Por más que existan buenas intenciones, se cambie el discurso y se hable de confianza, la situación económica del Ecuador sigue siendo la misma. No puede haber reactivación económica real, si el modelo que se mantiene es similar al de los últimos 10 años. Tal parece, que la economía nacional no alcanzará los resultados prometidos por el presidente Lenín Moreno si no se aplica un plan económico de manera urgente.
La Ley de Reactivación Económica por sí sola no va resolver los problemas estructurales de la economía nacional. Evidentemente, el desafío se encuentra en distintas variantes: el manejo del sector externo, más exportaciones, menos importaciones y el pago de la deuda. Pero si el gobierno se sigue endeudando, la economía del país difícilmente resistirá más de tres años.
Actualmente, Ecuador tiene más de $40 mil millones en deuda pública, pero sigue emitiendo bonos. Mientras el sector empresarial pide tener incentivos para mejorar la productividad y el nivel de competitividad. Los empresarios ven que el incentivo producto de la ley de reactivación económica resulta ser de utilidad nula cuando valoramos su aplicación. Más bien penaliza al sector cuando no se ajusta a esta normativa. Esta es una realidad que causa serios daños a la estructura económica nacional, porque son aspectos difíciles de disfrazar y sobretodo de clarificar.
Es evidente, que el sector empresarial ecuatoriano necesita apoyo, incentivos tributarios directos y alianzas estratégicas internacionales. Aunque, por otro lado, el sector público trata de atraer al capital privado, pero aún sin grandes resultados.
La cooperación pública y privada tiene que fortalecerse para generar compromisos a corto, mediano y largo plazo. Para ello también es pertinente que el sector privado colabore y piense en cómo generar soluciones o alternativas ante la crisis. El país necesita de empresarios comprometidos que asuman nuevos retos y piensen en país a través de la economía del conocimiento incluyendo procesos de innovación permanente.
Pese al nivel de confianza generado el año pasado con una tasa de crecimiento positiva de un punto porcentual, respecto al año 2016, y una proyección posiblemente para este 2018 de entre 1,5% y 2% es urgente recuperar la confianza para dinamizar la demanda y el consumo. Además, el incremento debe ir de la mano de un ajuste fiscal que apunte a la disminución del gasto público y recuperación de la planificación territorial con claros esquemas de desarrollo a partir de propuestas locales.
El sector privado también está llamado a compartir el riesgo en conjunto con el sector público. Los incentivos gubernamentales ayudarían a mejorar la competitividad del sector privado, recordando que la única manera de fortalecer la dolarización es a través del ingreso de dólares a la economía ya que la emisión monetaria ya es asunto del pasado.
Hasta ahora, el modelo económico planteado no da repuestas a la crisis, porque solo es un reflejo del esquema usado por el anterior gobierno. De ahí la urgencia de políticas que alejen al frente económico de comportamiento demagógicos y salvatajes pasajeros y busque un cambio profundo y propuesta alternativa.