Este 24 de marzo de 2019 el Ecuador vuelve a las urnas, ahora para elegir autoridades de los gobiernos locales y, de forma extraordinaria, a los 7 miembros del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS); los cuales, en sus diferentes ámbitos, son importantes a la hora de consolidar un proceso de desarrollo socioeconómico del Ecuador enmarcado dentro de los principios de la equidad, la solidaridad, la eficiencia y la transparencia.
En el caso de los gobernantes locales -alcaldes, prefectos y presidentes de las Juntas Parroquiales- su rol tiene gran relevancia cuando, gracias a su conocimiento y cercanía con las necesidades de los territorios locales, definen y articulan su trabajo con las acciones que, desde el gobierno central, se llevan a cabo para el alcance de la visión país presente en el plan nacional de desarrollo del Ecuador.
Por ejemplo, los alcaldes -si se toma en cuenta la cada vez mayor concentración de población en el espacio urbano- van adquiriendo una mayor importancia al momento de enfrentar situaciones problemáticas como: movilidad, competitividad urbana, seguridad ciudadana, desarrollo productivo, contaminación ambiental, equidad social, conectividad digital, entre las más relevantes; las cuales, con el pasar del tiempo, se van volviendo más complejas y, por lo tanto, su solución, también, será compleja y requerirá de recursos, conocimiento científico multidisciplinario y altas dosis de creatividad e innovación territorial que permita a la ciudades adaptarse, con mayor facilidad, a los desafíos que va imponiendo el desarrollo tecnológico del siglo XXI. De ahí, la importancia de saber escoger con inteligencia a los mejores candidatos; siendo para ello necesaria -como ejercicio de responsabilidad ciudadana- la búsqueda de información sobre el perfil y las ofertas de campaña de las diferentes opciones presentadas para la elección popular.
Lamentablemente, para los comicios de este 24 de marzo de 2019, parece que los ecuatorianos se sienten apáticos, molestos y desmotivados por asistir a las urnas -según CEDATOS (firma especializada en encuestas electorales), a una semana de estas elecciones intermedias, alrededor del 68% de la población aún no sabe por quién votar-; siendo, una de las principales causas, el sentimiento acumulado de que sus gobernantes -en los diferentes niveles de gobierno- les han defraudado en los últimos años. Un termómetro para mostrar esa actitud negativa, es la situación económica que se les ha ido complicado día tras día; de ahí, una buena parte de la población, siente que lo que se va a elegir -el domingo próximo- no contribuiría, en mayor grado, a solucionar problemas básicos como es conseguir una fuente de trabajo digno que les garantice un futuro mejor.
A lo anterior hay que sumar la multiplicación explosiva que se ha generado en cuanto al número de candidatos; muchos de ellos improvisados que, simplemente, ven a su postulación como una tarima para darse a conocer, anotar la candidatura en su hoja de vida como una hazaña personal y/o como un medio para captar recursos que, durante el período que dura la campaña, les permite dar empleo a personas cercanas a sus círculos políticos, familiares y/o de amistades. Por esa razón, es que, varias de las propuestas presentadas, no tienen un fundamento real de lo que quieren hacer; ofrecen lo que suena bonito a pesar de que, si fuesen elegidos, sería casi misión imposible su puesta en ejecución.
Otro aspecto que, también, ha incidido en esta apatía electoral, es que, varios de los candidatos, están asesorados por nuevos consultores -aparecidos como espuma en los últimos tiempos- que desconocen la realidad del territorio local objeto de asesoramiento y que, más bien, su guía se ha orientado a tratar de vender, de forma estandarizada, candidatos como que fuesen marcas de productos comunes y corrientes que se publicitan, a diario, en los diferentes medios de comunicación. Esta forma de asesoría, quizá, se deba a que los consultores -según la especialidad, en este caso relacionada al ámbito político electoral- no tienen un proceso de formación académica previa orientada a dotarles de teorías, principios y herramientas que sirvan de soporte para que lo que se trate de comunicar sean perfiles y planes debidamente argumentados y, sobre todo, ajustados a la realidad cultural y socioeconómica del territorio local en donde gobernará el candidato asesorado si es que resulta seleccionado por los electores locales.
También, parece que las estrategias, tácticas y acciones soportadas en las tecnologías de información y comunicación (TIC) tampoco están dando mayores resultados a la hora de despertar el interés de los potenciales votantes; más aún, considerando que, una porción importante de electores, son jóvenes que desarrollan su vida muy pegados a los medios de comunicación electrónica. Aquí otro espacio de acción para los consultores políticos que están dejando mucho que desear; de ahí, nuevamente, la necesidad de la formación profesional del trabajo de consultoría especializada por tipo de rama de acción.
Finalmente, en lo que tiene que ver con la elección de los 7 miembros del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) la situación es aún más complicada, pues, la población no conoce quiénes son los candidatos -a pesar de las franjas publicitarias promovidas por el Consejo Nacional Electoral (CNE)- y, lo que es más grave, la ciudadanía “no sabe” ¿qué es?, ¿para qué sirve?, ¿por qué existe?, ¿cómo funciona el CPCCS? -se barajan estimaciones entre el 99% y 95% de desconocimiento-; es decir, la mayoría, va a ir a votar a ciegas; sin dimensionar la incidencia grande que tiene este Consejo -mientras siga constitucional y legalmente vigente- a la hora de construir -desde la óptica de su competencia para elegir a los árbitros que ponen en ejecución la reglas del juego del país- ese marco institucional trasparente, justo y permanente que tanto necesita el Ecuador para poder activar, positivamente, variables clave como, por ejemplo, aquella inversión productiva nacional y extranjera que promueva la producción nacional y, por ende, contribuya a generar fuentes de trabajo digno para la mayoría de ecuatorianas y ecuatorianos.