Este día entra en vigencia la decisión del gobierno ecuatoriano de establecer como requisito a los ciudadanos venezolanos que quieren ingresar a nuestro país la presentación del pasaporte. Es una posibilidad teórica en lo legal , pero resulta inconstitucional. Todo Estado tiene derecho de decidir el mecanismo migratorio que le parezca, más aún cuando se trata de juzgar con ánimo de reciprocidad: si Venezuela nos ha venido pidiendo visa, entonces, nosotros también podríamos pedir el pasaporte debidamente sellado; sin embargo, en la práctica la decisión puede tener el efecto contrario.
Con esta medida ecuatoriana se va a alentar un mercado negro de pasaportes, porque ahora ya es difícil para un venezolano obtener el pasaporte en su país; antes de la decisión ecuatoriana, tomaba más de un año y costaba alrededor de 300 dólares, aunque el valor oficial es infinitamente menor. Luego, no se sabe.
Ademas, si la propia Cancillería admite que sus equipos electrónicos no tienen capacidad para verificar la autenticidad de las cédulas venezolanas, igual puede pasar con los pasaportes.
Lo más grave es que hay una violación a la voluntad constitucional ecuatoriana de integración de nuestros pueblos que establece con claridad el principio de libre tránsito, por lo que no se entiende cómo se compadece esa resolución con lo que dice el texto constitucional que tiene un amplísimo capítulo sobre Integración Latinoamericana y que queda violado con esta medida completamente discriminatoria, porque solo se aplica a la migración venezolana.
Dado que la mayor parte de los que vienen a nuestra frontera continúan su camino hacia otrtas latitudes, se podrían haber adoptado medidas de otro tipo para evitar los problemas que se aduce, como trata de personas, o para que quienes se quedan tengan posibilidades reales de trabajo y no lleguen acá a pensar a qué se van a dedicar.
Si hay riesgo judicial en quién viene hay otros mecanismos que se pueden establecer: mayor control en la frontera; exigir un pasado judicial; definir el estatus migratorio, es decir, si vienen a quedarse o solo de tránsito; también se pueden disponer algunas acciones previas en el Consulado de Ecuador en Venezuela para que los interesados en venir den señales de su propósito.
Otra cosa a tomar en cuenta es que nuestra frontera es porosa, difícil de controlar y puede establecerse una red – contraria a la medida del gobierno ecuatoriano- y favorecer la clandestinidad. Los desvíos los obligará a buscar mil maneras de entrar y llegará otro tipo de gente al Ecuador utilizando otros mecanismos: falsificación de documentos o los caminos del contrabando y el narcotráfico.
El gobierno venezolano entregará pasaportes con discrecionalidad a los que ellos quieran dárselos: vendrán funcionarios oficiales o aquellos ciudadanos con alguna intencionalidad y eso sí puede generar un conflicto. En esa línea hay que revisar la medida cuidadosamente.
Se entiende la angustia que le genera al país, con desempleo y crisis económica, la presencia constante de venezolanos que probablemente buscarán un empleo que estamos necesitando acá. Pero tenemos nociones de solidaridad que son imposibles de romper por un hecho u otro. Con la magnitud de nuestra crisis, en cualquier momento nos puede tocar salir a nosotros y va ser duro que nos cierren las fronteras. En la práctica, pedir pasaporte a los venezolanos es cerrarles la frontera.
Esta medida es un equívoco que ojalá sea enmendado porque se va a aumentar la angustia de los ciudadanos venezolanos. Una vez que tengamos la Corte Constitucional estoy seguro que se plantearán demandas de inconstitucionalidad. También quisiera saber qué opina ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados) de esta política ecuatoriana.
El drama humanitario de Venezuela es evidente. De la migración venezolana también hemos tenido profesionales de alto nivel que fueron parte de las primeras oleadas; desgraciadamente, los más capacitados se fueron para Miami o a otras ciudades y no vinieron al Ecuador por el inminente riesgo que existía de que aquí pase la mismo que en Venezuela, que hasta hace poco era un riesgo real.