Cristina Fernández enfrenta al juez Claudio Bonadio quien la procesó con prisión preventiva como presunta jefa de asociación ilícita por el caso conocido como “los cuadernos de la corrupción”, que investiga una red de cobro de sobornos. Aunque Fernández de Kirchner no irá a la cárcel –por ahora- porque goza de inmunidad parlamentaria como senadora.
Por otro lado, el expresidente ecuatoriano, Rafael Correa, es procesado por el secuestro del exasambleísta Fernando Balda, también con una orden de prisión. Es el mismo caso de Lula, el expresidente de Brasil, que aún preso por corrupción fue considerado nuevamente como candidato a la Presidencia hasta que el organismo competente lo deshabilitó para volver a participar.
Es de lamentar que haya un grupo de expresidentes latinoamericanos que estén salpicados por casos de corrupción. Eso demuestra que el populismo en América Latina ha hecho mucho daño: nos ha conducido directamente hacia el clientelismo, ha creado puentes donde no había río y ha demostrado ser un cáncer para la democracia, producto de este socialismo del siglo XXI, que parece más una patente comprada a Venezuela.
La coincidencia es tal que los tres se defienden de la misma forma: acusan a la justicia y al nuevo gobierno de perseguirlos políticamente y exhiben como supuesta prueba de idoneidad los seguidores que aún tienen. Se trata del mismo clientelismo que esparció con fervor en Medellín y en varias ciudades latinoamericanas el narcotraficante más célebre de los años 80, Pablo Escobar Gaviria.
En el caso argentino, el populismo ha sido una constante y el matrimonio Kirchner ha hecho mucho daño al país; y en el ecuatoriano, no solo hay temas de corrupción sino incluso de irrespeto a los derechos fundamentales. Sin embargo, como dice el refrán, no hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla, y la función judicial por fin ha podido actuar con independencia.
Por ello, en el país, propongo que se vuelve nombrar un Consejo de la Judicatura definitivo, no transitorio, con gente honesta y capaz y no con políticos reciclados, lo que se ha convertido en la tesis que esgrime Correa para decir que es perseguido.
¿Cómo se ataca al populismo? Con educación y valores; las sociedades latinoamericanas deben sacudirse, los cargos públicos deben ser ocupados por gente con ética y con capacidad y respetar la independencia a las funciones del Estado, al estado de Derecho y a los derechos fundamentales para evitar que ocurran abusos en América Latina.