Para los pacientes más gravemente afectados por el Covid-19, los respiradores artificiales son la última esperanza de vida. Sin embargo, ni los sistemas de salud de los países más desarrollados del mundo cuentan con la cantidad de equipos necesarios para enfrentar esta pandemia.
Los respiradores se utilizan en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) y cumplen la función del pulmón. Estos respiradores los conectan al paciente mediante un tubo endotraqueal permitiendo el ingreso de oxígeno. No es algo casero, que se lo consigue en cualquier lado, es un equipo sofisticado y computarizado que se lo programa de acuerdo a la frecuencia respiratoria y cumple parámetros de presión, concentración y saturación de oxígeno.
Los respiradores son necesarios porque se estima que aproximadamente un 5% de las personas que dan positivo al Covid-19 termina padeciendo del llamado síndrome de distrés respiratorio del adulto (SDRA). Frente a la respuesta inflamatoria desmesurada (de los pulmones) a la infección, en este caso vírica, por coronavirus.
Debido a ello se crea un gran acumulo de secreción alveolar que actúa como bloqueo al oxígeno que no puede traspasarla, lo que produce insuficiencia respiratoria. Al no contar con un tratamiento, lo único es poner a los pacientes en ventilación mecánica esperando a que el organismo reaccione y venza al virus.
Su fabricación está a cargo de empresas especializadas y su costo puede variar entre $10 mil, $15 mil o $20 mil. Esta pandemia no estaba prevista y por ello los Estados no se autoabastecieron con los equipos. Las UCI de los hospitales tienen los respiradores de acuerdo al número de camas que disponen y a la endemia que se presenta. Esa es la razón por la cual, hoy en día con el aumento de flujo de pacientes que lo requieren, hay escasez.
Por ello se han presentado diversos prototipos de respiradores mecánicos, que no son electrónicos ni computarizados, pero es posible que ayuden, habría que someterlos a los ensayos luego examinarlos y analizarlos si ya se los está utilizando y cuál ha sido su resultado. Obviamente, la emergencia crea ese tipo de iniciativas, debido a la escasez de los equipos y a su costo.
Sin embargo, también existen equipos manuales también conocidos como ambu o bolsa auto-inflable, que proporcionan ventilación con presión positiva, para aquellos pacientes que no respiran o que no lo hacen de forma adecuada. Forma parte de cualquier equipo de emergencias tanto fuera como dentro de un hospital.
Estos se accionan manualmente, mediante el movimiento de la mano al apretar y aflojar la bolsa y de esa manera se envía aire al pulmón. Para ello, es necesario que una persona esté insuflando aire permanentemente, este equipo se usa en periodos cortos de tiempo, por ejemplo en el traslado de pacientes en una ambulancia hacia un hospital.
Otro de los equipos necesarios para ayudar a los pacientes con Covid-19, son las bombas de infusión. Estas máquinas ayudan a introducirle líquido vía intravenosa, a través de ellas también se coloca el medicamento. La idea de estos implementos es que se los puede programar ayudando a tener más control de los pacientes. A estos se suman las camas adaptadas con diversos mecanismos para acomodar al usuario de acuerdo a su necesidad. Esos son parte de los implementos de las UCI, en la que se requiere el uso de la tecnología, para ayudar al trabajo del personal médico.
Por ello nuestro deber como ciudadanos es quedarnos en casa y evitar saturar los hospitales en los que se están recibiendo a las personas contagiadas. Si las cuarentenas y los aislamientos son respetados se podría empezar a hablar de un aplanamiento de la curva de contagio, además del número de casos que se vayan presentando. Estamos aún lejos de hablar de un descenso de la curva.
Otra medida es el uso de las mascarillas, el lavado de las manos, el seguir los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el distanciamiento social. Esto ayudará a que la curva llegue a un límite e inicie el descenso.
Pero se requiere que las personas sean más disciplinadas y organizadas, se observa en los mercados y en la calle que no se utiliza las mascarillas correctamente o ni siquiera las usan. Lastimosamente, muchas personas no tienen una cultura de la prevención y de la higiene y tampoco se lavan correctamente las manos. Son muchos aspectos, que impiden detener el contagio, en los que se incluyen las equivocaciones de los que manejan la crisis. Todo es un conglomerado de situaciones que confluyen a que la pandemia siga aumentando.
Es probable que alrededor del 70% de la población contraiga el coronavirus. Todo dependerá del cuidado que se tenga para evitar el contagio, pero una vez que termine el aislamiento, no significa que el peligro pasó, porque el virus sigue y muchas personas lo tendrán y ni siquiera sabrán que están infectados, porque son asintomáticas, convirtiéndose en un foco de transmisión.
Todo depende del nivel de educación y auto educación que adquiramos utilizando lectura científica confiable, porque en las redes sociales hay muchas mentiras y la gente se confunde; hay que buscar profesionales que expliquen y enseñen bien lo que está pasando y cómo prevenir las enfermedades, ahí juega un rol importante el estado, las universidades, colegios, asociaciones de profesionales, etc. para informar a los ciudadanos todo lo que ocurre. Las personas necesitan educarse mucho más y prepararse, empezando por los que dirigen el manejo de la crisis, que es de salud y en la que deberían estar epidemiólogos, salubristas con experiencia práctica en manejos de epidemias, bioseguridad y otros, que apunten más a lo técnico y menos a lo político.
Hay que aplicar la Ley, por ejemplo, en las adquisiciones de mascarillas y de equipos de protección, porque no es posible que en la farmacia no se encuentre estos implementos, pero los tiene el vendedor ambulante de la esquina sin garantía de higiene. Probablemente venda mascarillas contaminadas por la manipulación del vendedor. ¿De dónde las obtiene? Indudablemente alguien les está proveyendo a ellos.
El gobierno también debería controlar los precios de las medicinas en las farmacias, porque todo tienen un precio elevado incluso los medicamentos que no tienen ninguna relación con la emergencia. Y los precios no bajarán cuando termine esta emergencia.
Vivimos una situación en la que la gente pobre, que no tiene un buen salario tampoco puede acceder a la medicación. El Estado debe intervenir en las cadenas de producción y de distribución a quienes venden las medicinas a precios exorbitantes. Lo mismo ocurre con los alimentos, los precios se han elevado como si la gente tuviera millones de dólares, pero la realidad es que no hay trabajo y por esta emergencia muchas personas han perdido su empleo. Entonces ¿en dónde está la intervención del Estado para el control? Hay que ver dónde esta el problema, acudir allí y solucionarlo.