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Escocia recurre a la danza y a la ciencia para combatir la esclerosis múltiple

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Con una de las tasas más altas de esclerosis múltiple (EM) en el mundo y 17.406 personas afectadas, Escocia explora enfoques innovadores para mejorar la calidad de vida de los pacientes, desde la danza adaptada hasta la medicina personalizada.

El último estudio de la organización benéfica británica de investigación médica ‘MS Society’ muestra que la prevalencia de la EM en Escocia ha aumentado un 10 % desde 2019, mientras que en el Reino Unido hay más de 150.000 personas con la enfermedad, al tiempo que especifica que el 73% de los afectados en Escocia son mujeres y el diagnóstico es más frecuente entre los 30 y 40 años.

Aunque la EM sigue sin cura y afecta la movilidad, la cognición y la fatiga de sus pacientes, la ciencia y el arte buscan aliviar sus efectos.

Beneficios del ballet

Elevate, un programa de danza adaptada desarrollado en 2018 por la compañía Scottish Ballet, combina ballet, fisioterapia, música en directo y la parte social para mejorar la movilidad, la coordinación y el equilibrio de los pacientes, al tiempo que fomenta la conexión social y el bienestar emocional.

La estadounidense Emily Davis, exbailarina del Ballet de Filadelfia, dejó los escenarios para investigar los efectos del movimiento en enfermedades neurológicas y cómo Elevate beneficia a personas con EM.

«Vimos que la danza tiene beneficios reales en movilidad y salud mental, reduciendo la depresión y el aislamiento», explica Davis a EFE.

El programa ofrece clases presenciales en Glasgow y Perth, además de sesiones en línea. «Elevate fue diseñado en colaboración con fisioterapeutas, neurólogos y pacientes, integrando ejercicios específicos con el arte del ballet», señala Bethany Whiteside, investigadora del Real Conservatorio de Escocia.

Para Joanne Harrow, diagnosticada en 2021 y participante de Elevate, la danza ha cambiado su forma de vivir con la enfermedad.

«Antes me costaba mantener el equilibrio y tenía miedo de moverme. Ahora me siento más segura y conectada con otras personas», relata a EFE.

Sin embargo, acceder a este tipo de terapias en Escocia no es fácil. «No hay muchas opciones dentro del NHS (sanidad pública), y la mayoría de las actividades beneficiosas requieren pago», explica a EFE Evie Meldrum, diagnosticada con EM a los 16 años.

Avances en la ciencia

El denominado centro ‘MS Society Research Centre’ de la Universidad de Edimburgo, dedicado a la investigación clínica sobre la esclerosis múltiple, cuenta con 190 investigadores que estudian distintos aspectos de la enfermedad.

«Hasta ahora, los tratamientos se enfocan en la EM remitente-recurrente, dejando sin opciones a muchas personas con formas progresivas», afirma a EFE la profesora Anna Williams, líder del grupo de investigación.

Su equipo ha identificado distintos subgrupos de pacientes basándose en la actividad molecular de la enfermedad, lo que podría permitir personalizar los tratamientos. «El problema con la EM es que no se debe a un solo gen o factor ambiental, sino a una combinación de elementos», señala Williams.

Factores genéticos, como la ascendencia vikinga de muchos escoceses, y ambientales, como la falta de vitamina D, influyen en la alta prevalencia de la enfermedad en Escocia.

 «También sabemos que el virus de Epstein-Barr (que causa la mononucleosis) está presente en el 100% de las personas con EM, aunque la mayoría de la población también ha estado expuesta. Es la interacción de múltiples factores lo que hace que la EM sea más común en Escocia», explica Williams.

Según el laboratorio de ideas ‘Economist Impact’, la EM costó al Reino Unido 2.780 millones de libras (3.367 millones de euros)  en 2019 debido a la pérdida de empleo y la necesidad de cuidados, indicando que un mejor acceso a tratamientos podría reducir este coste un 17%.

Además, el ensayo clínico ‘Octopus trial’, financiado por la entidad MS Society, realizado en todo Reino Unido y que espera ver los primeros resultados en 2026, prueba múltiples fármacos para la EM progresiva con el objetivo de agilizar la búsqueda de tratamientos.

A pesar de los avances científicos y terapéuticos, los desafíos persisten: «Hemos pasado de no tener ningún tratamiento a contar con más de 20 opciones para la EM remitente-recurrente. El reto ahora es lograr avances similares para la EM progresiva. No puedo garantizar una cura, pero estamos avanzando en la dirección correcta», concluye Williams. EFE

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