La situación actual con todo lo que conlleva, ocasiona en las personas una sensación de impotencia y fragilidad, resaltando cierta sensibilidad en un gran número de personas, en especial aquellas que han experimentado la pérdida de seres queridos o lidian diariamente con el dolor, como lo son el personal de salud. Las emociones no son ni buenas ni malas en sí mismas, sin embargo en los actuales momentos es común evidenciar en las personas varias emociones nocivas que como la mayoría ya conocemos, afecta el estado de salud física, emocional y es un agravante para menoscabar nuestro sistema inmunológico.
En la ayuda asistencial psicológica por vía telefónica brindada en los actuales momentos, he podido evidenciar que seguido del virus, el cual es un enemigo real, se encuentra el temor y la angustia. Estas emociones que se han incrementado en los últimos días en la población, está llevándolos a otros sentimientos como la culpa; el enojo; frustración, e incluso a la somatización de síntomas relacionados al Covid-19 o el desencadenante de otros problemas se salud pre existentes.
La forma como se ha presentado esta pandemia, que no ha respetado situación económica, nacionalidad, raza, edad o sexo, crea una sensación de incertidumbre sobre la situación actual y el futuro. Es normal un nivel mínimo de ansiedad, que permite que estemos en guardia frente a situaciones nuevas y desconocidas, también un nivel de temor básico, nos permite ser prudentes y tomar medidas de previsión, esto es lo sano, pero una vez que tengamos conocimiento básico de los que está sucediendo, debemos adecuarnos a las nuevas condiciones de vida, si esto no ha sucedido en lo que va del tiempo, estamos hablando de problemas emocionales que debemos tratarlos a tiempo, antes que nos dañen significativamente.
La ansiedad negativa o nociva afecta nuestra estabilidad fisiológica y emocional, no debemos permitir que se incremente al punto de quitarnos la paz. En el caso del personal de salud, las largas jornadas de trabajo, la mala alimentación y falta de ejercitación y recreación, los puede conducir a una saturación mental que puede poner en riesgo su salud física y emocional. Si bien es cierto son “héroes”, deben estar conscientes de sus limitaciones y necesidades propias. El sistema de salud debe prever para el personal de la salud grupos y personal de apoyo que los asista en la catarsis de sus vivencias diarias y puedan ser atendidos con una escucha empática para procesar su carga emocional diaria en estos tiempos de crisis.
Podemos tomar en consideración algunas pautas que nos pueden ayudar a minimizar la angustia nociva
- En el caso del personal de salud, estos no pueden excederse en el tiempo de atención a pacientes, deben tener espacios de recreación y descanso. Su alimentación e hidratación debe ser especialmente atendida.
- Cuidar todo aquello que entre por nuestros sentidos (lo que escuchamos y vemos). Evitemos escenas o testimonios fuertes que nos sensibilicen.
- No estar pendientes de las últimas noticias de forma compulsiva. No nos ayuda en nada saber el incremento de contagiados o muertes.
- Pensar en el presente, no anticiparnos a cosas que no han ocurrido, pues no tenemos control de ellas, pensemos en el ahora en el futuro cercano (mañana), no más allá de ello. Pensar en cosas buenas que nos edifiquen.
- Desarrollar o fortalecer una relación con Dios para incrementar nuestra fe, pues la fe es lo opuesto al temor y nos llena de esperanza.
- Hacer todo aquello que está a nuestro alcance y reconocer nuestros límites (seguir todos los cuidados y medidas de salud)
- Reconocer que somos seres finitos, dejar que Dios sea Dios, hay muchas cosas sobre las cuales no tenemos el control.
- Evitar emociones que dañen nuestro sistema inmune (ira, angustia, depresión)
- Practicar la comunión con Dios mediante la oración (llevando todas las cargas emocionales a Él, porque Él tiene cuidado se nosotros)
- En lo posible, llevar horarios dentro de casa (trabajo, descanso, distracción, compañerismo en familia)
- Compartir con familia y seres queridos con los que están con nosotros y con los lejanos mediante medios electrónicos. (Compartir cosas buenas, lo malo ya todos lo saben)
- Nuestras palabras son importantes, declaremos vida, salud, salvación, redención para todos. No muerte, lamento, pesar, pérdida.
- Tener un tiempo para reír y preocuparnos por los demás. Es tiempo de ser solidarios.