La muerte del general Qasem Soleimani, el comandante de la fuerza élite Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán, supone una escalada dramática en el conflicto entre ese país y Estados Unidos. Soleimani murió la madrugada del 3 de enero, en un ataque estadounidense contra el vehículo en el que viajaba en el aeropuerto de Bagdad. Junto a Soleimani falleció el vicepresidente de las milicias chiíes iraquíes Multitud popular, Abu Mahdi al Mohandes.
Este ataque, sin duda, podría desencadenar una serie de acciones y venganzas, acercando a los dos países a una confrontación directa. Sin embargo, se esperan más represalias con consecuencias considerables. Si bien no se impactó ninguna instalación o producción petrolera, el asesinato de uno de los generales iraníes más poderosos es una provocación que aumenta la tensión entre Washington y Teherán, con los riesgos de un enfrentamiento armado, que podría arrastrar a otros países.
El conflicto, la pelea o la pugna que ya tiene décadas en Oriente Medio, especialmente en estos países que se enfrentan o quieren ejercer su poder a través del petróleo, va a alterar nuevamente el precio del petróleo.
Los conflictos generados en el año 2000 cuando Iraq suspendió las importaciones, poco después la paralización de la producción en Venezuela y la guerra de Iraq en 2003 hicieron que los mercados petroleros se alteren provocando una súbita elevación del precio. El más reciente hecho, el ataque contra una de las empresas petroleras de Arabia Saudita, logró que el segundo productor más grande del mundo baje la producción en un 5%: el precio del petróleo subió en un 14% y el descenso de esos márgenes de utilidades fue lento.
Ese acontecimiento provocó un quiebre en las relaciones entre Estados Unidos e Irán, porque este último fue demandado por destruir, con la utilización de drones, una de las plantas de Aramco. Eso abrió una fisura geopolítica en Oriente Medio. Con la muerte de Soleimani, el panorama se agrava por la arremetida que se espera de Irán.
Todo este juego de guerras provoca nerviosismo, expectativas y altera significativamente los mercados, no solo el petrolero sino también el del oro o las monedas. Solo el hecho de que Irán advierta con una dura venganza provocó una subida de entre el 4% y el 5%, tanto en el precio del crudo Brent, referencia del mercado europeo, y el WTI, referencia del mercado ecuatoriano.
Eso genera un conflicto geopolítico, más aún cuando ya existe un problema entre los países que dominan el mercado: Estados Unidos, Arabia Saudita, Rusia, Canadá e Irán. Y en el Medio Oriente existe una clara división, por un lado se encuentran Irán, Siria y Líbano y por el otro están Iraq, Arabia Saudita y Estados Unidos, lo que provoca que podría terminar en una guerra de poder.
Estas peleas, que no son nuevas, la actual tal vez provoque una escalada en el precio del petróleo que podría oscilar entre los $70 y $75. Solo en el primer día de ocurrido el incidente (3 de enero) los precios estaban en $62 y $68 con tendencia al alza. Ahora la situación será más complicada y alterará todo el mercado, no solo en los países que producen petróleo, sino también entre los importadores.
El principal productor o exportador de petróleo en América Latina es Venezuela, con 2,2 millones de barriles diarios. Le sigue Colombia, Perú y Ecuador que está en unos 500 mil barriles por día. En la región los dos mercados, aquellos países miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y los que no pertenecen a este organismo, serán afectados por el nerviosismo o la suspensión de las exportaciones petroleras. Con un conflicto en el Golfo, con temor a los atentados y conflictos bélicos, será imposible que los buques transporten, arriben o salgan con petróleo.
En el peor de los casos y por mencionar una cifra moderada el precio del crudo podría trepar hasta los $75, pero si el conflicto se complica y alarga de seguro habrá más presión y los precios podrían hasta rebasar la barrera de los $90. Un claro antecedente es el precio de la bolsa del oro que ya supera los $1.550 la onza. Incluso la cotización de las monedas como el yen o el euro ya comienza a variar.
La especulación crece sin que asistamos todavía a una guerra. Pero un posible escenario de un enfrentamiento entre Irán y Arabia Saudita, por ejemplo, complicaría aún más el panorama. Este conflicto sin duda afectará a los países latinoamericanos. Sin embargo, en países como Ecuador se va a gastar más de lo que recibirá, porque parte de la producción petrolera está hipotecada, entregada por contrato.
Un panorama similar se espera para los derivados del hidrocarburo. En el país el precio de la gasolina súper se fija cada mes, pero si el panorama no cambia o el conflicto escala esa cotización subirá automáticamente y para febrero su valor podría sobrepasar los $3.
Este conflicto puede ser visto desde dos aristas. La una es que con la subida del precio del petróleo cierta parte del presupuesto del Estado, un 10% a 15%, contará con divisas adicionales, porque la Pro forma de 2020 se elaboró con una proyección de $51 el barril, un valor muy debajo del actual. El problema es que el Estado debe comprar el mismo crudo para refinarlo asumiendo un costo adicional.
Ahora habrá que ver si lo que suma es igual a lo que resta o lo que ingresa es menor a lo que va a gastar. Al final puede quedar en saldos muy débiles, porque se desconoce cuál va a ser la repercusión con los precios en el Ecuador, especialmente por los subsidios vigentes.
Las autoridades económicas ecuatorianas necesitan hacer un balance y ver cómo se mueve el precio del petróleo para determinar cuál será su impacto real en la economía doméstica. En especial cuando está en un proceso de desaceleración y recesión. El Ecuador necesita liquidez.