Pensando en la mejora de la competitividad nacional, es fundamental que, en todos los ámbitos de la gestión pública, se busque crear una cultura de trabajo y acción basada en lo que es la propuesta “Tramitología con la que sea fácil trabajar (TCLQSFT)” -muy alineada a lo que Michael Hammer (padre de la Reingeniería de Procesos) explica, sobre mejora organizacional continua, en su libro “La Agenda”-, en donde, ampliando el alcance propositivo al logro del bienestar colectivo, el centro de atención debe ser el ciudadano, visto como un ser humano en cuyo alrededor están presentes, por un lado, una serie de necesidades aún insatisfechas y, por otro, varios problemas que están por resolverse desde hace muchos años.
El momento que se logre consolidar la TCLQSFT, como una forma de funcionamiento permanente del sector público -articulado eso sí a la forma operativa y desafíos del sector privado y la sociedad civil en general-, se tendrá un ambiente de negocios y de vida en donde la eficiencia y la transparencia sea lo que predomine; generando, así, un antídoto clave para espantar a ese virus maldito llamado “corrupción” que, por sus características operativas, le fascina crecer y mutar -apalancado en los principios de la creatividad al servicio del mal- en aquellos espacios lentos y engorrosos del funcionamiento de los trámites del sector público que, al final, por los obstáculos existentes -muchas veces creados a propósito- sirven de gran pretexto funcional para el llenado de los bolsillos de los inescrupulosos que para agilitar un trámite, astutamente, condicionan a que lo hacen “siempre y cuando” el usuario o beneficiario les entregue algo a cambio.
De ahí, no es raro que, ese “a cambio de”, esté expresado en el pago de coimas o la entrega de favores en otros ámbitos en donde los corruptos, hábilmente, trabajan con testaferros. En definitiva, la TCLQSFT es un aporte para que, por un lado, se disminuya el costo de la transacción porque se agilitan los procesos -dejando solo los pasos necesarios, bajo un trabajo de mejora articulado entre entidades públicas centrales y, también, locales- y, por otro, a disminuir al máximo o mejor eliminar toda posibilidad de que, en medio del enredo tramitológico, los vivos, aprovechándose de su posición laboral, obtengan ganancias monetarias siniestras gracias a que recibieron -por agilitar un trámite- alguna forma de pago para beneficio personal y/o del grupo económico o político que promocionó su incorporación en ese puesto público.
Si los trámites se diseñarían pensando siempre en la satisfacción total del ciudadano, no habría necesidad de aceitar las transacciones con dinero o favores sucios; simplemente, lo que prevalecerían es trámites ágiles y amigables, sin tareas repetitivas de por medio que más que ayudar terminan asfixiando, por ejemplo -si se direcciona el análisis al campo productivo-, a los emprendedores cuando desean iniciar un negocio o a los empresarios ya existentes al momento de cumplir con las diversas obligaciones tributarias, laborales y societarias. La lógica de la TCLQSFT, pensando en los beneficios para todos los ecuatorianos, deberá extenderse también a los trámites que van más allá de lo empresarial, por ejemplo: la obtención de la cédula de ciudadanía, el pasaporte, la licencia y matrícula vehicular; el acceso a la instalación y mantenimiento de servicios públicos básicos; etc.
Para cumplir con los principios de agilidad y amigabilidad tramitológica, hoy en día las tecnologías de información y comunicación (TIC) juegan un rol clave como medio facilitador, sobre todo cuando se trata de pasos repetitivos continuos y/o del manejo de un abundante procesamiento de datos e información. Ahora, claro, para que los trámites funcionen de forma efectiva es necesaria una mejora potente de la conectividad digital nacional.
Finalmente, para que funcione de forma integrada la TCLQSFT, además de funcionarios honestos requiere de la participación activa de cada ciudadano, en donde este, con capacidad y actitud de reclamo basado en evidencias reales, se convierta en una especie de vigilante permanente de que se hagan bien las cosas en el sector público y también en el privado, ya que, cuando la tramitología está en acción, de forma conjunta, tienden a participar -cada uno cumpliendo su rol- actores públicos y privados que, con sus recursos y comportamientos propios, en última instancia, son los que terminan aportando a la consolidación de la mejora sistémica de la competitividad del país y, con ello, aportando de forma directa, a la promoción de acciones de mejora nacional que ayuden a consolidar la visión de ese Ecuador mejor que todos deseamos alcanzar y que, por sus potencialidades diversas, es factible lograrlo.