Las primeras recomendaciones hechas por la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI), tras su visita a Ecuador, tienen un trasfondo: el gasto público, la principal causa de un déficit fiscal que este año llegaría al 5,3% del PIB y del agresivo endeudamiento ($58.264 millones de deuda pública agregada y otras obligaciones).
La principal advertencia, que entre líneas hace el FMI al Ecuador, es que si tiene una deuda pública alta además de un déficit difícil de corregir es porque hay un problema de desorden fiscal. El Fondo tradicionalmente ha sido uno de los organismos multilaterales que más cuestionamientos realiza al gasto desmedido en las economías de la región.
El FMI, entonces, no le dice directamente al Gobierno ecuatoriano que deje de gastar, sino que le da líneas generales para reducir su endeudamiento y acortar su brecha fiscal, dos problemas causados por el excesivo gasto público.
El organismo multilateral envía un mensaje muy claro: la economía ecuatoriana tiene un problema estructural del que solo se podrá salir con una alianza estratégica con la empresa privada. Eso significa el traslado, mediante concesión o asociación, de ciertas áreas en las que la presencia directa del Estado no es trascendente.
Es una tarea en la que ya se ha enfrascado el Gobierno con la Ley de Fomento Productivo, pero se ha puesto como plazo un período de tres años. Lo que el FMI le ha dicho es que no puede esperar tanto si quiere reactivar la economía. Es una tarea urgente porque las repercusiones podrían ser desastrosas.
La economía ecuatoriana no puede seguir dependiendo del precio del petróleo, porque es una variable que no controla y así como el próximo año puede seguir su escalada también puede comenzar a caer. La incertidumbre por la dependencia de factores exógenos no le hará nada bien al país.
El FMI, en resumen, lo único que hace es repetir lo dicho a gritos en la última década en varios foros, cuando el anterior gobierno comenzó a inflar desmesuradamente el gasto público.
El Gobierno ya dispuso la reducción en el Presupuesto General del Estado en unos $500 millones, como parte de sus medidas de austeridad para el 2018. Es un primer paso. Es decir, ha puesto atención a las alertas lanzadas por los multilaterales.
Dada la coyuntura, el Gobierno puede alegar a su favor que heredó un gasto público excesivo porque la anterior administración hizo una sobrevaloración de las grandes obras de infraestructuras y gastó demasiado en activos improductivos, los mal llamados elefantes blancos.
Esos pasos son necesarios para comenzar un proceso de concesión de determinadas áreas del sector público al privado. El Estado, por ejemplo, podrá ahorrar cientos de millones de dólares con la entrega de la administración y mantenimiento de la red vial nueva a la empresa privada, sobre todo las de la Amazonía, Manabí, Loja y las entradas a Cuenca donde existió una importante inversión pública. Son medidas que deben ir aparejadas con el reordenamiento de la burocracia.
Son dos o tres años en los que el Estado necesariamente tendrá que apretarse los cinturones. Y el Presidente Lenín Moreno lo que ha hecho hasta ahora, al menos, es predicar con el ejemplo. En su primer año son contados los viajes al exterior que ha realizado, la cara opuesta de lo que ocurrió en el anterior Gobierno. Y esos desplazamientos constituyen también gastos importantes.
El Gobierno tendrá que enfocarse mucho más en obras importantes para direccionar el cambio de la matriz productiva como la Refinería del Pacífico, algunas hidroeléctricas que están paradas, muchas obras inconclusas. Lo primero a analizar será si es necesaria la inversión pública en esas áreas o es factible entregarlas a la inversión privada. Y no hay que olvidar el tema de los subsidios, que no es mencionado por el FMI aunque representa un importante rubro dentro del gasto público.
Son las decisiones políticas más delicadas que deberá afrontar el Ejecutivo, porque es indudable que la economía ecuatoriana tiene un problema exógeno por la apreciación o, a veces, por la depreciación del dólar con respecto al euro. Eso le hace perder competitividad, así como la ausencia de procesos de industrialización o generación de valor agregado en sectores clave. El país ha hecho muy poco en materia de tecnificación y la sustitución de ciertas importaciones ha quedado en el papel.
La inversión en generación hidroeléctrica aún no tiene resultados tangibles como el abaratamiento de los costos de la energía para los sectores industrial y comercial. En el tema aduanero se ha mejorado bastante, pero en el del transporte aéreo y de carga seguimos en pañales. Somos más caros que Colombia y Perú, pese a que Lima está más lejos de los mercados del norte. Tenemos un aeropuerto de carga en Latacunga que es subutilizado. Nuestros vecinos están en muchos mercados.
A eso apunta las recomendaciones del FMI y podría ser un suicidio para la economía ecuatoriana hacer oídos sordos. Ecuador en este momento tiene cerradas la mayor parte de las puertas de los mercados financieros. La inversión extranjera ha bajado como en $100 millones con respecto al período anterior.
El país al tener una economía dolarizada necesita fuentes de ingreso seguras: exportaciones, inversión, deuda, turismo y remesas, y esas cinco llaves cada vez se van cerrando más. Lo que más necesita la economía en estos momentos es mantener abiertas esas cinco llaves, porque las contrataciones de deuda que hizo el anterior gobierno con China fueron muy onerosas y costosas.
Si Ecuador cumple las recomendaciones del FMI podrá acceder a créditos con tasas mucho más bajas y cómodas, pero además podrá generar un efecto multiplicador en la confianza de los inversionistas extranjeros.
Claro que de por medio también está el costo político, pero el Gobierno debe tener claro que si se apega a las recomendaciones del FMI se le van a abrir las puertas de los mercados, pero también sabe que cuando comience a cerrar la llave del gasto público se le puede venir un problema social. Todo va a depender de las necesidades de financiamiento que tenga y de las condiciones en las que quiera enfrentar esos problemas.