A inicios del siglo XXI, Ecuador enfrentó una profunda crisis financiera y económica que desembocó en significativos desplazamientos de ecuatorianos hacia otros países, en busca de oportunidades y con expectativas de encontrar mejor calidad de vida. La realidad fue distinta, ya que migrar no es fácil y es algo que cada ecuatoriano aprendió desde su propia perspectiva. Desde la posición de hijos, cónyuges, padres y amigos aprendieron que el distanciarse de su país de origen y del seno familiar, no es recompensado por ninguna remesa.
Y aunque la situación en Ecuador socialmente hablando fue compleja debido a la ruptura de gran cantidad de hogares, los migrantes en sus países de destino la pasaron mal. Los migrantes ecuatorianos vivieron racismo, xenofobia y rechazo de los nativos. Entre los miedos más extendidos están la pérdida de empleo de los nacionalizados y el incremento de delincuencia, temores injustificados debido a que la oferta laboral del migrante es, por lo general, complementaria a la de los nativos y, además, la inseguridad abunda en migrantes y residentes.
La situación venezolana no es muy distinta a la ecuatoriana de hace años atrás, por ello se debe practicar la empatía. Los migrantes así como tienen derechos, también tienen obligaciones que deben cumplir, pero también merecen respeto, de hecho cualquier persona sin importar su origen o situación migratoria lo merece.
En los últimos años la crisis económica, política y social de Venezuela ha obligado a muchos ciudadanos a abandonar su país en búsqueda de oportunidades y con expectativas de mejora en la calidad de vida, tal como los ecuatorianos lo hicimos en más de una ocasión.
Queda la experiencia como país de nuestros compatriotas migrando en busca de un futuro mejor, es por ello que se deben buscar iniciativas y proyectos que permitan mejorar las condiciones de vida no solo de migrantes sino también de nuestros residentes. Para citar un ejemplo, el caso del proyecto de Movilidad Humana, denominado: “Fortalecimiento de la red integral de apoyo a la población migrante venezolana y receptora con enfoque en generación de capacidades y empleo a través de incubación de emprendimientos mediante acceso a capital semilla”, mismo que lidera la UTPL en la cual se ha brindado la oportunidad a 66 emprendedores venezolanos y lojanos a acceder a capital semilla no reembolsable con el objetivo de que puedan iniciar su emprendimiento o mejorar el mismo. Este tipo de iniciativas deben replicarse a nivel de país, pues no solo mejora la vida de los migrantes sino también contribuyen al mejoramiento económico y al desarrollo local.
Los inmigrantes de cualquier país de origen, no solo venezolanos en territorio nacional nos generan altos beneficios. Los migrantes traen conocimiento, cultura, innovación y, sin duda su oferta laboral es complementaria a la nuestra. Es decir, vienen a realizar trabajos que los ecuatorianos no queremos hacer. Sobre la delincuencia y otros problemas sociales recordemos que ocurre en toda sociedad y no solo por parte de los migrantes. Tomemos en cuenta que todo país desarrollado inició siendo receptor de fuertes flujos migratorios.