La pandemia irrumpió de modo arbitrario en nuestra vida. Llegó sin ser invitada y se instaló en casas, rutinas y cuerpos ajenos. En nuestros miedos y nuestros muertos. En nuestro ahora y nuestros mañanas. En el presente extendido, desmarcado del calendario. En los tiempos de nuestra vida y el consciente destino de la muerte. En nuestras formas de ser, hacer, pensar y convivir. Fue una experiencia de “violencia neuronal” -como señaló alguna docente- que nos situó al filo del precipicio, de lo absurdo. Del obligado autismo. De la invención de otra casta de palabras. Y en ese contexto, fuimos (¿somos?) blanco de la decepción del alumnado y de sus familias, de su ira y desafecto, de su enfado y de su hartazgo. Del reclamo por haberles arrebatado sus experiencias afectivas, “expropiadas las experiencias multitudinarias, comunitarias y solidarias” como señala Bill López (Mc Evoy, 2021), porque dejamos de ser su bisagra con el mundo real.
López y otros profesionales que cito a continuación (Chaverry R., Rivera, A., Terán, C., Castillo, K., Hernández, D., Valle, A.M., Jiménez, M.) hacen parte de la estupenda colección de reflexiones educativas sobre la Covid-19, publicadas en el libro COVID: distopía educativa (Constante y Torres, 2021). Acudo también a los textos que Carmen Mc Evoy presenta en su libro La república agrietada. Ensayos para enfrentar la peste (2021) y recojo cifras recientes de organismos internacionales sobre los retos que nos plantea la pandemia al sistema educativo, tema del cual escribí hace poco en mi columna de El Universo (Macías, 2021).
Consideraciones sobre la educación en la pandemia
- La pandemia ha develado un sistema educativo resquebrajado y desigual, ya que se han acentuado las diferencias entre quienes tienen acceso, tanto a docentes capacitados en educación virtual y uso de plataformas y dispositivos tecnológicos, y a familias con conocimientos y tiempo para apoyar el proceso, frente a aquellos excluidos total o parcialmente, sin representantes legítimos que se hagan cargo y eleven su voz, con el riesgo de que a futuro se excluya lo presencial, configurándose así otra forma de exclusión.
- La confianza en los educadores está en entredicho. La pandemia tomó de sorpresa al hecho educativo y el contrato social implícito entre los diversos actores del sistema educativo (gobierno, instituciones públicas y privadas, familias, alumnado y la sociedad entera) se tradujo en duda: ¿Los estudiantes aprendieron desde estas modalidades híbridas? ¿Es una pretensión sin fundamento pensar que lo hicieron, en el medio de un drástico cambio en los espacios domésticos, en la vida privada y en las relaciones laborales? ¿Fue este un simulacro de aprendizaje?, se preguntan algunos de los autores de la colección de ensayos.
- Al 2021, “Google Meet anuncia haber alcanzado la cifra de 2.000 millones de minutos de videoconferencia al día, equivalente a 3.800 años de reuniones; Zoom llega a 300 millones de usuarios (…) y Netflix dispara en casi 16 millones”. No son meras cifras, concluye Zamarriego, citada por A. Rivera.
- La pandemia ha limitado el lugar (simbólico y real) de los docentes, poniendo en entredicho las relaciones de poder y los tradicionales dispositivos disciplinarios. Pero no solo se trata de la posición de autoridad sino del rebasamiento de la capacidad de los maestros -lejos de ser nativos digitales- para generar contenidos y procesos desde una tecnología que les ha sido ajena. ¿Es este el fin de las escuelas?, se pregunta R. Chaverry, alertando la posibilidad de que los docentes pierdan su estatus y se conviertan en meros coachings o youtubers triviales que compiten con el mercado en busca de atraer la dispersa atención del alumnado.
Porque el asunto es: ¿cómo seguir siendo fuente de inspiración y de larga recordatoria por sus alumnos?, ¿cómo conservar la esencia de la necesaria disciplina para aprender, hacer, ser y convivir? De aquello que no puede ser confiscado por la tecnología. De lo intangible, del deseo y la pasión por el saber. Del comportamiento ético, del intercambio con otros, del respeto a las diferencias…
- La necesidad del cuerpo presente en el acto educativo es señalada por A. Rivera Quintero, quien repasa las contradicciones vividas durante la pandemia; por un lado, las estrategias sanitarias operadas a nivel global; por otro, la desesperada búsqueda del encuentro y los abrazos con familiares y amigos: “mientras se repetía el mantra ‘quédate en casa’, ocurrían fiestas en mi barrio, la gente salía a pasear, los niños jugaban en la calle (…) Ello le daba justamente esa dimensión de simulacro a la experiencia narrada”.
