El uso de relojes y bandas inteligentes se ha convertido en una práctica común para monitorear el bienestar. Estos dispositivos prometen medir desde las fases del sueño hasta el ritmo cardíaco y los niveles de oxígeno en sangre. Sin embargo, recientes estudios advierten que, pese a su utilidad, aún presentan limitaciones significativas.
Investigadores de la Universidad de Stanford y del King’s College de Londres señalan que la precisión varía notablemente entre marcas y modelos. Factores como el tono de piel, los movimientos durante la noche o la colocación del dispositivo pueden alterar las lecturas. Además, muchos equipos utilizan algoritmos cerrados que no son validados clínicamente.
Aun así, los especialistas coinciden en que los relojes inteligentes pueden ser herramientas valiosas para detectar irregularidades tempranas, como trastornos del sueño o arritmias, siempre que se complementen con seguimiento médico profesional.
El mercado global de estos dispositivos continúa creciendo y se espera que en 2026 supere los 70.000 millones de dólares, impulsado por la demanda de tecnología de bienestar.
Relevancia para Ecuador:
La tendencia también crece en Ecuador, donde el interés por la salud digital y la telemedicina se ha disparado tras la pandemia, abriendo oportunidades para la innovación local en tecnología y servicios médicos.
Imagen de portada: Una persona duerme con un reloj inteligente que monitorea su descanso.
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