Al igual que en gran parte del mundo, la crisis sanitaria derivada del COVID-19 ha implicado impactos en la economía local, desacelerando la producción y afectando a familias y empresas que, ante una oferta de trabajo debilitada e inestable y expectativas de crecimiento poco alentadoras en el corto plazo, han optado por contraer (en promedio) su inversión y consumo. Dicha realidad es aún más compleja al incluir reducciones en el aporte del sector público a la economía.
Según datos del Banco Central del Ecuador (BCE), entre el cuarto trimestre 2019 y el mismo período del 2020, el Producto Interno Bruto (PIB) cayó en 7,25%, el consumo de los hogares -6,72%, el gasto del gobierno -6,79% y la inversión, medida por la Formación Bruta de Capital Fijo, -11,55%, revelando una compleja situación a nivel macroeconómico. En el caso del mercado laboral, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la tasa de desempleo creció de 4,6% a 5,5% entre marzo 2019 y marzo 2021, y, a su vez, el subempleo aumentó de 18,7% a 22,7% en el mismo período[1], lo cual indica un incremento de la precariedad laboral en el país en los últimos dos años. Dichas cifras también podrían explicar el comportamiento actual de los precios internos, variable que se detalla en las próximas líneas.
El índice de inflación, definido como la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC), es utilizado ampliamente para entender el desempeño de economías a nivel local, regional o nacional. Un aumento de la variación del IPC (inflación) no puede considerarse per se un fenómeno negativo para la economía; al mismo tiempo que una caída en la variación del IPC (deflación), tampoco debe suponer automáticamente beneficios para la población. Cualquier cambio en los precios debería considerar, para su correcta comprensión, el comportamiento de otras variables económicas.
En el Ecuador, el IPC estimado por el INEC tuvo una variación anual de -1,47% en abril 2021, indicando en promedio, una caída de los precios de la canasta básica. Si bien dicho comportamiento en los precios no es exclusivo del período de la pandemia (pues inició a mediados del 2017), se ha profundizado entre el 2020 y 2021, lo cual podría indicar que, los procesos de desaceleración del PIB y contracción de la demanda de trabajo en el último año generaron una menor demanda de productos y servicios, implicando ajustes en los márgenes de ganancia de las empresas y, por ende, caídas en los precios.
Los datos presentados no son alentadores, pues contracciones en el Producto, mercado de trabajo y precios podrían generar un círculo vicioso en la economía, que de no existir políticas claras y eficientes por parte del próximo gobierno (considerando que el actual está a puertas de cerrar su mandato), tendrían en el mediano y/o largo plazo, posibles impactos negativos en los sectores financiero, externo y monetario, siendo este último estrechamente vinculado con la estabilidad de la dolarización en el Ecuador.
Bajo este escenario, coincido con las primeras declaraciones del Presidente electo, quien reiteró la necesidad de priorizar a la vacunación masiva contra el COVID-19 como acción fundamental para iniciar la normalización del aparato productivo. Con dicha medida, varios sectores económicos que dependen de la presencialidad para generar ingresos podrán retomar sus actividades, aumentando su capacidad de producción u oferta de servicios, lo que se traduciría en un incremento de plazas de empleo, mayor consumo, inversión, gasto y por tanto Producto.
Si bien la vacunación masiva puede convertirse en una herramienta fundamental contra el estancamiento económico y aumento del desempleo en el corto plazo, el gobierno entrante no debería descartar políticas sociales de apoyo a los más pobres, como son la entrega de subsidios directos o líneas de financiamiento específicas con tasas de interés y otras condiciones preferenciales. Al mismo tiempo, el gobierno no puede descuidar al sector empresarial, especialmente a aquellas empresas que han sido más perjudicadas en la pandemia y que no han tenido el suficiente “músculo financiero” para recuperarse plenamente y operar con los niveles habituales de su capacidad instalada.
A manera de conclusión: pese al delicado momento económico que actualmente atraviesa el Ecuador, existe una oportunidad por parte del nuevo gobierno en generar un cambio positivo en el manejo de la economía, que finalmente establezca prioridades, iniciando con el combate serio y comprometido a la pandemia, pero sin dejar de lado el apoyo directo a las personas y sectores más vulnerables de nuestro país.
[1] El INEC no presenta información de precios en el 2020, pues según dicha institución: “En marzo de 2020, los operativos de campo de la ENEMDU fueron suspendidos debido a la emergencia sanitaria ocasionada por el Covid-19, por tanto, el número de observaciones no fueron suficientes para publicar resultados con significancia a nivel nacional ni área”.