Es ampliamente reconocido que Ecuador es el principal productor de cacao fino de aroma del mundo, del cacao de mejor calidad, pero los propios ecuatorianos poco saben de sus bondades y es poco su consumo en el país. Además, recientemente, y gracias a la labor de algunos pioneros, empezamos a ver cómo, poco a poco, el mundo está empezando a enterarse de que el origen del uso doméstico del cacao está en lo que actualmente es territorio ecuatoriano.
El mundo conoció el cacao por Mesoamérica, ya que fue allí donde los conquistadores ibéricos descubrieron su uso como una bebida considerada sagrada. Por eso, su nombre, que traduce ‘regalo de los dioses’ viene de allí, y su nombre científico, del griego Theobroma, tiene la misma traducción.
El cacao que encontraron los españoles tenía un sabor amargo y energizante, que era consumido por los nativos antes de eventos especiales, como batallas. Durante la época colonial, en el viejo continente esta bebida estaba reservada para la nobleza. Más adelante, al popularizarse y, en consecuencia, experimentar una mayor demanda, los españoles empezaron a llevar las semillas de cacao a África para su producción masiva. Allí, con diferentes condiciones climáticas, muy cálidas y secas, esta fruta se modificó y se volvió más amarga, por lo que se hizo necesario agregarle azúcar y, más adelante, leche. Ya, para finales del siglo XIX, tomaron forma las barras de chocolate que conocemos hoy.
Hay que recalcar que la mejor variedad de cacao, conocida como ‘Fino de aroma’ o cacao ‘Arriba’, tiene grandes ventajas adicionales por ser saludable en varios aspectos, entre ellos, sus aportes a la piel, al sistema cardiovascular y como energizante. Además, es poco ácido, por lo que no necesita que se le agreguen grandes cantidades de azúcar ni saborizantes.
Recientemente, en el país ha habido un gran incremento de la demanda turística para conocer los cultivos y los árboles de cacao, así como su proceso de transformación para elaborar barras de chocolate. En Quito, algunos emprendimientos familiares tratan de dar a conocer la producción de este amado producto y de algunos de sus derivados de alta calidad, como las cremas para la piel, y variedades de té y vinos.
Algunos producen barras de chocolate con un alto porcentaje de cacao, entre 65 y 85%, bajas en azúcar y saborizantes. También suelen comprar, para elaborar sus productos, cacao producido de manera orgánica y con cadenas productivas más rentables para los pequeños productores.
En el centro de Quito, Kitu Chocolates e Indemini Báez son emprendimientos familiares que reciben turistas de todo el mundo y muestran este proceso de manera gratuita a los visitantes. En el norte de Quito, Papá Cacao y Aroma Cacao han realizado trabajos de investigación científica y divulgan sus hallazgos para educar al país sobre esta fruta y su historia. Para estos negocios, pioneros en la difusión de la calidad y el consumo adecuado del cacao, es importante que el país conozca todos los detalles relativos a la producción del chocolate y se eduque en su consumo. Al hacerlo, también se apoya las cadenas productivas y la producción más limpia.
Diversas comunidades campesinas e indígenas han convertido sus territorios en atractivos turísticos basados en el cultivo y transformación del cacao en chocolate, complementados, además, por las riquezas naturales de sus regiones, como el Chocó Andino o la Amazonía.
En ciudades como Quito, grandes marcas y pequeños emprendimientos familiares han abierto sus puertas para mostrar cómo se transforma el cacao en chocolate, explicando el proceso de maneras didácticas e ingeniosas. Se explica el fascinante trabajo en sus diferentes etapas, que van desde que se abren las mazorcas, con lo cual el cacao va cambiando su sabor hasta, finalmente, probar las barras de chocolate elaboradas a partir del mejor y más saludable cacao del mundo.
Así, el cacao está tomando fuerza en el Ecuador como un símbolo nacional, un motor de desarrollo e incluso de conservación ambiental y cultural. Pero necesita un empujón y apoyo por parte de la sociedad, en general, así como de las autoridades agrícolas y exportadoras, para fortalecerse y expandirse. Es importante apoyar este sector productivo, por los grandes aportes que puede dejar, al ser dinamizador económico de miles de pequeños productores y por tener un enorme potencial para posicionar al país en el mundo.