Como nunca, el día de la votación en la Asamblea Nacional -eso sí, con varios asambleístas usando la camiseta de la selección ecuatoriana de fútbol-, el trámite, sin mayor debate, sobre el contenido del proyecto de Ley de Atracción de Inversiones, Fortalecimiento del Mercado de Valores y Transformación Digital fluyó a la velocidad del rayo, pues, procedieron con 87 votos a favor al archivo de la Ley que, por su importancia, debió haberse debatido con el tiempo suficiente y, así, combatir a la ideología radical que, sin mayor conocimiento, empieza a repetir discursos sin el suficiente sustento técnico que, al final, termina afectando a los más de 17 millones de ecuatorianos.
En esa rapidez de resolución -que terminó archivando las posibilidades de generación de empleo-, como era obvio, presionó el partido de fútbol entre Ecuador y Paraguay que empezaba a las 18h30 -pues votaron antes de esa hora-, lo cual, es una irresponsabilidad gigante que, se convierte en un indicador más, de que los destinos del país están a merced de la novelería y de varias posiciones políticas que, sin mayor fundamento, dicen no a algo que, con ajustes que busquen el bienestar de todos los ecuatorianos, podría convertirse en un buen medio para incentivar la inversión nacional y extranjera y, así, estimular actividades productivas capaces de generar fuentes de trabajo digno.
Pero claro, eso no les interesa y, más bien, gozan con el fracaso de las propuestas gubernamentales que, por último, no es el fracaso del Presidente de la República, sino de toda una nación ávida por mejores días en donde el empleo sea el mejor medio para combatir la pobreza y, con ello, aumentar el bienestar nacional que, en los últimos dos años, ha sido duramente golpeado por una pandemia que, sin distingo de clases socioeconómicas, ha dejado sendos resquebrajamientos al tejido social y productivo de los países.
En definitiva, en la Asamblea Nacional parece que viven otra realidad y siguen con esos comportamientos que, más que pensar en todo el país, están sesgados a satisfacer las presiones originadas en intereses personales y/o de los grupos políticos y/o económicos a los que dicen representar. Esta es una realidad que lo único que hace es que el país siga detenido en lo productivo y en lo social acumulando grandes necesidades que, con empleo y mayores ingresos de la población, podrían ser satisfechas y, con ello, ir mejorando los niveles de justicia y equidad socioeconómica.
Ahora, claro, esta Ley especializada en atraer inversión es necesaria, pero no es suficiente, ya que, pensando sistémicamente, están también otros ámbitos que obstaculizan la imagen atractiva del Ecuador como país para hacer inversiones. Por ejemplo, la tramitología sigue siendo un dolor de cabeza, pues, muchos trámites son lentos y engorrosos quizá, de manera premeditada, para que en ese escenario crezca la corrupción; ya que, para agilitarlos, aparecen los tramitadores que, en contubernio, con los funcionarios de esas instancias estatales buscan ganar dinero bajo el pretexto de que al interesado le agilitan el tiempo del trámite siempre y cuando aceite sus manos con dinero corrupto que nada bien le hace a un país que, hoy más que nunca, requiere de la activación de las tres variables clave del desarrollo de una nación: inversión, producción y empleo.
El funcionamiento de la justicia es otro factor que, también, juega en contra de la buena imagen del Ecuador pro atracción de inversión. Pues, los inversionistas, sobre todo los extranjeros sí se fijan en estas variables, ya que saben que, en algún momento, demandarán los servicios de los jueces del país destino de sus recursos; esperando, de ellos, transparencia, rectitud y equilibrio en sus fallos para que, así, predomine la ansiada seguridad jurídica que, en última instancia, es lo único que les ayuda a proteger los recursos invertidos.
La seriedad, permanencia y estabilidad de la institucionalidad nacional también incide en las decisiones inversoras. De ahí, nada aporta positivamente lo que sucede en el Consejo de la Judicatura -hace poco renunció su Presidenta, en medio de posibilidades de desaparición de ese Consejo-; lo que ocurre en el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social -dos presidentes al mismo tiempo, esperando elegir autoridades de control clave sin respuesta para el país – y, por supuesto, los espectáculos de los últimos días en la Asamblea Nacional -al momento de debatir y aprobar leyes importantes- nada aportan para volverle al Ecuador un país atractivo para el destino de una inversión que sí se fija en esos detalles que, quizá acá, internamente, son vistos como cotidianos y de poca preocupación para buena parte de la población nacional.
Finalmente, hay que esperar que los actores políticos, en articulación con el sector empresarial privado y los movimientos de trabajadores, tomen conciencia de la necesidad de activar la inversión -eso sí la que tiene fines productivos- que, comparativamente con otros países de la región, es extremadamente baja para el Ecuador. De acuerdo a la CEPAL, antes de la pandemia -2019-, a Colombia llegaron 14.413 millones de dólares como inversión extranjera directa, a Chile 12.587 millones, a Perú 8.055 millones y a Ecuador apenas 974 millones. Con esas diferencias tan grandes, queda claro que, mucho de lo que hacemos, lo estamos haciendo mal, de ahí, la urgencia de cambios inmediatos pro mejora del grado de atractividad de la inversión hacia nuestra nación.