A Rivera le preocupa que, a futuro, la educación presencial, con la distancia social requerida y los espacios adecuados para hacerlo, sea un bien al que solo las élites puedan acceder. Es decir, que la vida de cuerpo presente sea un lujo restringido y, por tanto, lo que hay que tener muy claro es “que el cuerpo presente es necesario en el proceso educativo, primero para resquebrajarlo y después volverlo a construir”. Ciertamente, los educadores debemos cuestionarnos cuáles son los alcances del dispositivo sobre nuestros cuerpos, tanto en su dimensión real como en la imaginaria y virtual.
- Y es que como explica Terán, con el texto: Muchachos, ¿están ahí?, el alumnado no termina de constituirse a falta del espacio universitario: “no puede dejar de ser lo que es en casa para representar plenamente su rol”. Bien señala K. Castillo, en cuanto a las realidades y disensos de la educación virtual ante la pandemia, que, para los alumnos, la educación virtual no es bienvenida, ya que el “conocimiento encerrado en una pantalla parece que ha perdido toda su luminosidad”.
- Es evidente que el acto educativo, por la fuerza de los hechos, se ha trasladado a la pantalla-en-red, enfatiza D. Hernández, de modo que el análisis del tema sobre la imagen y los modos en que la tecnología digital va formando subjetividades es indispensable. Porque si hay algo que subrayar es que al hablar de educación virtual no se trata de un simple traslado de dinámicas presenciales al formato digital: “Hay algo, un misterioso factor X, que las telecomunicaciones añaden (o quitan, según sea el caso). El suplemento técnico, ni mera materia inerte ni medio transparente, agrega y modifica: transforma los modos y fuerzas que intervienen en lo educativo”.
Citando a G. Wajcman y su libro El ojo absoluto, en cuanto la realidad de todo lo visible y la visibilidad de todo lo real, Hernández remite a la promesa del mundo devenido en imagen, de extirpar “todo real y toda alteridad a la opacidad, la invisibilidad y la sombra”.
Para A.M. Valle y M. Jiménez, los objetos tecnológicos y técnicos han surgido, como liberación y como rapto, ya que al mismo tiempo nos posibilitan estar con otros, pero también interrumpen nuestra vida. Hoy saltamos al abismo sin caer, porque el salto es discontinuidad que nos transporta y modifica interna y externamente:
La educación, la escuela y el aula junto con los individuos y objetos que habitan y viven la enseñanza y el aprendizaje están en ese salto o impulso, anotan las autoras, porque educar (se) es un proceso humano, es un devenir pleno de energía que inquieta la relación entre enseñanza y aprendizaje y solo a partir de esta situación problemática el aprendizaje y la enseñanza tienen sentido (…) es un modo de individuación vital.
- En su bitácora sobre la pandemia, Carmen Mc Evoy (2021) anota que una “configuración depresiva” caracterizó el miedo a lo desconocido. Esto quiere decir que la realidad se volvió más grave que el delirio, tanto así, que según el psiquiatra italiano M. Recalcati (como cita Mc Evoy), y que casi parece una afirmación con humor inglés, hay personas con cuadros subjetivos graves que presentan signos de mejoramiento.
Y es que la peste va resquebrajando lentamente las estructuras psíquicas, pero también las políticas, económicas, culturales y sociales —apunta McEvoy— dando paso a un trastorno generalizado que se hace evidente a través de una serie de episodios concretos; por ejemplo: los vacunagate (en Ecuador las vacunas VIP) o el caso del señor Brandenburg, un farmaceútico de Wisconsin que destruyó 570 dosis de vacuna porque dudaba de la existencia de la Covid-19, al igual que afirmaba que la tierra es plana y el cielo es un escudo colocado por el gobierno para que los hombres no puedan ver a Dios en vísperas del Juicio Final.
