Definitivamente, el diálogo -desde las épocas de los grandes filósofos griegos- fue considerado como ese medio que, bien aplicado, ayuda a mejorar las relaciones entre personas y, con ello -por supuesto, iniciando con las relaciones familiares básicas-, contribuir a la consolidación de la democracia; en donde, el pueblo dialoga, discute, reflexiona y llega a acuerdos en pro de una buena convivencia humana que dé soporte a la búsqueda integrada del bienestar social general.
Y, claro, como se resaltó, el predominio del diálogo debe estar presente desde la familia como célula básica de la sociedad; lo cual, siempre ha sido recordado incluso en los evangelios de los abuelos expresados en frases de largo alcance como aquella que dice: “nunca las parejas deben ir a descansar en la noche, si todavía hay algún malentendido por aclarar“. Con esta frase, desde una interpretación extendida, lo que se trata es de resaltar la importancia del diálogo continuo como medio para que una relación entre personas perdure en el tiempo soportada, eso sí, en aquellos principios que creen confianza y fomenten el respeto mutuo entre los seres humanos involucrados en la acción relacional.
Luego, yendo, al campo organizacional el diálogo entre propietarios, directivos y funcionarios debe ser fluido bajo un enfoque 360; ya que, solo así, se evitarán malos entendidos en donde, por la ausencia de espacios para dialogar, más bien imperará el rumor o chisme que, al final, es uno de los virus organizacionales más perversos que lo único que buscan es cargar de información negativa para hacer daño a los demás y, con esa mala práctica, sumar causas para el incremento del deterioro del clima organizacional tan necesario para que, pensando de forma integrada, las buenas relaciones humanas sean el gran soporte del logro sinérgico de los objetivos de la organización que, sistémicamente, la enrumbarán hacia un desempeño de excelencia sustentado en la eficacia, eficiencia, ética y, sobre todo, trato humano a las personas con la que se interactúa.
Con una forma de actuar como la resaltada, se evitará el abuso del poder que, por lograr un fin opaco, no le importa pisotear, empujar y maltratar a las personas que, gracias a su cooperación y colaboración, son las que, en equipo, ayudan a llevar a una organización a buen puerto, por supuesto, con la guía estratégica de la misión, valores, visión y objetivos focalizados hacia la búsqueda permanente de la excelencia organizacional adaptativa, resiliente y altamente innovadora.
Ahora, yendo al espacio macro de toda la sociedad, también el diálogo debe ser la base de las buenas negociaciones y acuerdos estratégicos de país, por ejemplo, lo que está sucediendo -en este septiembre de 2025, con el incremento del precio del diésel, para evitar la escalada del grado de conflictividad es necesario se active el “DIÁLOGO PROACTIVO CON ARGUMENTOS” entre todos los actores involucrados.
Todavía se tiene tiempo para que se lo active, aunque, desde los principios de la proactividad negociadora, la recomendación hubiese sido impulsarlo desde antes; ahora, claro, la situación está dada, por lo tanto, hay que buscar una salida para bien de todo el Ecuador.
Algo que se debe criticar -que no es problema solo del gobierno actual, más bien es un acumulado de errores desde hace varios años- es que, para dialogar con argumentos sólidos, todavía no existe de forma técnica y clara el mecanismo efectivo del que tanto se ha hablado y poco se ha concretado en hechos reales denominado “focalización de los subsidios” que, bien diseñado y ejecutado, permitiría llegar, con la ayuda que está detrás de un subsidio inteligente -término acuñado por Jonathan Morduch de la Universidad de Nueva York-, a los que realmente necesitan y, con ello, combatir, por un lado, el mal uso de subsidios en actividades que sí pueden pagar el precio real -por ejemplo de los combustibles- y, por otro, el contrabando y la intervención maligna de grupos del crimen organizado.
Estamos a tiempo, porque, sobre la base del “DIÁLOGO PROACTIVO CON ARGUMENTOS”, si es posible lograr un Ecuador mejor, ya que, los ecuatorianos buenos y creyentes de la democracia como base del progreso nacional, somos más.