Tras cinco años de haber interpuesto una demanda, Bolivia se queda sin su pretendido corredor de 10 kilómetros de ancho, desde su frontera con Chile hacia el Océano Pacífico. La Corte Internacional de Justicia (CIJ) de la ONU, con sede en La Haya, decidió que entre Chile y Bolivia ya existe un tratado limítrofe firmado desde 1904.
El problema es producto de un conflicto de finales del siglo XIX y que se conoce como la Guerra del Pacífico: Chile invadió territorio boliviano por un tema comercial – impuestos que Bolivia cobraba a Chile por el salitre- y su victoria dejó a Bolivia sin territorio y sin costa. Dicho de otra manera: Chile le quitó la salida al mar al estado boliviano. A consecuencia de esto, las relaciones mantenidas entre los dos estados han sido muy complicadas a tal punto que se mantienen únicamente a nivel consular.
En la demanda, la posición boliviana pedía –con carácter de obligatorio-que Chile se siente a negociar; por su parte, los chilenos alegaron que Bolivia estaba confundiendo derechos con aspiraciones. La CIJ les dio la razón en un histórico fallo que no tiene ninguna posibilidad de apelación.
Bolivia agotó todas las instancias posibles. Lo lógico, diplomático e inteligente era acudir a la CIJ que se ocupa, precisamente, de interpretar tratados, aceptar consultas de los estados miembros de las ONU y resolver conflictos. Al establecer la demanda, Bolivia optó por una vía de solución pacífica, perfectamente aplicable en derecho internacional; sin embargo, a veces lo legal no es justo.
A pesar de que Chile ayudó a Ecuador en el problema limítrofe con el Perú, es innegable el carácter de justa que tiene la aspiración de Bolivia de recuperar una salida al mar. Hubiera querido que el gobierno ecuatoriano, en su momento, defendiera el problema territorial con el Perú como la ha defendido Bolivia frente a Chile.
El conflicto fue producto de una situación en particular pero en este momento la democracia exige plantearse alternativas en beneficio de los bolivianos por lo que sería muy positivo y bien visto que Chile ofrezca a Bolivia un espacio de diálogo. Hasta tanto, a Bolivia le queda la presión internacional, la misma que ejercen otros estados cuando han agotado los medios jurídicos internacionales.
Es una injusticia quitarle a una nación la salida al mar, por ello, la opinión pública internacional debiera pronunciarse sobre este tema. Esta aspiración boliviana recuerda a la ecuatoriana de recuperar la salida al Amazonas, que lamentablemente no fue posible porque nuestro país tuvo malos negociadores que a pesar de haber ganado la guerra, entregaron todo.