Algunas cifras de la pandemia en la educación
- Varios estudios indican que el alumnado ha perdido habilidades en matemáticas, lectura y otras destrezas imposibles de llevar de lo digital a lo real. Según UNICEF (2021), en 27% de los países del mundo las escuelas seguían cerradas total o parcialmente y 131 millones de alumnos de 11 países, habían perdido más de tres cuartas partes de su aprendizaje presencial. La organización concluye que las escuelas no son el lugar donde mayormente se transmite el virus; por tanto, insta a gobiernos y administración escolar a su pronta apertura, cuidando el protocolo de las medidas preventivas. De hecho, Ecuador ha anunciado hace pocos días el retorno progresivo a las clases presenciales.
- En la Sesión extraordinaria del Encuentro Mundial de Educación de la UNESCO, celebrada el 26 de octubre de 2020, los jefes de Estado presentes aseguraron su firme compromiso de proteger la financiación de la educación, detallando las medidas que se adoptarán durante el año 2021 para salvaguardar la educación de los efectos devastadores de la perturbación causada por COVID-19:
En un momento en que los países están tomando decisiones difíciles y haciendo concesiones para dar un giro a sus sociedades, la educación debe ser nuestra prioridad absoluta, nuestro pilar para la recuperación. Sin embargo, en los planes nacionales de recuperación sólo se ha reservado una parte mínima -menos del 1% en promedio- para la educación y la capacitación. La financiación de la educación no es un costo: es nuestra inversión más esencial a largo plazo. Si no asignamos esta financiación ahora, nos enfrentaremos a un futuro más sombrío.
La UNESCO también ha señalado que de cada 100 escolares que viven en países con ingresos medios y bajos, 53 ya tenían pobreza de aprendizaje; es decir, no saben leer un texto simple a los 10 años o no van a la escuela, desde antes de la pandemia. Diez alumnos más ingresarían a esta categoría como resultado de la Covid-19, asistiendo a la escuela, pero sin aprender.
- Ya se adelanta que, por primera vez, las nuevas generaciones vivirán peor que las de sus padres. Según E. Ontiveros (citado en Oliver, 2021), economista español:
El incremento de las desigualdades en la distribución de la renta y la riqueza en las economías avanzadas es una tendencia que se viene observando desde hace ya casi veinticinco años. Paradójicamente, en la anterior, crisis las personas que más la sufrieron fueron las que menos habían contribuido a desencadenarla, y ahora está sucediendo algo similar. Quienes están engrosando mayoritariamente las filas del desempleo son los jóvenes y personas con niveles de cualificación relativamente bajos en el sector servicios. Por otra parte, la inestabilidad política y la polarización son fenómenos que están directamente relacionados con ese incremento de las desigualdades. El sistema económico capitalista, lejos de ganar adeptos, está esquinando y dejando en la cuneta a segmentos de la población. No está ofreciendo esa igualdad de oportunidades que siempre ha ocupado la portada de su folleto promocional. Por primera vez en la historia de las economías avanzadas, las generaciones actuales van a vivir peor que las que les precedieron (párr. 9).
- En el caso de la educación superior, el Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (citado en Pedró, 2021), destaca que es tal la brecha tecnológica que solo el 51% de hogares de la región está equipado para recibir clases, estimándose que hay una pérdida del 15% de competencias, con reportes de hasta un 30% de estudiantes no matriculados en instituciones de educación superior. Se suman a esto: la desconexión personal por preocupaciones económicas del alumnado y la desconexión pedagógica docente por falta de conocimiento para brindar clases virtuales.
Francesc Pedró, director del IESALC, en un foro universitario desarrollado en Nicaragua, señaló que “para lograr la continuidad pedagógica necesitamos echar mano de las soluciones tecnológicas que estén a nuestro alcance y al alcance de los estudiantes, a pesar de que estemos cerrados o semicerrados”. Y recalcó que hay tres elementos a ser considerados para comprender el contexto:
El primero es la pérdida de aprendizajes, con una estimación de un 15 % de pérdidas competenciales durante la pandemia, a diferencia de las pausas regulares que se tienen con las clases presenciales. El segundo elemento es la pérdida de estudiantes, registrada entre 3 % y 10 %, teniendo reportes de hasta un 30 % menos de estudiantes matriculados. Por último, la pérdida de equidad, donde se ha visto la ampliación de pérdidas entre cuartiles.
