Ante el anuncio del expresidente Donald Trump de imponer aranceles del 30 % sobre productos europeos, la Unión Europea analizó varias contramedidas, incluida la posibilidad de introducir aranceles propios sobre mercancías estadounidenses. Sin embargo, el bloque comunitario decidió postergar dichas represalias hasta principios de agosto, para intentar una solución negociada.
El desacuerdo principal gira en torno a la posible limitación de exportaciones de acero, aluminio y productos tecnológicos, así como restricciones al acceso al mercado de servicios financieros. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, justificó la medida como “un gesto de buena voluntad”, y agregó que la UE permanece abierta al diálogo constructivo antes de tomar medidas adicionales.
Expertos coinciden en que la estrategia busca mitigar las tensiones bilaterales, resguardar la integridad del mercado europeo y evitar efectos contraproducentes en las cadenas de suministro. Al no subir las barreras arancelarias, se protege también a sectores productivos clave de la UE, evitando una espiral de consecuencias económicas.
Relevancia para Ecuador:
Una guerra comercial entre EE. UU. y la UE podría encarecer insumos agrícolas, materias primas y productos intermedios esenciales para la economía ecuatoriana. Al evitarse por ahora sanciones internacionales, se mantiene la estabilidad en precios y reglas de comercio, lo que favorece nuestras exportaciones y reduce incertidumbre en el sector empresarial. Además, muestra la capacidad diplomática de la UE para moderar situaciones bélicas económicas.