El acuerdo alcanzado con los tenedores de bonos soberanos para la renegociación de la deuda por $17.400 millones es un éxito financiero y económico que da un gran alivio al Presupuesto General del Estado, dadas las circunstancias actuales del país por la crisis sanitaria provocada por la pandemia del coronavirus que ha desatado una enorme crisis económica.
Lo justo en estos momentos es felicitar sobre todo al ministro de Economía y Finanzas, Richard Martínez, y a todo su equipo. Es una estrategia que se comenzó a armar desde febrero, primero con la acertada selección de los asesores internacionales, con gran experiencia en los mercados, y luego con la integración del Consejo Económico Asesor del Presidente cuyo titular Augusto de la Torre ha tenido una acertada participación.
La renegociación avanzó pese el intento de zancadilla que intentaron poner los bonistas minoritarios, dos fondos de inversión llamados buitre, porque no aceptan ningún recorte en las tasas de interés y menos una quita en el capital. Esas firmas pretendían una orden de restricción temporal que bloqueaba el plan de Ecuador para reestructurar los $17.400 millones de su deuda soberana con una querella ante la jueza de Nueva York.
La jueza acertadamente pidió más información en relación a la deuda, a la estructura de los bonistas y considerando la situación del mundo, en estos momentos, y sobre todo la de un país como Ecuador con toda la pandemia y la crisis económica, decidió en derecho desechar la demanda.
Ecuador nunca había tenido una deuda tan alta en bonos, $17.400 millones. De ahí que en el proceso entran una serie de acreedores representados por sus fondos de inversión, los asesores puestos en evidencia, en pro y en contra.
Aquí es necesario puntualizar que quienes compran bonos en mercados como los de Estados Unidos, Europa y Japón sobre todo, que ha adquirido muchos papeles de América Latina, son personas que invierten sus dineros, sus ahorros, sus patrimonios, en lugar de mantener el dinero en el banco. Es la lógica sobre cómo funciona el mercado de capitales y de valores.
Los bonistas son gente que por intermedio del Consejo de los Fondos de Inversión y todas las instituciones de intermediación financiera compran bonos como pudieran comprar acciones, un título de capital, mientras el bono es un título financiero.
Un país, entonces, no puede simplemente declarar un no pago o una moratoria de su deuda en bonos. Los países deben honrar sus obligaciones, ser éticos, y por eso estuve de acuerdo con el desembolso que hizo Finanzas de los $325 millones del capital de los bonos 2020 tras acogerse al período de gracia en el pago de $215 millones de intereses, algo que permite esos instrumentos. Esto pese a la pandemia del coronavirus, cuando ya comenzó el confinamiento; se debía cumplir esa obligación.
Ese pago del capital sirvió para que Ecuador pueda tener credibilidad y permanecer como un sujeto de crédito confiable en los mercados. Es algo que no debe perder porque es una forma mediante la cual se financian los países desarrollados como los países en vías de desarrollo. Si hasta Europa saldrá allá en busca de recursos para afrontar la recuperación económica, porque la pandemia ha golpeado a todos los países por igual.
El tema complicado en la deuda con bonos era el plazo y el costo, obviamente los organismos multilaterales dan crédito a tasas de interés más bajas, con más plazo y períodos de gracia, pero los países necesitan de los dos instrumentos. ¿Por qué el interés es más alto en el caso de la deuda en bonos de Ecuador? Porque el riesgo país es alto, mientras hay países como Chile que acceden con bajísimo interés debido a que ese indicador es manejable.
Los países necesitan tener buen crédito y pagar y eso hizo en definitiva este Gobierno. Lo que estuvo bien, sin embargo, de pronto se volvió un tema de campaña electoral anticipada.
Ahora hay dos pasos que el Gobierno necesita adelantar de manera urgente para continuar aliviando su liquidez. Lo primero es conseguir mejores condiciones en la renegociación de la deuda con China, cuyo monto ascendería a $5.269 millones, y después negociar con el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) una obligación por más de $7.000 millones por pensiones jubilares, servicios de salud, vivienda y otros rubros.
La renegociación con el IESS tal vez demoré más porque se deben hilvanar muchas cosas, se habla de la deuda con el Seguro Social, pero eso es plata de los trabajadores ecuatorianos, manejada por el Gobierno de turno y por los burócratas de turno que van allá. Todos los cambios del presidente, del gerente del IESS son políticos. Es necesaria una reforma urgente que impida a cualquier gobierno a acceder a esos recursos a no ser que el IESS como cualquier otra institución con recursos pueda hacer negociaciones muy claras.
Cualquier endeudamiento de un gobierno con el IESS debe constar en los Presupuestos del Estado con partidas obligatorias. Si hay un préstamo de mil millones de dólares que se van a pagar a cinco años, en las proformas deben constar las partidas para cumplir esas obligaciones por ley. Así hasta empresas grandes podrían acceder a esos recursos en condiciones muy bien garantizadas.
El IESS debería acceder a muy buenas garantías para prestar su dinero y no simplemente estar obligado a transferir los recursos por razones políticas.
En cuanto a la deuda con China es urgente la renegociación con el respaldo del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, como ocurrió en el proceso con los bonistas. Los mercados internacionales toman muy en cuenta sus criterios.
Los mercados nunca van solos, van en compañía de estos organismos multilaterales que en su momento reclaman a los países el uso correcto de los recursos prestados. Cuando un país solicita un crédito a estas instituciones el primer análisis es cómo se va a pagar esos desembolsos, si los impuestos son suficientes, si no hay despilfarro, si hay austeridad, si hay ingresos, si no hay corrupción, si no roban.
Cuando Ecuador, por ejemplo, negocia un acuerdo con el FMI es porque el multilateral quiere asegurarse el retorno del capital que pertenece a los países miembros. Hay que pagar los créditos, eso es lo ético.
Los organismos multilaterales están ayudando al Ecuador, al igual que los bonistas con la reducción del capital de la deuda por $1.540 millones, lo que se llama la quita; aceptando una baja en la tasa de interés del 9,2 por ciento al 5,3 por ciento y ofreciendo periodos de gracia en el pago del capital y el interés. Eso permitirá al país tener más liquidez en estos próximos cinco y diez años.
China debería estar prácticamente obligada a tomar en cuenta estas consideraciones en un futuro proceso de renegociación de la deuda con Ecuador. Los beneficios obtenidos con el anterior Gobierno fueron muchos, no solo nos dieron crédito caro sino que se aseguraron el pago con petróleo y financiaron obras costosas porque todos esos proyectos debieron ser construidos con maquinarias y equipos chinos.
Tal vez sea necesario recordar lo que decía el expresidente Rafael Correa, quien comenzó a usar los fondos de liquidez y hasta de la reserva monetaria que existían para tiempos de crisis, porque eran capitales que simplemente estaban afuera. Y desde su personal criterio, decía que Ecuador estaba financiando al imperio, claro que él nos alejó del imperio estadounidense para someter al país al imperio chino, donde no hay democracia, no hay libertades, basta ver lo que pasa en Hong Kong.
En este siguiente paso los organismos multilaterales tienen que, de alguna manera influir, en la renegociación como lo hicieron en el proceso emprendido con los bonistas. Tras la renegociación de la deuda en bonos lo pendiente es la deuda con China.