Este martes se confirmó el fallecimiento de José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay, a los 89 años de edad. Mujica, quien fue guerrillero, preso político, senador y presidente, murió en su casa rodeado de su familia. La noticia ha generado múltiples reacciones en América Latina y el mundo.
Mujica se destacó por su estilo de vida austero, su discurso sincero y su visión política progresista. Durante su mandato presidencial (2010–2015), legalizó el matrimonio igualitario, la marihuana y promovió políticas de inclusión social. Aun fuera del poder, siguió siendo una figura influyente.
Los últimos años de su vida los dedicó a la reflexión política y la escritura. Se retiró del Senado en 2020, argumentando razones de salud, pero nunca dejó de intervenir en los debates públicos con su estilo directo y sabiduría popular.
“Fui un presidente pobre, pero rico en afectos”, dijo una vez Mujica, en una frase que resume su legado. Su humildad y coherencia le valieron respeto incluso entre sus críticos ideológicos.
Los funerales se realizarán en Montevideo, con honores de Estado. Se espera la asistencia de líderes políticos regionales y ciudadanos que lo consideran un símbolo de honestidad política.
La muerte de Mujica deja un vacío difícil de llenar en la política latinoamericana. Su ejemplo de vida desafió los cánones tradicionales del poder y se convirtió en inspiración global.