En la tarde de este sábado, el país fue sacudido por un atentado contra Miguel Uribe Turbay, candidato a la presidencia de Colombia, cuando se dirigía a un acto de campaña en la ciudad de Medellín. El ataque ocurrió alrededor de las 4:15 p.m., cuando el vehículo blindado en el que se desplazaba fue impactado por al menos seis disparos.
El equipo de prensa del candidato confirmó que Miguel Uribe Turbay resultó ileso, al igual que sus acompañantes. Sin embargo, dos miembros de su esquema de seguridad de la Policía Nacional resultaron heridos y fueron trasladados al Hospital General de Medellín, donde se encuentran estables.
El presidente de la República condenó de inmediato el hecho y calificó el ataque como un “intento cobarde de alterar la democracia”. Por su parte, la Fiscalía General de la Nación inició una investigación urgente para determinar los responsables del atentado político, sin descartar ninguna hipótesis, incluido el narcotráfico o grupos armados ilegales.
Uribe Turbay, visiblemente afectado, ofreció declaraciones desde un lugar seguro horas después del atentado: “Intentan silenciarnos con violencia, pero nuestra convicción por construir un país distinto es más fuerte que el miedo. No me van a detener”. Afirmó también que continuará con su agenda de campaña, aunque bajo medidas extremas de seguridad.
El atentado ha generado una ola de solidaridad en redes sociales y entre otros candidatos presidenciales, quienes exigieron garantías para el ejercicio político y pidieron al Gobierno una revisión urgente del esquema de seguridad de todos los aspirantes. La Misión de Observación Electoral (MOE) expresó su preocupación por el creciente clima de violencia electoral en el país.
El ataque ocurre en un momento clave, a menos de un mes de las elecciones, cuando Uribe Turbay había logrado escalar en las encuestas gracias a su discurso enfocado en la seguridad ciudadana, la lucha contra la corrupción y la defensa de los valores democráticos. Analistas consideran que este hecho puede marcar un punto de inflexión en la campaña presidencial.
El comando central del candidato no ha responsabilizado directamente a ningún grupo, pero fuentes extraoficiales señalan posibles nexos con el Clan del Golfo o disidencias de las FARC, ambos con fuerte presencia en Antioquia. Las autoridades mantienen un dispositivo especial en la región mientras se desarrolla la investigación.
Este atentado contra un candidato presidencial no solo revive los peores fantasmas del pasado político colombiano, sino que plantea interrogantes sobre la fragilidad de las garantías democráticas en el país. La población, aún consternada, espera respuestas claras y acciones contundentes por parte del Estado.