Las redes sociales pueden promover cambios en los comportamientos de las personas y a la vez se han convertido en testigos de cómo los seres humanos nos hemos adaptado a la cuarentena ocasionada por la pandemia del coronavirus. Se realizó una búsqueda de información a través de metabuscadores para conocer el papel que han tenido las redes sociales en esta pandemia; los aspectos positivos, negativos y aquello en lo que se puede mejorar. Para este análisis se han utilizado varios artículos científicos y de prensa confiable.
A raíz del aislamiento y distanciamiento físico, los contenidos en las redes se han multiplicado, sin embargo, parte de esta información se trata de noticias falsas, alimentadas por el miedo, que se difunden con muchísima facilidad. La salud mental de muchas personas se ha visto afectada por la gran cantidad de información a la que están expuestos a través de las redes sociales y, episodios de ansiedad y depresión se han hecho más frecuentes. Las noticias falsas o que contengan información no verificada también pueden generar una falsa sensación de seguridad al asegurar que existen métodos efectivos, distintos a las normas básicas de higiene y protección personal, de prevención o cura para la enfermedad.
Para el caso específico del Covid19, las redes deberían utilizarse para compartir información verificada y certera, además de ofrecer datos sobre cuándo las personas deben acudir a buscar atención médica; cuándo, dónde y cómo pueden realizarse una prueba de diagnóstico y qué deben hacer con el resultado. Agencias gubernamentales, organismos internacionales de salud, así como también los mismos administradores de las redes sociales, han intentado luchar contra la enorme difusión de noticias falsas e información no verificada, sin embargo, pueden realizar un trabajo más exhaustivo y colaborar con las agencias estatales de salud para mejorar la comunicación de datos a la ciudadanía y monitorear el avance de la pandemia.
Introducción
Las redes sociales digitales han aparecido apenas desde comienzos del siglo XXI y se han extendido a todos los continentes y regiones del planeta; se han posicionado como una herramienta usada por miles de millones de personas. Los adultos jóvenes son importantes usuarios de estas redes y los investigadores sanitarios han intentado aprovechar esta situación para implementar estrategias en promoción de la salud e intervenciones para promover cambios de comportamiento y adopción de estilos de vida más saludables (Klassen, Douglass, & Brennan, 2018). Estudios han evidenciado efectos positivos al usar las redes sociales para incidir en las conductas nutricionales de adolescentes y adultos jóvenes (Chau, Burgermaster, & Mamykina, 2018). Las redes sociales ofrecen plataformas eficientes y fáciles de usar para promover la participación y compromiso para que las intervenciones de promoción de la salud sean exitosas (Gabarron, Bradway, & Fernandez-Luque, 2018). Dentro de las redes sociales se han autoformado líderes de opinión, cuya incidencia también influye en la adquisición de comportamientos tan variados como, por ejemplo, prevención de VIH o aumento del consumo de vegetales (Zhang, y otros, 2020).
La pandemia del coronavirus ha trastocado la vida de todos los habitantes de la Tierra, como ninguna otra pandemia en la historia. Aunque han existido y existen otras enfermedades más mortales y letales, ninguna ha ocasionado un sismo tan grande. Si bien el protagonista principal es el SARS-CoV-2, las redes sociales están jugando un papel crucial en el desarrollo de la emergencia sanitaria; sucesos positivos y negativos han traído las redes sociales a ésta, su primer gran pandemia. Si bien Twitter y Facebook habían ya ‘nacido’ para la pandemia de H1N1, hace 10 años no existía la misma cobertura de internet móvil ni teléfonos inteligentes, además, el número de usuarios de estas redes se ha quintuplicado en la última década (Lean Factor, 2020).
Metodología
Se ha hecho una revisión de la literatura, artículos científicos, documentales, artículos de prensa sobre el papel de las redes sociales durante la pandemia de coronavirus (SARS-CoV-2) de 2020. La búsqueda se realizó en metabuscadores como Google, Google Scholar y PubMed. Las palabras usadas para la búsqueda fueron: Redes sociales AND coronavirus AND pandemia, Social Media AND COVID, Social Media AND health behaviour.
Desarrollo
El aislamiento ha ocasionado que personas de todas las edades empiecen o aumenten el uso de las redes sociales y otras herramientas de tecnologías de información, sea para informarse, compartir contenido informal con sus seguidores, comunicarse, trabajar, estudiar, entre otros. Los comportamientos en general se han visto obligados a cambiar -y en algunos casos de forma abrupta a consecuencia de la cuarentena y las redes son testigos de muchos de estos cambios.
