Un equipo internacional de científicos presentó la primera evidencia sólida de comunicación acústica entre plantas y animales, un hallazgo que podría transformar nuestra comprensión de las interacciones ecológicas. Según el estudio publicado en la revista eLife, ciertas plantas sometidas a estrés emiten sonidos ultrasónicos imperceptibles al oído humano, pero perfectamente detectables por insectos cercanos.
En los experimentos, los investigadores observaron que las polillas evitaban depositar sus huevos en plantas que reproducían estos sonidos, incluso cuando, visualmente, las plantas parecían igual de sanas. Este comportamiento sugiere que los insectos utilizan señales acústicas para evaluar el estado fisiológico de las plantas y así optimizar sus estrategias de reproducción.
Los sonidos detectados —descritos como chasquidos intermitentes de alta frecuencia— se intensifican cuando las plantas experimentan falta de agua o daño físico. Los científicos señalan que esta capacidad podría representar una ventaja evolutiva, al permitir a los animales seleccionar plantas más adecuadas para su supervivencia. Asimismo, abre nuevas posibilidades para la agricultura, pues la detección temprana de estos sonidos podría permitir identificar cultivos estresados sin necesidad de inspección visual.
El estudio también plantea interrogantes sobre la complejidad de las redes de comunicación en la naturaleza. Hasta ahora se sabía que las plantas reaccionaban a estímulos químicos, lumínicos o táctiles, pero esta evidencia sugiere un sistema de señales mucho más sofisticado. Los investigadores propondrán nuevas líneas de estudio para analizar si otros animales son capaces de percibir y responder a estos sonidos, y si más especies de plantas los emiten bajo condiciones específicas.
Relevancia para Ecuador
El hallazgo abre un campo de investigación útil para cultivos ecuatorianos, especialmente en zonas agrícolas donde la detección temprana del estrés vegetal podría mejorar la productividad y reducir pérdidas.
Foto de portada: Las polillas evitaron depositar sus huevos en plantas que emitían sonidos ultrasónicos de estrés.
Crédito: Julio César Herrera / El Colombiano

