El debate entre Donald Trump y Joe Biden, que tanta polémica ha levantado por las fuertes palabras cruzadas, sin duda dejó comentarios divididos en todo el mundo a un mes de las decisivas elecciones presidenciales del 3 de noviembre en Estados Unidos.
Los principales medios del mundo como la cadena CNN, The Washington Post y The New York Times calificaron el primer debate televisivo como de caótico con el presentador de Fox News Sunday, Chris Wallace, que perdió rápidamente el control, a medida que Trump se negaba a dejar de interrumpir las palabras de Biden.
Es indudable es que por primera vez los estadounidenses presenciaron un debate presidencial convertido en un caos, con interrupciones e insultos a minuto seguido.
Nunca en un debate presidencial en Estados Unidos ha existido afirmaciones con un tinte tan combativo. Los resultados en intenciones del voto todavía no se podrán medir porque Trump mantiene un fuerte apoyo en los temas económicos, pese a la tasa de desempleo al alza en medio de la pandemia del coronavirus.
Uno de los temas álgidos fue la discusión, por ejemplo, en torno al Obamacare, el plan de salud del expresidente Barack Obama y en el que participó Biden, quien le recordó a Trump que cuando asumió la presidencia había ofrecido presentar un nuevo programa de salud y transcurridos ya casi cuatro años y a las puertas de las elecciones presidenciales los estadounidenses no han visto ese programa. Y tampoco ha existido un plan o una política de Estado para enfrentar los efectos del coronavirus.
Según Biden, recién en estos días la administración Trump ha hablado de un programa de salud incompleto, insuficiente para echar abajo el montado por Obama y que atiende a 20 millones de personas. La ley creada en 2010 exige a la mayoría de los adultos no cubiertos por un plan de salud, ya sea proporcionado por sus empleadores o patrocinado por el gobierno, que mantengan una cobertura.
Biden intentó demostrar que Trump nunca trabajó en un programa de salud alternativo con las consecuentes interrupciones de un presidente acostumbrado a las cámaras y un presentador que no pudo controlar sus exabruptos.
El otro tema al que apuntó el demócrata fue la crisis desatada por la pandemia del Covid-19. Biden enfatizó en que Trump nunca tuvo un plan para enfrentar la emergencia sanitaria, pese a la existencia de audios donde se prueba el conocimiento de Trump sobre la gravedad del virus.
Biden intentó dejar claro que Trump no actúo a tiempo porque se dedicó a minimizar la gravedad de la tragedia al calificar al Covid-19 como una simple gripe más y que la vacuna estaba por salir antes de las elecciones. Una vacuna que posiblemente podría salir a comienzos del próximo año, una vez terminadas las tres fases de las pruebas, según Biden.
Trump intentó evadir el tema con una postura mucho más agresiva al acusar a Biden de haber pasado tres décadas en el Senado sin hacer nada, mientras él había trabajado en el sector privado y había creado riqueza y pagado millones de dólares en impuestos.
Antes del debate, The New York Times había publicado los datos tributarios de más de 20 años del republicano, que apenas pagaría impuestos gracias a unas piruetas fiscales. Trump se limitó a negar esa investigación periodística.
“He pagado millones en impuestos”, fue su respuesta. Y Biden evitó lo personal y optó por usar el caso como ejemplo de la necesidad del plan fiscal que él propone. El moderador trató de que ese tema no salga a colación porque iba a disminuir la calidad del debate y el tiempo del mismo.
El tema racial también estuvo en el libreto con un Trump asegurando ser quién más se ha preocupado por la población afroamericana. Biden le recordó las multitudinarias protestas en las calles por crímenes raciales y le acusó de ser favorable a esos movimientos de la supremacía blanca.
La respuesta de Trump fue acusar al Partido Demócrata de estar vinculado con terroristas, izquierdistas, radicales que tratan de poner desorden en las ciudades y no están de acuerdo con el tema de la ley y el orden; cuando los demócratas junto a los republicanos han manejado los hilos de la democracia de los Estados Unidos.
El presidente defendió sus políticas frente a las minorías, aunque Biden le recordó que más afroamericanos mueren con el coronavirus, una pandemia minimizada por su administración, con cuestionamientos incluso a la comunidad científica.
Igual ocurrió con el tema del empleo. Según Biden, Obama comenzó su mandato después de una crisis sin precedentes, donde se perdieron millones de empleos en todo el mundo, pese a lo cual se crearon nuevas plazas con mayores salarios. Le acusó a Trump de no haber hecho nada por esos centros industriales que había ofrecido fortalecer.
El debate tuvo un ganador, Joe Biden; cuando hablaba de cosas un poco sensibles él se dirigía a la cámara y al público, mientras Trump trataba de interrumpir.
Un triunfo de Biden podría, además, ayudar a fortalecer el multilateralismo. El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ha sido muy enfático al señalar que el multilateralismo debe estar presente en todas las democracias del mundo y que la demagogia y el nacionalismo deben desaparecer. ¿A quién se refería? A Trump.
No se puede dejar de comentar al cierre de este artículo que coincidentemente le está ocurriendo al pueblo de Estados Unidos con el riesgo que Trump asumió al no adoptar una política de Estado para combatir la pandemia. Un problema que ahora bien podría focalizarse en la Casa Blanca tras el contagio de Trump del Covid-19; no solo en el poder Ejecutivo sino en todo el estrato del más alto nivel político de la Nación.
Tras conocerse la noticia del contagio de Trump, lo primero que surgieron fueron voces de alerta sobre la seguridad nacional y los supuestos enemigos de Estados Unidos, pero también comenzaron a barajarse las incógnitas de cómo se desarrollarán las elecciones el 3 de noviembre con un Biden como la gran alternativa demócrata y el otro de los candidatos hospitalizados por el Covid-19.