Lo que sucedió el domingo pasado y lo que sigue ocurriendo en Venezuela es parte de la actitud chavista acogida por Nicolás Maduro de querer concentrar y llenar todos los espacios, una dictadura en la que no tiene lugar la democracia.
Los intentos de compra, presión y hasta chantaje que ha utilizado Maduro para lograr sus objetivos son una clara demostración de actos que repugnan.
La autoproclamación de Luis Parra, disidente opositor acusado de corrupción, en una reunión que deja mucho que desear, no se sabe cuántos miembros del Parlamento estuvieron, cuántos se abstuvieron, votaron en contra o lo apoyaron, fue un proceso a escondidas. Y la sesión convocada en la sede del Diario El Nacional, en la que Juan Guaidó fue ratificado presidente del Parlamento venezolano con 100 votos de 167, complica aún más el panorama político del país.
La comunidad internacional está convencida de que Venezuela no tiene ninguna libertad. Maduro tiene una clara intensión de crear las milicias con cuatro millones de venezolanos, a quienes se les pagará con recursos del Estado. No existe un tema de economía productiva ni de servicios, todo es para el Estado y la gente lo acepta porque necesita subsistir y tener un ingreso, ya sea aprendiendo a usar armas, vistiendo un uniforme y recibiendo órdenes. Son cuatro millones de ciudadanos a los que se pretende someter al régimen de la forma más burda. Y el que no quiere, que se vaya.
Y lo han hecho, hay millones de venezolanos que han abandonado su país y buscan refugio en otros. Son ciudadanos que, si existiera un gobierno democrático, estarían contribuyendo al bienestar económico y social de Venezuela. Pero ocurre todo lo contrario, porque esta salida masiva afecta a toda la región. Solo en nuestro país se ha incrementado la fuerza laboral y hay un excedente de mano de obra, generando una alta tasa de desempleo, al igual que en Colombia, Perú y Brasil. A ello se suma el gasto que implica usar recursos y solicitar a organismos internacionales contribuciones, para atender a los ciudadanos venezolanos. Es comprensible y desde el punto de vista de los derechos humanos, nos les queda otra opción que salir de Venezuela. Pero esta situación va en desmedro de nuestros recursos, de nuestra capacidad económica e incluso de nuestras reservas de recursos naturales. En especial, en un país en el que se deben satisfacer las necesidades básicas de la población.
Para sobrellevar este problema Guaidó lo ha dado todo. Incluso exponer su vida al tratar de entrar al Parlamento custodiado por las Fuerzas Armadas. Sin contar con que la oposición está perdiendo respaldo interno, porque hay unos 30 perseguidos con orden de prisión que han tenido que salir del país, esconderse o ya están presos.
Quienes muestran su respaldo al líder opositor son más de 50 países ¿pero hasta dónde ese apoyo es efectivo?, porque la situación en Venezuela no tiene visos claros de solución. Incluso los problemas políticos que debe resolver los Estados Unidos, como el juicio de Donald Trump y un posible enfrentamiento bélico con Irán distrae la atención y los esfuerzos que hacía para ayudar a Venezuela. Eso tampoco ayuda a Guiadó.
Rusia y China, por su parte, siguen apoyando a Maduro por intereses propios. Rusia es un país que va perdiendo su fuerza y en unos 25 años ya no estará entre los 10 países con las grandes economías del mundo. En cambio China tiene que alimentar a 1 250 millones de habitantes para lo cual necesita la materia prima y los productos que América Latina le vende como minerales y petróleo.
En Venezuela hace falta un levantamiento de gran magnitud, pero cada vez es menos posible, porque la gente ha llegado a un nivel de desesperación en el que para comer y tener algo de medicina deben cargar un rifle y formar milicias. La salida de la crisis es un hundimiento mayor que genere un colapso económico. Y esto se lograría cortándole todos los ingresos que llegan desde el exterior a través del petróleo, que cubre cerca del 98% del presupuesto venezolano. Pese a que ya tiene algunas restricciones, Venezuela sigue recibiendo ingresos por la venta de crudo de unos $35 millones diarios. Con el problema bélico en Oriente Medio, el precio del petróleo se eleva dando paso a que Maduro y su gente sigan cometiendo fechorías.