Las personas se han desinhibido y han empezado a publicar contenido en sus cuentas, que va desde compartir una fotografía, noticia, creación de vídeos, tutoriales, hasta retos. Los expertos consideran que es un comportamiento normal al estar en confinamiento, ya que nos permite proyectarnos y seguir estando ‘‘ahí’’ con los demás (Malvesí, 2020).
Al momento, las redes tienen el poder de marcar la agenda mediática y amplificar la situación de la pandemia; basta con que un tema se viralice en redes, para que al siguiente día se convierta en el titular de los noticieros y en el tema para entrevistar a expertos. Además, la información amplificada puede ocasionar dos escenarios; banalización de la realidad (el coronavirus es un simple resfriado) o histeria colectiva (Lean Factor, 2020).
Al inicio de la crisis mundial, personas o lugares relacionados a China fueron víctimas de racismo y discriminación. Las imágenes que el mundo veía del epicentro del coronavirus y el pánico que esto generaba, ocasionó que se vaciaran restaurantes y tiendas chinas y que personas provenientes o descendientes de estas regiones, fueran víctimas de violencia en calles y vecindarios (Depoux, Martin, Karafillakis, & Preet, 2020).
En Wuhan, epicentro de la pandemia, se evidenció un aumento proporcional de la cantidad de publicaciones en redes sociales de acuerdo con el aumento en el número de casos de COVID-19; cada 10 casos confirmados, existían 40 nuevas publicaciones. Estos hallazgos fueron menores en provincias más distantes al epicentro (Li, Xu, Cuomo, Purushothaman, & Mackey, 2020). Sin embargo, hasta el 25% del contenido relacionado a la pandemia del coronavirus puede contener información errónea y dos de cada diez publicaciones tendrían información no verificada. Este es un fenómeno que se propaga a un ritmo alarmante y que constituye un peligro para la seguridad pública (Kouzy, Abi Jaoude, & Kraitem, 2020).
Hasta el 25% del contenido relacionado a la pandemia del coronavirus puede contener información errónea y dos de cada diez publicaciones tendrían información no verificada. Este es un fenómeno que se propaga a un ritmo alarmante y que constituye un peligro para la seguridad pública (Kouzy, Abi Jaoude, & Kraitem, 2020).
Los principales factores asociados a la inmensa divulgación de información errónea son: la presión de la demanda de información durante la crisis, la facilidad de difusión de la información a través de las redes sociales, factores culturales, los incentivos de comercialización y la escasa supervisión legal de los contenidos en línea. Los contenidos más buscados en redes tienen que ver con temas de estadísticas de la pandemia, tratamientos, vacunas, métodos de prevención, recomendaciones dietéticas y las formas de transmisión (Bastani & Bahrami, 2020).
La exposición frecuente a las redes sociales durante la pandemia ha demostrado estar relacionada con mayor incidencia de ansiedad y depresión. Un estudio en China reveló que el 80% de los encuestados estuvo frecuentemente expuesto a información de las redes sociales y que los episodios de ansiedad aumentaron en un 72% y, episodios mixtos de ansiedad y depresión, en un 91%(Gao, Zheng, Jia, Chen, & Mao, 2020). Estos hallazgos hacen imperativo que los gobiernos y las redes sociales regulen el contenido publicado y promuevan programas preventivos y curativos enfocados en salud mental.
Un estudio en China reveló que el 80% de los encuestados estuvo frecuentemente expuesto a información de las redes sociales y que los episodios de ansiedad aumentaron en un 72% y, episodios mixtos de ansiedad y depresión, en un 91% (Gao, Zheng, Jia, Chen, & Mao, 2020).
Las descargas de aplicaciones han aumentado en estas semanas y, las personas, al actuar con más emoción que razón, dedican menos tiempo a configurar la privacidad de sus nuevas cuentas y disminuyen también la conciencia sobre que un vídeo que subimos, en pocos segundos estará circulando al otro lado del mundo, sin que tengamos control sobre la difsuión de éste, incluso si lo borramos (Malvesí, 2020).
El miedo actúa como un caldo de cultivo en el que puede proliferar la desinformación y noticias falsas. La UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) ha liderado las políticas en contra de las noticias falsas y promover información real sobre la pandemia y advierte sobre el peligro de campañas de desinformación orquestadas, las mismas que conllevan a un riesgo al abolir la importancia de un conjunto de hechos certeros (ONU, 2020).
