Por causa de la pandemia del Covid-19 varios países del mundo están tomando medidas para tratar de que el número de personas contagiadas no aumente y el Ecuador es parte de este grupo.
Desde hace más de 15 días, la cuarentena es una de las medidas adoptadas por el Gobierno para enfrentar esta pandemia, pero ¿qué tan preparadas están las familias para convivir en este aislamiento obligatorio?
En algunas personas esta cuarentena sanitaria puede provocar ansiedad y pánico, lo que su vez generará un desequilibrio, primero en el relacionamiento con las personas que están dentro de la familia e incluso podría conllevar a una violencia intrafamiliar, en especial, si ya hubo antecedentes. Esa violencia quizá se reactiva cuando empiezan a molestar ciertas actitudes o cosas del resto de convivientes, porque se observa más a las personas e identifica actitudes y conductas que no las habían visto nunca, enmascaradas por el día a día, la rapidez que vivimos, el trabajo y las múltiples preocupaciones, a veces hace que nos olvidemos de observar, prevaleciendo el mirar. No quedamos exentos de malestares que podrían irritar la convivencia y pequeñas discusiones que se pueden sobrellevar.
Para contrarrestarlo, en este tiempo hay múltiples actividades que se pueden realizar en familia que van desde la mantención del sitio de convivencia, por ejemplo ver lo que se tiene en la habitación y clasificar lo que no se necesita, cuidar a las plantas, limpiar todos los espacios, sacarle brillo a las cosas, sacar la basura, cocinar… Esta última no es una tarea exclusiva de la madre de familia, sino una actividad en la que todos los miembros de la familia deben participar. Muchas actividades del hogar se están convirtiendo en una oportunidad para compartir y sumar. Esta puede ser la época idónea para implementar un pequeño huerto de cultivos de ciclo corto como el tomate o el pimiento, así los niños y adolescentes observarán cómo crece la planta con su cuidado y aprenderán la importancia de cuidar del otro y cuidarse así mismos.
Con los niños es importante realizar juegos que les permita aprender y a la vez desarrollar destrezas, enseñarles los juegos tradicionales que, prácticamente, se han perdido como el saltar soga, jugar al elástico o a la rayuela. Los niños son muy creativos e imaginativos y solo necesitan los objetos apropiados para desarrollar su potencial. Hay quienes creen que el celular, la televisión, un canal X, la TV satelital o la computadora son juguetes, pero no lo son.
No necesariamente hay que darle un aplicativo o descargárselo, para que el niño o el adolescente se introduzca en ese mundo a jugar solo y aislado. Lo importante sería rescatar que hay miles de apps, donde los adultos debemos colocar nuestro rol de guía, mediador, seleccionando aquellas iniciativas como #AprendoEnCasa, de la que son parte siete países y más de 20 Organizaciones de América Latina. En la página web www.aprendoencasa.com se encuentran diferentes actividades y recursos tecnológicos, que permiten identificar cuál es el app más apropiada para los niños y adolescentes.
Es muy importante a cualquier edad tener espacios de diálogo, de reflexión y llegar a acuerdos y compromisos. No necesariamente la mejor manera de compartir responsabilidades es estar siempre de acuerdo con ellas. Es importante escuchar a los niños y adolescentes porque tienen ideas interesantes que pueden ser aplicadas dentro de estos acuerdos de convivencia.
Con los adolescentes además de los juegos de mesa se crea una oportunidad mutua de aprendizaje, en especial en el área tecnológica, porque pueden ser estupendos maestros de los llamados migrantes digitales.
Esta cuarentena ha sido una valiosa oportunidad para compartir entre padres e hijos. Ellos tienen a sus papás las 24 horas del día, los siete días de la semana, los niños han visto a sus padres haciendo las actividades y los oficios de la casa, también trabajando porque con el teletrabajo muchos han pasado totalmente absorbidos, pero aprenden de ello y eso es lo que les genera seguridad y confianza.
Sin embargo cuando esta emergencia pase y se vuelva a la rutina diaria, el retorno puede generar dos tipos de emociones dependiendo de las edades, por un lado un fuerte apego en los niños hacia sus padres y en los más grandes una sensación de libertad y de salir corriendo. Puede ocurrir que los adolescentes se sientan más inseguros de andar solos en las calles, porque ya se sintieron protegidos.
Con los más pequeños se puede presentar un problema, en especial, para las profesoras de preescolar y de los primeros años de educación básica, porque tradicionalmente los niños tuvieron periodos de adaptación de dos semanas en las cuales se desarrollaban actividades para ayudar a su integración. Las maestras van a tener un desafío mucho más importante como ir fortaleciendo ese apego, para que no se desbarate ni se diluya y a la vez fortalecer esa independencia, que logra buscar la autonomía de cada persona.
Lo que vamos a tener que aprender quienes somos maestros de jóvenes es la importancia de crear espacios y metodologías que permitan el relacionamiento, muchos de ellos van a salir muy ávidos de volver a abrazar, de ver y sentir porque los seres humanos tenemos esa sensibilidad de activar todos nuestros sentidos, de olfatear para identificar al otro, de comprender con una mirada y ver cosas que no necesariamente las tenemos que expresar.
Otro aspecto en lo que se debe poner especial atención es el rescatar las acciones que deben de ser importantes y primordiales hoy en día, como lavarse las manos, que ya se ha convertido en un hábito en los trabajos y en las instituciones educativas. La Organización Mundial para la Educación Preescolar en Ecuador y a nivel mundial organiza cada 15 de octubre una campaña de lavado de manos recalcando su importancia para tener una buena salud. Y hoy más que nunca debemos aplicar esta rutina para combatir al Covid-19.