El Gran Pacto de la Unión Europea para afrontar la crisis provocada por la pandemia del coronavirus es un plan económico considerado por sus líderes como un hecho histórico, comparado hasta con los acuerdos logrados durante y después de la Segunda Guerra Mundial. El solo haber logrado que los 27 mandatarios de los países que integran el bloque común pudieran reunirse durante cinco días y cuatro noches, noventa horas en total, para llegar a un consenso sobre un programa de reactivación productiva es digno de destacar. Es un signo de unión y cohesión, dada toda la historia de los países que integran esta comunidad.
Son países que vivieron dos guerras mundiales, grandes depresiones económicas, guerras entre ellos; con todas esas experiencias, con esa madurez, con esa historia, con esa visión, lograron sellar un pacto que mostró al mundo toda su cohesión en medio de la peor pandemia de la historia. Es necesario y justo reconocer cómo esa comunidad puede salir adelante en momentos considerados difíciles y complejos para toda la humanidad.
No es que la Unión Europea tenga todos los recursos necesarios para afrontar la recuperación económica durante y después de la pandemia, lo novedoso del acuerdo es el plan para salir a los mercados financieros con la intención de conseguir préstamos a nombre del bloque. Hay países que son económicamente y socialmente más avanzados, con mayor madurez, como Alemania o Francia, que no han dudado en trabajar en grupo. Producto de eso fue aprobado un programa de $840 mil millones, de los cuales $390 mil millones son para subvenciones y $360 mil millones para préstamos.
En este paquete se habla de ayudas especiales para Italia y España, los más afectados por la pandemia, sin especificar mayores detalles. Algunos países recibirán subvenciones, pero los préstamos serán pagados por todos los 27 países de la comunidad; los que tengan menos recursos tendrán rebajas sobre sus contribuciones en el Presupuesto de la Unión Europea para el período 2021-2027.
¿Qué significa todo este plan? Por un lado están algunos países como Alemania y Francia que asumen un liderazgo en el bloque y a su vez se comprometen a conseguir las condiciones más favorables para devolver los capitales en forma solidaria.
Es la primera vez que la Unión Europea se endeuda en bloque en los mercados, con una garantía solidaria y soberana de la comunidad. Es una lección histórica importante para el mundo, porque los países se unieron en un momento de grave crisis, por una pandemia sin precedentes, a la luz de sus experiencias. Todos los países de la Unión Europea vivieron situaciones similares, sobre todo las guerras, y ahora hacen un acto de unidad.
La historia de esos países, muchos devastados entre ellos, no ha impedido mostrar su fortaleza en los momentos al actuar como si se tratara de un solo país, con un objetivo común.
El Gran Pacto va a unir más a esos Estados; les obligará a ser más solidarios no solo en lo económico, sino en lo social. Esto responde en gran parte a la herencia de esos líderes que les antecedieron como Charles de Gaulle o Winston Churchill.
Una Europa europea significa que existe por sí misma y para sí misma, o en otras palabras, que, en medio del mundo, tenga su propia política, decía De Gaulle. Una Europa unida más competitiva en bloque hasta en la fortaleza militar, pudo hacer frente a la Unión Soviética y hasta a Estados Unidos en los tiempos actuales. No en planos de igualdad, sí en capacidad de competir.
El pacto es una lección para las potencias actuales como Rusia, un país sin libertades, con dictadura; una pálida imagen de lo que fue la Unión Soviética. O para Estados Unidos, una potencia que se ha desarrollado en la parte de la democracia, la economía, lo social y la tecnología a pasos agigantados. Un país que ha dado ejemplo e incluso se ha atrevido a participar en guerras que no le correspondían con la idea de llevar democracia al mundo.
La Unión Europea con este paso se ha convertido en un ejemplo para países grandes como China e India, que suman una población de 2.500 millones de personas, un tercio de la población mundial. Es un ejemplo, porque hay mucha historia, mucha madurez, mucho camino recorrido en todo sentido. Lo logrado fue una clara demostración de que el proyecto de comunidad europea funciona aún con el retiro de Reino Unido, que deberá llegar a acuerdos para mantenerse integrada comercialmente, desde el punto de vista de inversión y del empleo.
Es un ejemplo también para Estados Unidos, el gobierno federal de los cincuenta estados y con dos históricos y tradicionales partidos como los republicanos y demócratas que ahora ni siquiera pueden llegar a un consenso en materia económica y social y que hoy se debate en un tema interno electoral con posiciones diferentes sobre el manejo de la pandemia. Hay un forcejeo, un afán de protagonismo por el lado político para anteponerse a la ciencia. Como hay una campaña electoral, existe una especie de competencia entre la política, la ciencia y la crisis sanitaria.
Pero la América del Norte compuesta por Canadá, Estados Unidos y México, con una población aproximada de 500 millones de habitantes, con diferentes niveles de desarrollo y disparidades en lo económico y social, puede ser la punta de lanza para formar un gran bloque que permita enfrentar crisis no solo como la de la pandemia.
Si a eso sumamos el resto del continente americano, también con 500 millones de habitantes, hablamos de mil millones de personas en un solo continente territorialmente independiente sin problemas limítrofes y además rodeado por los dos océanos más grandes, una comunidad que podría hacer mucho por el mundo.
Un nexo entre la comunidad europea y el continente americano representaría una población de 1.500 millones de habitantes superior a la de China o de India. Una comunidad que en conjunto, con sus diferencias, podría dinamizar la economía del mundo con tantos recursos, sobre todo en América Latina, con todos los lazos históricos que existen, incluso en los idiomas como el inglés, el español, el francés, el portugués, el italiano y hasta el alemán.
Lo ocurrido en Europa con esa maratónica sesión para afrontar la crisis del coronavirus que golpea al mundo entero es una lección que vale la pena analizar, porque no se trata solo de combatir la pandemia, sino de adelantar proyectos de unidad.
El fortalecimiento de la unión entre Europa y el continente americano ayudaría mucho al trabajo en equipo en la investigación y el desarrollo de la ciencia para combatir enemigos inéditos como el Covid-19. De ahí que solo el acuerdo de los 27 países de la comunidad europea ya es histórico.