China ha confirmado su intención de construir la presa hidroeléctrica más grande del mundo sobre el río Brahmaputra, cerca de la frontera con India. Con una capacidad prevista superior a la de las Tres Gargantas —actualmente la mayor represa operativa—, esta gigantesca obra tendría como objetivo potenciar el abastecimiento energético del país y reducir su dependencia de combustibles fósiles.
El proyecto ha generado reacciones internacionales no solo por su escala monumental, sino por sus posibles repercusiones ambientales y geopolíticas. La India ha expresado su preocupación por el uso transfronterizo de las aguas, al considerar que podría afectar a millones de personas aguas abajo.
Expertos en geofísica también han recordado que las megainfraestructuras hidroeléctricas tienen la capacidad de redistribuir enormes masas de agua y alterar la corteza terrestre. Aunque el efecto es mínimo, estudios anteriores han demostrado que represas como las de Itaipú o las Tres Gargantas pueden modificar levemente el eje de rotación terrestre o la duración del día por fracciones de segundo.
Si bien los impactos directos sobre la rotación de la Tierra no son peligrosos para la vida humana, sí despiertan interés científico, al evidenciar cómo ciertas obras humanas pueden interactuar con fenómenos planetarios a gran escala.
Relevancia para Ecuador:
Este tipo de proyectos plantea interrogantes sobre el equilibrio entre desarrollo energético y sostenibilidad ambiental. Para países como Ecuador, que también han apostado por hidroeléctricas, es una oportunidad para evaluar modelos energéticos que respeten, tanto los ecosistemas, como las relaciones geopolíticas regionales.