- Sin embargo, hay cuatro ventanas de oportunidad, propuestas por el IESALC, para hacerle frente a las circunstancias anotadas, desde la pregunta de si utilizando intensivamente la tecnología podemos mejorar la calidad pedagógica:
- Se pueden mejorar las capacidades docentes para brindar sus clases y hacerlo con éxito.
- Hay que avanzar en la hibridación entre las clases virtuales y las presenciales, para tener lo mejor de ambos mundos y no imponer alguno.
- Aprovechar la educación a distancia. Para el 2030, países como Argentina, Colombia y México tendrán al 85% de población adulta recibiendo clases en línea antes que de manera presencial.
- Alcanzar, por medio de la movilidad virtual, un mayor número de publicaciones gracias a la cooperación internacional y el estrechamiento de lazos internacionales para beneficiar a la comunidad (Pedró, 2021).
Palabras finales
Esas estructuras resquebrajadas, agrietadas —señala Mc Evoy (2021)— recuerdan a la técnica japonesa del kintsukuroi, el arte que repara con laca de oro o plata, los espacios rotos, y más bien los resalta como lo más fuerte de la pieza. Se trata de dar paso a la resurrección, como en la canción de Leonard Cohen: de un nuevo comienzo, de tocar las campanas que aún puedas tocar, de olvidar las ofrendas perfectas, de pensar que hay una grieta en cada cosa y es por entre las rendijas de las grietas por donde entra la luz. Y pregunta McEvoy, al igual que Cohen: ¿es posible una nueva relación entre esta humanidad agrietada?
El totalitarismo de vigilancia digital sobre el que nos han advertido varios filósofos, el recorte de las libertades civiles, el ultranacionalismo, el capitalismo agresivo que mercantiliza las relaciones humanas, el acelerado proceso de deshumanización, la creciente desigualdad planetaria, la posibilidad de futuro descarte de más de la mitad de la fuerza laboral por robots, es observado también por Mc Evoy, refiriéndose a la conclusión de Edgar Morin, en cuanto a que lo inesperado siempre se produce en la historia, por lo que debemos ser sabios y crear “pequeños oasis de vida y de fraternidad”.
Referencias
Constante, A. y Torres, J. A. (coords.) (2021). COVID: distopía educativa. Editorial Torres Asociados.
López, B., Chaverry R., Rivera, A., Terán, C., Castillo, K., Hernández, D., Valle, A.M., Jiménez, M. En: Constante y Torres (2021). COVID: distopía educativa. Editorial Torres Asociados.
Macías, G. (13 de noviembre de 2021). Educando en la pandemia. El Universo.
Mc Evoy, C. (2021). La república agrietada. Ensayos para enfrentar la peste. Editorial Planeta Perú S. A.
Oliver, R (12 de marzo de 2021). Por primera vez las nuevas generaciones van a vivir peor que las de sus padres. Ethic. https://ethic.es/2021/03/ontiveros-economia-covid-espana-futuro/
Pedró, F. (21 de enero de 2021). La transformación digital durante la pandemia de la COVID-19 y los efectos sobre la docencia. Foro “La Educación Superior en Nicaragua 2020 y El Impacto de la COVID-19”, Nicaragua. https: https://www.iesalc.unesco.org/2021/01/24/la-transformacion-digital-durante-la-pandemia-de-la-covid-19-y-los-efectos-sobre-la-docencia/
Save Our Future. (2020). Averting an Education Catastrophe for the World’s Children. https://saveourfuture.world/white-paper/
UNESCO. (2020). Educación post-COVID-19: Sesión extraordinaria del Encuentro Mundial de Educación de la UNESCO (26 de octubre de 2020). https://es.unesco.org/news/educacion-post-covid-19-sesion-extraordinaria-reunion-global-educacion-2020
UNICEF (2021). Las escuelas siguen cerradas para casi 77 millones de estudiantes 18 meses después de la pandemia, dice UNICEF. https://www.unicef.org/lac/comunicados-prensa/las-escuelas-siguen-cerradas-para-casi-77-millones-de-estudiantes-18-meses-despues-de-la-pandemia-unicef