La falsa sensación de seguridad también puede ser promovida por las noticias falsas sobre nuevos medicamentos o prácticas que aseguran prevenir la infección o curar el coronavirus. Estas situaciones pueden poner en peligro muchas vidas. Los creadores de contenido falso tienen al miedo como su principal aliado, ya que miles de personas comparten este contenido sin ningún juicio o investigación previa (ONU, 2020).
Los medios más usados para la difusión de noticias falsas son los audios a través de Whatsapp; desde supuestos médicos con información clasificada del COVID, pasando a policías que recomiendan abastecerse, hasta denuncias falsas sobre saturación de centros hospitalarios. En cualquier caso, esta información genera más pánico entre la población y no aporta de ninguna forma a solucionar los problemas (Sánchez J. , 2020).
Varios expertos buscan otorgarles a las redes ciertas responsabilidades y que asuman un papel más activo en cuanto a preparación, respuesta y recuperación de las emergencias sanitarias. Algunas de las acciones que se pueden realizar en respuesta a la pandemia son: controlar las noticias falsas y dirigir a los usuarios a fuentes confiables, funcionar como herramienta de diagnóstico y sistema de referencia para aquellas personas que necesitan atención médica, brindar apoyo psicológico a través de chats online, convertirse en plataformas para la educación en salud (medidas de higiene, uso correcto de prendas de protección, etc.) y para capacitación del personal sanitario (Merchant & Lurie, 2020).
Las cuentas de organizaciones gubernamentales en las redes sociales deben también jugar un papel protagónico para difundir información veraz y oportuna. La información relacionada con las últimas noticias sobre la pandemia y sobre el manejo de la emergencia por parte de los gobiernos, conducen a una mayor participación de los ciudadanos ya que les permite reducir sus incertidumbres. Parece ser que, en momentos de crisis sanitarias, las publicaciones que contienen texto son más apreciadas por los usuarios, que aquellas con contenido multimedia (Chen, y otros, 2020).
Twitter y Facebook han intentado contrarrestar la inmensa cantidad de información falsa. La primera, por ejemplo, al ingresar la palabra coronavirus en el buscador, te recomienda páginas oficiales para informarse. En España te lleva a la cuenta del Ministerio de Sanidad de ese país. En países latinoamericanos te aparece la cuenta de la Organización Panamericana de la Salud (Sánchez, 2020).
Se ha propuesto la creación de mapas en tiempo real que trabajen con datos de tiempo y espacio (por ejemplo, geocodificación de mensajes y tweets) para ubicar los lugares y momentos en los que se esté compartiendo mayor cantidad de noticias falsas/rumores. Una vez ubicados, se pueden implementar estrategias de comunicación con datos reales y de fuentes fidedignas, con la finalidad de reducir el pánico en las comunidades afectadas (Depoux, Martin, Karafillakis, & Preet, 2020).
Discusión y conclusiones
Las redes sociales tienen influencia para cambiar el comportamiento de las personas para mejorar sus estilos de vida. Actualmente, las redes han sido testigos de cómo la pandemia por coronavirus ha ocasionado profundos cambios en el funcionar de la sociedad y el comportamiento humano no ha sido la excepción. Se pueden evidenciar aspectos negativos debido a la gran cantidad de información a la que tenemos acceso, como las noticias falsas, mayor riesgo de ansiedad y depresión, pérdida de privacidad, entre otros. Sin embargo, también existen aspectos positivos, como la posibilidad de recrear nuestra mente con actividades o retos que se promueven en las redes sociales, estar en contacto con amigos y seres queridos con los que no podemos estar físicamente, trabajar, estudiar, entre otros.
Las redes sociales digitales deben funcionar como un espacio de información y esparcimiento equilibrado que no cause más daño físico, mental o social del que ya causa la pandemia; tanto usuarios como administradores de las redes debemos actuar con responsabilidad al crear y compartir contenido. Por otro lado, las redes sociales también pueden tener un papel más protagónico al colaborar con la elaboración de mapas en tiempo real que ayuden a los estados a monitorear el avance de la pandemia.
Editora: María D. Brito-Rhor, PhD. Profesora Comportamiento Social y de Salud de la Maestría de Salud Pública de la Universidad San Francisco de Quito.