, unos quieren paz y otros quieren narcotráfico y delincuencia. Así hemos asistido a las urnas cada vez que hemos sido convocados y los resultados están a la vista.

Al referirme al proceso democrático de elegir a los candidatos que nos representarán durante un tiempo, hago hincapié en el proceso, no el Piero y, especialmente, del resultado. El proceso determina quién gana y quien lidera, quien sucumbe y quien se somete. Así pasan los años y nuestro querido país sigue y seguirá siendo testigos de la farándula politiquera de la asamblea, con a minúscula. Asambleístas diversos, muy diversos, hombres, mujeres, adultos, jóvenes, adolescentes, maduros, inmaduros, profesionales, analfabetos, educados, autodidactas, blancos, negros, mestizos, cholos, indios y demás, diversos. Será por eso que son ñaños para un tema, conocidos para otro y enemigos para otro más. Bueno ahí está la diversidad, todos depende del ritmo que lo toquen o de la mullapa que aparezca. No existen requisitos de honestidad y experiencia para ser candidatos, solo es necesario hablar y confundir. Ni siquiera hablar bonito, solo confundir.

Si nos ponemos la mano derecha en el pecho o la izquierda para ser diversos, la culpa no es de ellos, de los candidatos elegidos. Ellos solo cumplen con el “deber patriótico” que el pueblo al elegirlos les encomendó. Parecería que se libran del cadalso, ¿verdad? No tiene culpa, ellos no se eligieron solos, los votantes lo hicieron, los votantes.

Ahora, que ya estamos donde las papas queman o en la zona de candela, la amnistía otorgada a 268 personas, es culpa de los votantes, no de los que votaron a favor o en contra de la amnistía propuesta. ¡NO! Ellos solo hicieron lo que saben hacer los políticos que elegimos, componendas para mantenerse en el puesto ¿Quién les puso en el puesto? ¡Los votantes! No echemos la culpa a quien no debemos, los votantes con su accionar en las urnas eligieron a los asambleístas titulares y también a los suplentes. Si señor no echemos culpa a los que no saben ni leer peor escribir.

De que sirven, entonces, protestar ahora cuando todo está consumado. ¿Por qué se salvó la Presiente de la Asamblea de ser sancionada?, ¿por qué? Eso también está consumado. La impunidad campea en toda organización pública, la corrupción es la “fuerza” indestructible porque los votantes siguen eligiendo a los mismos.

Toda la sociedad o la mayoría de los ciudadanos de Quito fuimos testigos de las atrocidades y los horrores de octubre 2019 y ahora esos zánganos están en la lista de los beneficiarios de la amnistía, se nos ríen y en la cara. El esfuerzo del Sistema de Justicia ha sido en vano, sigue la impunidad al mejor estilo del correato.

Pero quiero resaltar que los asambleístas solo cumplieron su “deber” de negociar, al mejor postor, para eso les eligieron. Asumamos como valientes la responsabilidad, no demos patas de ahogado. La culpa es de los votantes que asistieron el 7 de febrero de 2021 a elegirlos.

Y seguiremos cometiendo los mismos errores si no cambiamos nuestra diversidad e intolerancia. En la actualidad ya hay 7 u 8 candidatos para la Alcaldía de Quito y más de 900 candidatos para cargos de elección popular. Recordemos el candidato elegido en las urnas obtuvo su puesto con el 21% de los votos, solo el 21%, la minoría. Como lógica consecuencia, Quito vivió momentos políticos devastadores y dignos de una tragicomedia al estilo de Kaliman.

Sobrevivimos a varias crisis, la del Alcalde, la de la pandemia, la de las pruebas Covid, la del Defensor del pueblo, la del Contralor, la de la comuna, en fin, nos gusta el teatro callejero. Estamos arriesgando mucho nos podemos quemar con fuego. Asumamos la culpa. La culpa no es de la vaca, es de los votantes.

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